Las lecciones que nos dejó Pipe

Pipe me enseñó que la fuerza, la valentía y el corazón pueden ser enormes en alguien que es pequeño. Pipe me enseñó que la felicidad está amarrada a la familia y a la fe, y que el amor y la esperanza le ganan por lejos al miedo...

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Messi y compañía, en el último entreno antes del juego ante el Bayern. / Foto Por EFE

Por Gerardo Muyshondt

2020-09-18 9:03:06

El 1ro de Septiembre de 2015, mi vida cambió para siempre.
Mi esposa, Patty, tenía 8 meses de embarazo y estábamos felices de que pronto iba a nacer Marcelo, mi tercer varoncito. Mi vida era perfecta. Llevamos a Pipe, que acababa de cumplir 2 años, a que le hicieran una resonancia magnética porque parecía que estaba perdiendo el balance.
Pocos minutos después nos tocó escuchar las palabras “hijo”, “tumor” y “cerebro” en la misma oración. Y así, por primera vez en la vida, entendí el significado de la palabra “miedo”.
En unos pocos minutos, como familia, nos tocó reinventarnos. Los planes que llevábamos trazando toda una vida, las prioridades y nuestros compromisos, fueron sacudidos por completo.
Empezamos la batalla más difícil e importante de nuestras vidas. También, una experiencia llena de aprendizajes que nos marcaron para siempre.
Siempre había creído que las lecciones más valiosas que se podían aprender iban a venir de personas con más canas que uno. Con más rodaje, con más experiencia. Nunca me imaginé que la persona que más me iba a enseñar de la vida era una niño. Mi niño.
A sus 2 años, Pipe empezó a darme lecciones. Me enseñó que la fuerza, la valentía y el corazón pueden ser enormes en alguien que es pequeño.
Pipe me enseñó que la felicidad está amarrada a la familia y a la fe, y que el amor y la esperanza le ganan por lejos al miedo.
De él aprendí a que los amigos se pueden volver familia. Y que en la familia siempre están los mejores de los amigos.
Me enseñó que llena más hacer algo por alguien más, que por uno mismo, y que el cariño de un extraño que te apoya llena igual o más que el de un conocido de toda la vida.
Pipe me enseñó que las lágrimas son pasajeras, mas no así la felicidad. Y que se puede ser feliz a pesar de la adversidad y las dificultades.
Pipe me enseñó que la vida no es fácil, pero que enfrentando sus desafíos con gallardía y sin excusas es que uno encuentra en ella un verdadero propósito para vivirla.
Pipe me enseñó que un tumor y su tratamiento te pueden quitar el pelo, el hambre, el sueño y hasta la vista, pero jamás tu sonrisa, ni tu espíritu.
Mi gordo, mi príncipe, siempre mi ángel.
Me enseñó que miles cargamos cruces todos los días. Algunas más pesadas o visibles que otras. Y que la única manera de aliviar esas cargas, de superar esos retos, es realizando que nunca estamos solos.
Ahí está Dios. Ahí está la familia. Ahí están los amigos. Ahí están los extraños de buen corazón. Ahí estamos los unos por los otros para ayudarnos siempre. Todos.
De nosotros depende ponernos abajo del peso que tienen los demás para ayudarles a aliviar sus cargas, o ponernos por encima de ellas, volviéndolas más pesadas.
En esta vida estamos todos juntos. Por eso hoy hablo en presente y no en pasado cuando les digo: #TodosSOMOSPipe

Publicista y cineasta salvadoreño