Respeto al Bicentenario

Forma parte de la Reserva Forestal El Espino y es, a mucho orgullo, el parque ecológico más grande de la región centroamericana. Es el sumidero de carbono por excelencia de San Salvador y Santa Tecla.

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FOTO: Unsplash

Por Carlos Francisco Imendia

2021-09-06 5:22:58

La gran batalla por el medio ambiente y la sostenibilidad es ganada cuando políticos y líderes empresariales se han convencido de que la gran inversión para el futuro del país es preservando el medio ambiente y los recursos naturales. Y no es por un mero acto de relaciones públicas o de mejorar la imagen. Es por el hecho de que ante golpe de tajo del cambio climático a países pobres como nosotros , debemos de estar lo suficientemente preparados ante esta realidad peligrosa, y las áreas naturales protegidas son esas defensas, escudería, con la que contamos.
Bien por aquellos alcaldes y empresarios que visionaron el área conocida como Parque Bicentenario, que comparten los municipios de San Salvador y Antiguo Cuscatlán, fue el hito ambiental más significativo de este siglo.
Y que forma parte de la Reserva Forestal El Espino y es, a mucho orgullo, el parque ecológico más grande de la región centroamericana. Es el sumidero de carbono por excelencia de San Salvador y Santa Tecla. Por sus 91 hectáreas y en él viven y se refugian muchas especies de mamíferos, aves, anfibios y reptiles, así como variedad de flora e insectos, para la recreación de la ciudadanía y el des-estrés. Este parque es ideal porque el impacto en la salud física y mental de la población es incuantificable.
El crecimiento poblacional y el del parque vehicular es la amenaza más latente que asecha al Bicentenario, urbanistas e ingenieros ven con buena perspectiva proyectos habitacionales en esa zona, pero eso es totalmente erróneo , porque es un patrimonio ambiental que se debe respetar y cuya importancia para el equilibrio ambiental de la zona es imprescindible. Con sólo que se corte un arbolito de sombra, en determinado lugar ya se siente el reflejo solar sin resistencia y el incremento del calor. Ahora, imaginemos una buena porción de bosque talado? Sería un desastre...
Lamentablemente seguimos con el concepto equivocado de desarrollo y que eso conlleve a pasar por encima de las reservas protegidas y reducir los sumideros de carbono. Hoy en día eso no es así. El concepto cambia, los países deben invertir en la naturaleza y que la ciudad se adapte a la naturaleza y no la naturaleza a la ciudad. Dejemos de sacar esa banderita del desarrollo en detrimento de la biodiversidad. Respetemos el Bicentenario, su flora y su fauna y lo que absorbe en CO2 y nos devuelve en oxígeno.
Con su preservación hemos avanzado, depredándolo para “obras de desarrollo” retrocedemos. Tomemos en cuenta que el bosque es importante en receptar el agua lluvia y alimentar los mantos acuíferos, menos árboles significa más desastres, más aluviones, más vulneración a la ciudadanía. Los automóviles y buses no nos dan oxígeno, generan contaminación, y que pesen más en la balanza ambiental es un error. Pensemos en la factura ambiental y de terror que vamos a pagar ante la depredación total del Bicentenario, si se le faltó el respeto una vez, seguirá pasando.

Publicista y ambientalista/Chmendia