Greta y los caballos

Así como el automóvil movido por combustible fósil desplazó al caballo y le brindó a la humanidad un nuevo medio de transporte muy superior a lo existente en los últimos 2,000 años, estamos ahora a las puertas de una era en que innovadores como Tesla nos brindarán vehículos sin emanaciones, sin residuos de aceite, que se conducen y parquean solos y así evitan contaminación y accidentes, lo cual mejorará enormemente la calidad de vida de la humanidad.

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Xiomara Cruz se sometió al tratamiento y quedó embarazada. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Por Max Mojica

2019-11-17 8:45:21

Greta Thunberg es la cipota medioambientalista que dejó con la boca abierta al mundo, cuando acudió a la Asamblea General de la ONU a decirle un par de verdades a los representantes de medio planeta, para exigirles acciones más claras para detener el calentamiento global. Pero si Greta hubiese vivido en el Siglo XIX, hubiera denunciado la situación… pero en relación a los caballos.

Cuando el mundo entró en la era moderna se urbanizó a pasos agigantados. Los grandes centros urbanos como Londres, París, Nueva York y Chicago sumaban millones de residentes los cuales necesitaban transporte, el cual generaba el problema que los economistas llaman “externalidades negativas”. Si está pensando en el smog generado por los vehículos, está equivocado, ya que, para la época, el principal medio de transporte era el caballo.

Los problemas generados por este medio de transporte eran varios y notorios. Ser atropellado por un caballo o carreta tirada por estos, era sumamente común, ya que controlar a un caballo desbocado enganchado a una carreta no es tan fácil como se aprecia en las películas. Por otro lado, la cantidad importante de caballos en las ciudades generaba presión por el aumento en el consumo de alimentos que, en vez de terminar en las mesas de las familias, terminaban en los establos. Casualiza que humanos y caballos compartimos -en alguna medida- los mismos alimentos (maíz y cebada), lo cual hacía que estos escasearan y aumentaran los precios.

Si eso no fuese suficiente, se generaba un problema adicional: el estiércol. Un caballo promedio produce 18 libras de estiércol al día. Si multiplicamos los doscientos mil caballos que existían en promedio en las grandes ciudades, éstos generaban más de dos mil toneladas de desechos al día, lo cual implicaba un enorme problema de salud pública.

En los solares neoyorquinos, el estiércol se amontonaba hasta alturas de 18 metros. Las aceras rebalsaban de él similar a como se amontona la nieve en invierno. En verano, el hedor de las ciudades era insoportable, mientras que, durante la lluvia, el aguacero arrastraba correntadas de estiércol que inundaba calles y los sótanos de las casas.

Para quienes tengan la oportunidad de visitar Nueva York y apreciar sus muros de piedra marrón (se pueden imaginar de dónde les viene el color), con las elegantes escalinatas que hacen que las casas estén construidas varios metros por arriba de las aceras, recuerden que este diseño surgió por el estiércol: era la respuesta técnica que brindaron los arquitectos ante tan serio problema, para evitar que su acumulación taponara las puertas de las casas.

De repente el problema desapareció. Esto no se debió a leyes ingeniosas de parte de los legisladores ni a la intervención del Estado ni a un milagro de Dios. El problema se resolvió mediante innovaciones tecnológicas impulsadas por el capitalismo: el caballo fue desplazado por el tranvía y el automóvil, inventos generados por el ánimo de lucro de sus creadores.

Si se compara con el caballo, ambos sistemas de transporte (novedosos para la época) son incomparablemente más limpios, seguros y eficientes. De esa forma, el automóvil fue proclamado como el “salvador” del medio ambiente.

Ahora volvamos a Greta. El “salvador” del siglo XX nos ha metido en problemas en el siglo XXI. Greta, así como las ONG y movimientos de izquierda verde, proclaman que se nos viene encima un “apocalipsis medioambiental”, pero estas personas y movimientos no toman en cuenta la “destrucción creativa” de la que es capaz el ser humano, cuando el Estado le permiten pensar, trabajar y crear con libertad.

Así como el automóvil movido por combustible fósil desplazó al caballo y le brindó a la humanidad un nuevo medio de transporte muy superior a lo existente en los últimos 2,000 años, estamos ahora a las puertas de una era en que innovadores como Tesla nos brindarán vehículos sin emanaciones, sin residuos de aceite, que se conducen y parquean solos y así evitan contaminación y accidentes, lo cual mejorará enormemente la calidad de vida de la humanidad.

Para las “Gretas” de este tiempo, estamos a las puertas del apocalipsis medioambiental; pero para los que creemos en la infinita capacidad creativa de los hombres libres, el futuro apenas comienza…

Abogado máster en Leyes. @MaxMojica