El balazo en el pie

Las “nuevas ideas” que nos proponen ahora desde el poder equivalen a que como hay ratones en casa, la incendio en lugar de exterminarlos. Algo así como el mensaje subliminal que le manda el presidente a sus opositores, hablando de “fuego” y después diciéndoles “van a encender algo que no podrán apagar”, justo un día después del incendio del Congreso de Guatemala

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Andrea Díaz de Alianza Woman remata para anotar ante Jocoro en partido de la fecha 3 de la segunda fase del Apertura 2020 de la liga femenina. Foto EDH / Cortesía Sofía Pérez

Por Mario González

2020-11-30 7:04:05

En Venezuela comen basura, en Nicaragua los escuadrones sandinistas persiguen a los opositores, el régimen tiene 60 años de mantener como esclavos a los cubanos, en Birmania reprimen hasta a los premios Nobel, en Irán y Arabia Saudita degradan a las mujeres, los comunistas del Jemer Rojo mandaron a la tumba a dos millones de camboyanos…
Todos estos países tienen algo en común: recibieron como héroes a quienes después se convirtieron en sus verdugos tras ofrecerles paraísos y bienestar para todos. Como las sirenas de la mitología con los marinos seducidos por sus cantos, después de atraer a pueblos enteros se convirtieron en oprobiosas dictaduras de todo signo.
Esos casos se me vienen a la mente cuando escucho a algunos decir que “nuestra institucionalidad ya no funciona”, que “hay que cambiarla radicalmente como la misma Constitución” y que “desde ya hay que desecharla”.
Nuestros mayores nos enseñaron que eso era el equivalente a “pegarse un balazo” en el pie, o en el peor de los casos, en las partes nobles…
Las “nuevas ideas” que nos proponen ahora desde el poder equivalen a que como hay ratones en casa, la incendio en lugar de exterminarlos. Algo así como el mensaje subliminal que le manda el presidente a sus opositores, hablando de “fuego” y después diciéndoles “van a encender algo que no podrán apagar”, justo un día después del incendio del Congreso de Guatemala. Eso más bien parece que es lo que quisiera, sobre todo al hablar de quemar a los diputados o fusilar a los magistrados. O cuando sus incondicionales amenazan a la oposición diciéndole que le quedan tantos días…
El demente emperador Calígula decía que cómo hubiera querido que el pueblo romano tuviera un solo cuello para volarle la cabeza de un tajo.
Coincidentemente, un despistado joven me decía que las instituciones “no le merecen credibilidad”; pero eso no quiere decir que vamos a desconocerlas y desacatarlas, le repliqué.
Si no nos parece el sistema, pues procuremos cambios democráticos y apegados a la ley, pero no intentemos dinamitar a las instituciones y al país entero.
En Guatemala se formaron escuadrones de exterminio al interior de la policía para acabar extrajudicialmente con delincuentes y narcotraficantes y la gente estaba feliz, pero poco tiempo después esa dicha se acabó porque esos mismos grupos se volvieron contra la ciudadanía y comenzaron a secuestrar y asesinar por encargo a quien fuera, además de transar con el crimen organizado. Lo que muchos aplauden ahora, mañana será su suplicio.
Las “nuevas ideas” —o “nuevas ideotas”— que nos proponen son como aquello de que “me tomo el veneno yo para que se muera mi adversario…”. Sí, ¿cómo no? “Nuevas ideas” de reciclados procedentes de los que ellos llaman “mismos de siempre”, a quienes les estorban las leyes y el derecho de los demás y se alimentan de la imposición y la represión.
Lo más fácil es derribar catedrales que costaron siglos en construirse y perfeccionarse, pero es lo que buscamos a veces, lo fácil, aunque nos lleve al suicidio.
Y prueba de que podemos perfeccionar nuestras instituciones y comenzar de nuevo es que alcanzamos la paz tras 12 años de guerra interna, sin necesidad de dinamitar la institucionalidad como se pretendía al inicio.
“Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”, nos enseñaban nuestros mayores. Pero encender velas que nos iluminen, no pavorosos incendios que nos alcanzarán a todos…

Periodista.