Vacunación contra COVID-19, nuestra sociedad y los niños

Los niños juegan un rol muy importante en esta enfermedad, representan el futuro de un país. Los casos por COVID-19 en esta población han sido bajos con muy baja mortalidad; diversos factores intervienen en esta situación, factores propios del niño como un sistema inmunológico joven y adaptable, con una respuesta rápida ante los factores infecciosos, así como también el único factor externo que ha sido el resguardo domiciliardurante la pandemia

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Milton Tigana Meléndez, director técnico de Alianza FC. Foto / Cortesía Alianza FC

Por Mauricio Ernesto Flores Morales

2021-04-04 6:18:40

Más de un año después de entrar en un proceso de cuarentena debido a la pandemia por COVID-19, y con cerca de 3 millones de muertes alrededor del mundo, nos encontramos en una fase crítica en la lucha contra el SARS-CoV-2, la vacunación masiva.
Mucho antes de iniciar el proceso de vacunación contra esta enfermedad, los diferentes gobiernos de todo el mundo entraron y continúan en una competencia por adquirir millones de dosis para poder cubrir las necesidades vacunales de sus poblaciones y tratar en lo posible de disminuir el impacto de la enfermedad, pero esta competencia ha sido sumamente desventajosa para los países con bajos recursos como el nuestro. La codicia, la corrupción, la deslealtad y el individualismo son algunas de las tantas situaciones que han llevado a la distribución e implementación desigual de las vacunas.
Previamente les había descrito como se da el proceso de desarrollar una vacuna(https://www.elsalvador.com/opinion/editoriales/vacunas-coronavirus/784380/2020/); estas etapas de desarrollo, desde fases preclínicas hasta la fase 3 en humanos nos permiten determinar características importantes al momento de implementar de forma masiva una vacuna (fase 4), como son seguridad, el régimen vacunal, inmunogenicidad y eficacia, por lo que para poder implementar una vacuna es crítico revisar la información completa de las diferentes fases, y no solo es hacer un visto bueno con data limitada. Es muy importante conocer que desarrollar una buena respuesta protectora contra la enfermedad, de forma individual, se alcanzará al menos 2 semanas después de la segunda dosis, pero que esto no implica que el resto de las personas estén protegidas. La protección general conocida como protección de rebaño solo será posible si alcanzamos coberturas arriba del 70% de la población, con esquemas completos.
Para el 30 de marzo del presente año, la OMS reporta 84 vacunas en fase clínica, pero muchas de estas pese a tener reportes de estar en fase 3 o 4, no tienen aún datos publicadosque puedan respaldar su uso de forma masiva. Pero esta realidad tiene otra óptica, enfrentar una pandemia, en la cual se necesitan todas las herramientas posibles para disminuir la letalidad asociada a la enfermedad y esto conlleva a la toma de decisiones basadas en un riesgo/beneficio de la intervención. Reflejo de lo anterior, han sido las licencias de uso de emergencia, licencias que han catalizado una disposición más rápida de diversas vacunas, sobre todo en países de bajo ingreso, pero que confiere una obligación ética y una responsabilidad grande a quienes toman estas decisiones de implementación. Los reportes de impacto sobre COVID-19, asociados a vacunación masiva en países como Israel han dado más esperanzas en lograr un control de esta pandemia, pero datos como los de Chile nos deben hacer pensar otras situaciones que no permiten el buen control de la enfermedad, como el buen uso de las medidas de bioseguridad. Chile ha generado una vacunación masiva, pero las tempranas aperturas económicas, sociales y educativas, así como la relajación de medidas de bioseguridad han provocado un nuevo repunte de casos.
Desde marzo del presente año, nuestra sociedad ha entrado en esta fase de implementación de vacunas y durante este período hemos tenido un sistema organizado de implementación con altos y bajos, con una alta demanda frente a una limitada oferta, esto en medio de una situación socio política compleja, que puede poner en peligro esta fase. El Estado debe buscar opciones para controlar la enfermedad, pero la toma de decisión debe ser sumamente crítica y responsable, escuchando la voz de expertos de diversas ramas. La hesitación de la sociedad ante la desinformación y falta de educación sobre vacunas contra COVID 19, hará que las metas de cumplimiento no sean las más adecuadas. Por otro lado, la sociedad debe ser más proactiva y congruente con la situación actual; el individualismo ha sido la bandera que más ha ondeado, cada uno, pensando en su salud, en su libertad, sin evaluar las posibles consecuencias de sus acciones. Las medidas de bioseguridad como el uso adecuado de mascarillas, lavado de manos con agua y jabón y el distanciamiento social deben seguir siendo reglas de oro, aún durante el período de implementación de vacunas.
Los niños juegan un rol muy importante en esta enfermedad, representan el futuro de un país. Los casos por COVID-19 en esta población han sido bajos con muy baja mortalidad; diversos factores intervienen en esta situación, factores propios del niño como un sistema inmunológico joven y adaptable, con una respuesta rápida ante los factores infecciosos, así como también el único factor externo que ha sido el resguardo domiciliardurante la pandemia. Estamos ante el inicio de clases semipresenciales y tenemos que ser conscientes de que los niños tienen la misma capacidad de transmitir este virus en el seno de nuestros hogares y si no los hemos preparado para llevar a cabo de forma adecuada las medidas de bioseguridad, tendremos un repunte de casos. El Estado, la sociedad y cada familia debemos educarlos, debemos sensibilizarlos y crearles criterio, debemos enseñarles responsabilidad social. Solo así esta generación podrá ser mejor que nosotros en tiempos de crisis.

Alergólogo Pediatra e Inmunólogo Clínico, Presidente de la Asociación Salvadoreña de Alergia, Asma e Inmunología Clínica, Miembro del Comité Asesor de Prácticas en Inmunizaciones