Martínez Moreno, Maestro del Idioma: "Media Toga"

Sería presuntuoso tratar de definir aquí la esencia del estilo y magistral manejo del idioma del Dr. Martínez Moreno, pero sí considero válido opinar sobre lo que se aprecia a primera lectura: su apasionado “temperamento literario”.

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Foto/ EFE

Por Rolando Monterrosa

2021-10-08 10:08:19

Para escribir sobre la obra del Dr. Alfredo Martínez Moreno, sus logros profesionales e incalculables servicios a la Patria, se requerirían innumerables volúmenes por lo que, en este limitado espacio, sólo haré una breve exposición personal de algunos de sus rasgos literarios con base en dos de sus múltiples ensayos.
En mi adolescencia supe de Alfredito, como lo llamaba con afecto mi padre Manuel (Meme) Monterrosa, su amigo por muchos años, mediante sus comentarios acerca de aquel culto abogado que tenía por singular pasatiempo el visitar las necrópolis de los países adonde viajaba, para copiar los epitafios grabados en las tumbas de personajes célebres. Se entretenía, cuenta mi padre, tomando notas por las calles y avenidas del cementerio Père-Lachaise, en París, donde están enterradas, entre muchas otras luminarias de la literatura universal, Víctor Hugo y aquel infortunado escritor irlandés, exiliado en Francia, de escandalosa aunque fecunda vida, Oscar Wilde
Según se desprende de sus propios relatos, frecuentó asimismo los eternos testimonios lapidarios de muchos otros cementerios como el de Montparnasse, también en París, lugar de descanso de Guido de Maupassant, precursor del cuento moderno, de quien Martínez Moreno ha escrito una hermosa biografía, y el Cementerio Central de Viena, donde se halla la tumba de Franz Schubert, a poca distancia del mausoleo de Beethoven, a quien el músico consideraba su maestro. Se puede asumir que las visitas a los camposantos son sólo parte del disciplinado ejercicio del autor que sometía sus escritos a una micrométrica investigación sobre las vidas y realizaciones de cada uno de estos personajes.
Además de esa indeclinable responsabilidad hacia sus lectores, la prosa de Martínez Moreno es erudita, florida, limpia, fluida, rítmica, sugerente de imágenes y estados de ánimo; está construida con palabras sonantes y resonantes que el oído advierte aunque se lean en silencio. Y así se comprueba en el relato de La Serenata de Schubert en la que el discurso del autor, sosegado al principio, brota de las páginas como si estuviera acorde con los serenos compases iniciales de la hermosa “lied”. Hay una escena domestica que el autor dibuja con cálidos trazos cuando dice que su padre pone en marcha el gramófono “Victrola”, de amplia trompa metálica, desde la que casi nos hace oír el pertinaz “scratch” de la aguja de acero sobre el surco del disco de negra baquelita. De pronto la melodía sorprende con giros apasionados, que parecen formar espontáneo dueto con el vigoroso texto del ensayista.
Esa misma experiencia vive el lector con la biografía de Guido de Maupassant, en la que Martínez Moreno presenta al escritor de narraciones breves, de final abierto, al hombre y literato, maestro de todos los del género que en el mundo le sucedieron, hasta llevarnos a su patético final acaecido tras una prolongada agonía cuando, perdida la razón y sifilítico, muere en un manicomio parisino. De nuevo encontramos en la redacción de Martínez Moreno, las reposadas cadencias del comienzo y la gradación ascendente del drama que nos estremece en su conmovedora culminación.
Media Toga, que es parte de una serie que suma varios tomos, contiene bien documentadas interpretaciones de las obras y el carácter de destacados personajes, así como registros de importantes acontecimientos en la historia de la humanidad, en particular de Iberoamérica y El Salvador. En ella abundan las presentaciones académicas, discursos, antologías y semblanzas sobre Francisco Gavidia, Hugo Lindo, Serafín Quiteño, David Escobar Galindo, Matías Romero y muchos otros, que constituyen una rica fuente de datos para los estudiosos de nuestros esclarecidos ingenios.
Sería presuntuoso tratar de definir aquí la esencia del estilo y magistral manejo del idioma del Dr. Martínez Moreno, pero sí considero válido opinar sobre lo que se aprecia a primera lectura: su apasionado “temperamento literario”.
Nuestras condolencias a doña Alicita, su esposa, y a la familia Martínez Moreno.

Periodista