Un 15 de septiembre histórico

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Por Teresa Guevara de López

2021-09-19 5:00:35

Y llegaron los 200 años de nuestra Independencia, sin conocer los actos que el Gobierno realizaría que costarían $1 millón. En 1911, para recordar los 100 años del Primer Grito de Independencia, tenemos el imponente monumento en la Plaza Libertad, con un ángel esculpido por el insigne artista italiano Francisco Durini.

De construcción reciente, el majestuoso monumento a los próceres, cerca de la antigua Casa Presidencial en San Jacinto, donde descansan los restos de Manuel José Arce, que fueron trasladados en solemne desfile militar, desde su sepulcro en la Iglesia de la Merced. Nuestros antepasados demostraron su amor a la Patria con bellos monumentos, que contrastan con el mal gusto que exhiben edificaciones recientes.

Bukele anunció que estaría haciendo historia, refundando la República con una nueva Constitución. Sin desfile con cachiporristas, ni despliegue de unidades militares, ni acrobacias de paracaidistas en el estadio. Pero la celebración de esta gloriosa fecha superó todas las expectativas, porque el protagonista fue el pueblo salvadoreño, marchando unidos para defender nuestra democracia y libertades.

Fue un grito espontáneo que logró unir a partidos políticos antes enfrentados, a sindicalistas, excombatientes, médicos, abogados, jueces, los Magníficos Magistrados de la antigua sala. Hombres, mujeres, ancianos, jóvenes que nunca habían participado en una movilización semejante, colectivos, diferentes entre sí, pero unidos por una misma pasión.

Las convocatorias en redes sociales motivaron al pueblo a decir BASTA YA, a tantos abusos de quienes pretendiendo combatir la corrupción, han hecho desaparecer miles de millones de dólares, sin dar cuenta a nadie, pero acusando a los mismos de siempre, mientras presumían de que el dinero alcanza cuando no se roba.

Las pancartas reflejaban la indignación por los atropellos realizados por Bukele y sus serviles funcionarios, mediante leyendas ingeniosas y divertidas, escritas con el hígado pero con gran creatividad y sentido del humor. NO a la reelección. NO a la dictadura. NO a la indiferencia por los desaparecidos y un NO rotundo al Bitcoin. Los matones encapuchados infiltrados mancharon y destruyeron cajeros Bitcoin, fueron identificados al llegar en el mismo vehículo en que repartieron paquetes de alimentos, cuyas placas el pueblo reconoció.

Pero Bukele hizo oídos sordos al clamor popular, realizando su show particular retransmitido en cadena nacional desde CAPRES, con kilómetros de alfombra roja, nutrido elemento de tropa, funcionarios cyan y los sufridos miembros del cuerpo diplomático que aguantaron de pie una ceremonia con grandes fallas de protocolo. Las notas marciales de nuestro Himno Nacional, entonadas de una manera muy pobre, por una pareja de cantantes, cuyas voces no alcanzaban las exigencias de la melodía, y que por momentos desafinaban. Triste espectáculo.

El Presidente, indignado, calificó la marcha de grupos pagados por la oposición perversa, financiada por países extranjeros, que lo tildan de dictador, cuando aquí no hay represión, y AÚN no se ha usado gas pimienta. Insistió en enumerar supuestos logros de su administración, una inexistente reactivación económica y la amenaza de una pronta reforma de pensiones. Anunció grandiosos proyectos: aeropuerto en oriente, nuevos hospitales, tren, mega puente en Los Chorros, todos irrealizables por falta de recursos, por la inmensa deuda y la desconfianza de organismos internacionales.

Cerca de la medianoche, el oscuro proyecto de la nueva Constitución fue presentado sigilosamente, temiendo un justo rechazo del pueblo ante semejante atentado a las leyes contenidas en nuestra Carta Magna.

Para los salvadoreños fue una gloriosa jornada histórica, una fiesta cívica de patriotismo y de esperanza, que demostró que todos unidos somos capaces de los mayores sacrificios para recuperar la libertad que nos legaron nuestros próceres y no estamos dispuestos a perder.