Guerra de trincheras vrs. 176 inocentes

Lamentable y terrible paréntesis en la confrontación caliente que se llevan los Estados Unidos e Irán, el derribo del avión ucraniano y de sus 176 víctimas inocentes subrayó los límites que nadie tiene interés en cruzar.

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Foto: Agencias

Por Pascal Drouhaud

2020-01-14 6:08:42

En plena crisis entre los Estados Unidos e Irán y pocas horas después de las represalias iraníes contra dos bases militares usadas por fuerzas norteamericanas en Irak, un avión Boeing 737-800 de la compañía Ucrania Internacional se estrelló en los suburbios de Teherán. Dos minutos después de su despegue del aeropuerto internacional Imán Jomeini, mientras su ruta lo tenía que llevar hacia Kiev, la aeronave PS 752, con 176 personas a bordo, estalló en pleno vuelo.
Ochenta y dos iraníes, 63 canadienses, 11 ucranianos, 10 suecos, cuatro afganos, tres alemanes y un británico murieron en esta catástrofe, causada con misiles de una batería de defensa anti-aérea Tor M-1, de fabricación rusa. Estos forman parte de un sistema de baterías móviles compradas por Irán en 2007 para abatir objetivos a baja y media altitud. El avión ucraniano estaba a 2500 metros de altura en el momento del impacto.
Estupor, sorpresa, repudio… tales fueron las primeras reacciones internacionales no más llegó la información. Pero muy rápidamente surgieron las sospechas de un disparo por misil contra el avión. Entre la tensión extrema, de paranoia y riesgos de escalada militar, después de la muerte del general Qassem Soleimani en Bagdad el 3 de enero pasado, el escenario de un disparo militar parecía lógico. Unas horas antes, Teherán acababa de disparar 22 misiles contra las bases de Aïn Al-Assad en el oeste de Irak y de Erbil en el territorio kurdo en el norte del país.
La confirmación llegó brutalmente el 11 de enero pasado: las más altas autoridades de Irán admitieron la tesis que salía al aire desde la catástrofe: el avión fue derribado por un misil. Fue el propio presidente Rohani quien presentó excusas oficiales, calificándola como “una gran tragedia y un error imperdonable”.
Obviamente, el drama lleva una carga humana terrible : 176 víctimas, tantas familias impactadas y con ellas países en duelo. Canadá aloja la comunidad de ciudadanos de origen iraní más importante en el exterior de Irán: más de 200.000 personas.
Esta declaración oficial iraní tiene una dimensión política fuerte: reconoce sin excusas el origen del drama y así Irán intenta apagar la polémica. Responsables pero no culpables. Teherán da a entender que la tensión con los Estados Unidos provocó un “error humano”.
Los iraníes explicaron que el avión civil fue considerado como “hostil”. El comunicado de la agencia oficial de prensa Irna afirmó que “en una situación de crisis y sensible, el vuelo 752 de Ucranian Airlines despegó del aeropuerto Imán Jomeini y, dando vuelta, (pareció aproximarse) de un centro militar sensible de los Guardianes de la Revolución”. El comandante de la sección aeroespacial de los Guardianes de la Revolución, el general de brigada Amirali Hajizadeh, asumió la “total responsabilidad”.
“Error” militar en un contexto geopolítico que ofrece la triste oportunidad de poner en mudo el violento debate sobre la decisión de eliminar a Qassem Soleimani y las consecuencias del acto. Como siempre en estos momentos tan delicados, la lógica de Estado no coincide con la dimensión humana del drama. En esta lógica fría de Estado, el derribo del avión debilita la posición de Irán. Seguramente, esta situación explica en gran parte la cara en aprietos de Teherán y sus completas disculpas. Irán entendió que la negación del drama podía provocar una aceleración del aislamiento internacional, abriendo una brecha para que sus adversarios, en primer lugar, los Estados Unidos, refuercen sus argumentos de denuncia de “un régimen terrorista”.
Tensiones internas después de semanas de manifestaciones en octubre-noviembre de 2019 que concluyeron con la muerte de centenares de manifestantes, presión sobre la economía a raíz de la sanciones de los Estados Unidos que conciernen también filiales empresariales extranjeras, incluyendo europeas, Irán no se podía permitir la aparición de un frente jurídico internacional suplementario.
A pocos días de ver el acta de acusación en el proceso de impeachment, transmitido en el Senado por la presidenta del Congreso, el presidente Trump consolidó su posición frente a Irán. Esta posición de comandante en jefe fuerte le será útil mientras entramos en un año electoral esencial.
Lamentable y terrible paréntesis en la confrontación caliente que se llevan los Estados Unidos e Irán, el derribo del avión ucraniano y de sus 176 víctimas inocentes subrayó los límites que nadie tiene interés en cruzar.
Pero el fondo del problema sigue: ¿qué pasa con el aparato nuclear iraní? Su vocación civil sería una máscara para ocultar un voluntad de llegar a un potencial militar, siendo los intereses occidentales y en el primer lugar estadounidense e israelí potencialmente impactados.
Guerra de trincheras o guerra caliente en las próximas semanas, lo cierto es que la tensión quedará viva en Medio Oriente.

Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr