El precio de la felicidad

La ignorancia es felicidad. Por eso, quien no se sienta preocupado por la situación que atraviesa nuestro país, realmente no entiende qué es lo que sucede en El Salvador.

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Gustavo Villatoro, Ministro de Seguridad, entrega proyecto de reforma al Código Penal, a Ernestro Castro, presidente de la Asamblea. Foto Cortesía

Por Marvin Navarro

2021-07-27 1:57:45

Dicen que la ignorancia es sinónimo de felicidad, y eso lo aprendí a la fuerza. Poco o nada te habla la escuela de todo aquello que formará parte de la vida adulta. Aquellos tiempos en los que no sabía nada sobre política, economía, filosofía e historia eran quizás los más felices, puesto que ninguno de esos temas me preocupaba. El que no se informa es el mismo que nada cuestiona, el mismo que nunca aprende de los errores y que, en consecuencia, está condenado a repetirlos.
Yo tuve la oportunidad de estudiar y por eso puedo afirmar que salir de la escuela es darse cuenta de que vivías en una burbuja muy pequeña. El mundo es enorme y muy diverso, está lleno de dificultades y todo tipo de problemas sin resolver a los que debes enfrentarte. Del mismo modo, tuve la oportunidad de acceder a estudios superiores, pero es ahí en donde la ilusión de felicidad comenzó a desaparecer, pues comencé a preguntarme los motivos por los que el ser humano se comporta como lo ha hecho en toda su historia.
Conocer un poco de historia del mundo me hizo ver que muchas de las cosas que damos por sentadas no siempre han estado con nosotros. ¿Cuántos miles de años de historia tienen las sociedades que la humanidad ha construido? Hace apenas un siglo veíamos uno de los primeros intentos de participación política femenina en El Salvador. Prudencia Ayala fue un hazmerreír para los hombres de la época porque, según ellos, la mujer era inútil y no servía para atender asuntos políticos. Solo desde 1950 el voto de las mujeres fue tomado en cuenta.
Existen tres cosas de las que se dice que no se debe discutir: religión, fútbol y política. A medida que los tiempos avanzan, las sociedades se vuelven menos conservadoras en algunos aspectos; sin embargo, ¿qué pasaría si uno va donde su abuela a decirle que Dios no existe? Posiblemente, se molestará, terminarán discutiendo y se sentirá culpable por pensar que no han criado bien a sus nietos. ¿Qué pasa cuando dos fanáticos discuten sobre fútbol? Tal vez terminen resolviendo la discusión a golpes. ¿Qué sucede cuando cuestionas la creencia política de alguien? ¿Acaso no sucede lo mismo? En primera instancia, el individuo se molesta; posteriormente, puede lanzar todo tipo de insultos para mantenerse a la defensiva porque nadie puede meterse con su partido.
En sus inicios, el catolicismo fue perseguido y el Coliseo romano era un teatro en donde los creyentes católicos eran despedazados por leones. Con el tiempo, Constantino, emperador de los romanos, ordenó la libertad de culto y el catolicismo pudo expandirse rápidamente. Sin embargo, muchos años después, la religión católica condenaba a todo aquel que se oponía a su doctrina. Era una pelea del fanatismo religioso contra los llamados “herejes” que no aceptaban esa religión en sus vidas. La Iglesia desarrolló los métodos de tortura más crueles que la humanidad ha conocido.
En aquellos días, muchos veían a la cacería, tortura y asesinato de personas no creyentes como un deber moral y lo consideraban correcto. ¿Aprendieron algo de su historia? No, solo la repitieron bajo otras condiciones, con otros verdugos y con otras víctimas. Hoy en día, es impensable vivir algo similar, pero, incluso ahora, el fanatismo hace que veamos de menos a personas que practican otras religiones o que simplemente no practican ninguna. De igual manera, vemos como enemigo al que apuesta en fútbol por un equipo que no es el favorito. Y, asimismo, hemos fanatizado la política y creado un enemigo al que combatir. ¿La humanidad está aprendiendo de sus errores? No, ni siquiera conocemos nuestra historia, no hemos aprendido de ella, solamente vivimos de la desinformación de cada día.
La ignorancia es felicidad. Por eso, quien no se sienta preocupado por la situación que atraviesa nuestro país, realmente no entiende qué es lo que sucede en El Salvador. Existen muchísimos jóvenes estudiantes con una gran incertidumbre sobre el destino de la nación, pero que deben enfrentarse a la pregunta estrella de un fanático “¿Dónde estuviste hace 20 ó 30 años?”. Claramente, muchos de los que ahora tenemos voz y voto ni siquiera existíamos o teníamos consciencia de la realidad de El Salvador.
A pesar de no haber sido autores de tanto mal, ahora nos corresponde enfrentar a una sociedad dañada, herida, dolida, poco educada y muy fanatizada. Si nosotros no aprendemos de los errores del pasado y seguimos caminando ciegamente, las futuras generaciones pagarán el precio de nuestra ignorancia, así como nosotros estamos pagando por la ignorancia de los que, en su momento y en tiempos de guerra, tuvieron en sus manos a El Salvador y prefirieron cortar presupuesto a la educación para dárselo a las armas.

Estudiante de Economía y Negocios
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)