Mis respetos para quienes quieren optar para ser miembros del COENA y así dirigir el destino del que se puede considerar, hoy por hoy, el principal(¿?) partido político de oposición: ARENA. Ahorita a lo que aspiran es, más que un cargo honorífico, una papa caliente… y bien caliente.
ARENA viene perdiendo elecciones presidenciales desde 2009, fecha en que le entregó el poder al FMLN. Ahora bien, dejando a un lado el cisma sufrido con GANA, ARENA se ha logrado mantener punteando alto en las preferencias de los votantes en las elecciones legislativas, pero, no obstante los buenos resultados obtenidos en las elecciones de 2018, el fraccionamiento del partido ha sido a la vez acelerado y notorio.
Por tanto, quien tome las riendas del partido debe estar en capacidad de hacerle frente a muchos retos; el primero: ARENA se encuentra resquebrajado. Jalonado internamente por feudos políticos dominados por diputados y alcaldes, mini- intereses clientelares y macro-intereses de sus principales donantes. Todos ellos pocas veces coinciden; la mayoría, se encuentran en franca contradicción.
Para unir al partido, el COENA que resulte electo deberá ser capaz de limar las asperezas y rencores derivados de la elección del pasado candidato presidencial; atraer de nuevo, con un discurso de inclusión y tolerancia para las diferentes opiniones, respecto a los sectores, diputados y alcaldes “disidentes”, y abrir espacios para aquellos miembros del partido que no los hubieren apoyado en la elección. En otras palabras, unir y no dividir —aún más— a un resquebrajado instituto político.
Eso nos lleva a un segundo punto: la modernización. Si algo quedó claro el 3 de febrero es que la forma de hacer política ha cambiado. Nuevas Ideas demostró que es viable ganar una elección sin tener “estructura”; ello implica que contar con direcciones departamentales y municipales, oficinas en cada municipio o ciudad, secretarias, empleados, etc., no es “garantía del gane”, sino, por el contrario, es la causa de que el partido necesite cantidades importantes de fondos para mantener su burocracia funcionando y que, a la vez, sea formado por personas interesadas en apoyar a quien le puede asegurar su “hueso” y no al mejor candidato para alcalde, diputado o presidente. Son muy diferentes los intereses del “activista político” a los del “cliente político”.
La modernización implica convertir a ARENA en un partido más pequeño en términos de planilla interna, menos burocrático, más ágil al basar sus procesos en la tecnología, más transparente en cuanto a sus procesos internos y menos dependiente en una estructura fluctuante, que vota de acuerdo con las órdenes que recibe de personas o grupos de interés.
La modernización de ARENA también implica establecer, con claridad, cuál es la ARENA que tendremos para los próximos 40 años. La de los pasados 40 ya la tenemos clara: fue de vocación democrática, anticomunista, religioso-conservadora, con un muy marcado acento mercantilista.
El nuevo COENA deberá impulsar un debate interno, a efecto de determinar si esos principios son los que se quieren continuar defendiendo; o si por el contrario, el partido debe dar paso a ideas más liberales, en términos de economía de mercado (diferente al mercantilismo), apertura para otras ideas no convencionales, como separarse de un marco religioso (por tratarse de un partido político que debe ser plural), y aspectos de apertura social, respecto a su postura frente a la comunidad LGTBI, solo por mencionar unos temas.
En política nunca hay tiempo que perder. Tan pronto el COENA resulte electo, deberá sin tardanza abordar estos y otros importantes temas, tanto para el partido como para el país. Lo que le espera a la planilla de electos es una papa bien caliente, espero que no se les queme.
Abogado, máster en leyes. @MaxMojica