Rebelión en la Granja

Eso mismo me representé yo al ver a tantos colegas jóvenes, que bien pudieran ser cualquiera de ellos uno de mis hijos,  pagando por un examen que antes era gratis, reunidos masivamente en medio de la pandemia

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Ministro de Hacienda, Eduardo Zelaya. Foto EDH/Archivo

Por Mirella Schoenenberg Wollants

2020-09-28 7:26:58

Me impactaron las imágenes de cientos y cientos de jóvenes colegas, luciendo sus gabachas blancas, impolutas, con sus rostros veintiañeros (la mayoría), sentados en las graderías de cemento del anfiteatro de CIFCO, algunos de ellos ya con sus laptops en las piernas, más la narrativa que acompañó a las imágenes, donde se explica que se trató de la convocatoria para las plazas de residentes de especialidades 2021; esta convocatoria, según las noticias, pasó por el pago de $125.00 en concepto de derecho de examen, con lo cual se debería haber contado (pero no sucedió) con al menos una silla donde poner la humanidad de un una persona que ha dedicado no menos de 7 años y medio al estudio y al trabajo en pro de la vida humana; y una mesa decente donde poner una laptop, indispensable para la prueba, porque no obstante ser presencial, sería también digital. Sin olvidar que esta modalidad requería indefectiblemente de una buena conexión a internet, por no olvidar que también a la electricidad.
Pero ni sillas, ni mesas, ni electricidad y peor aún conexión a internet; resultado final, se suspendió la prueba por condiciones vulgarmente humillantes para los jóvenes galenos, quienes inician sus pininos en la profesión con graves augurios sobre lo que les depara el destino como garantes de la vida humana, en este El Salvador que NO CAMBIA SINO PARA EMPEORAR.
Y esa idea del cambio, tan sobre valorada o quizá mal apreciada en estos tiempos, me hizo recordar la obra de George Orwell, de 1945, “Rebelión en la granja”, una alegoría que narra —para quienes no la han leído aún— cómo los animales de una granja se rebelan contra los humanos que los maltratan y abusan. Al principio, los cerdos que lideran la rebelión (Napoleón y su mano derecha Squealer) parecen tener buenas intenciones y lineamientos para mejorar la vida dentro de la “granja”, pero poco a poco, su naturaleza de cerdos los lleva a olvidar todos los ideales y a convertirse en los peores expoliadores de los demás animales de la granja, quienes no solo vuelven a estar en condiciones deplorables, sino que las mismas empeoran aún más.
En esta alegoría cada animal representa a un personaje,o bien, a una clase social, principalmente de la Revolución Rusa; pero a través del tiempo se ha extrapolado su significado a diferentes situaciones y se considera una de las más demoledoras fábulas acerca de la condición humana. Y eso mismo me representé yo al ver a tantos colegas jóvenes, que bien pudieran ser cualquiera de ellos uno de mis hijos,  pagando por un examen que antes era gratis, reunidos masivamente en medio de la pandemia, sentados en concreto, cuando antes era en pupitres, teniendo que tomar el internet de sus propios celulares, con lo cual no sé la finalidad del cobro dinerario. En fin, después de la rebelión en la granja estamos peor que antes.
En la obra, una cosa que llama mucho la atención es que la nueva clase dominante, los cerdos, van adoptando cada vez más, la apariencia y las costumbres de los humanos a los que habían expulsado y a quienes señalaban como sus enemigos, tanto que al final incluso se sientan a jugar una partida de naipes, los cerdos y los humanos; mientras en la granja, los otros animales, seguían más explotados y habiendo perdido la esperanza de un cambio.

Médica, Nutrióloga y Abogada
Mirellawollants2014@gmail.com