Cuando el presidente Donald Trump anunció el domingo 27 de octubre de 2019 la muerte del jefe del grupo yidadista Estado Islámico, Abu Bakr Al-Baghdadi, acariciaba una victoria cargada de simbolismo para Washington.
La operación llevada a cabo por los “Delta force”, fuerzas especiales que actuaron en la región de Idlib, en el norte-oeste de Siria, ofrece a los Estados Unidos varias oportunidades estratégicas tanto como políticas :
-permite, obviamente, reafirmar el compromiso de Estados Unidos contra el terrorismo islamista.
-unos días después de la decisión de retirar sus fuerzas especiales en el norte de Siria, el presidente Trump revela su presencia de manera más firme.
-Por otra parte, puede a corto plazo borrar el sentimiento de abandono de los aliados kurdos que había dejado el retiro de los soldados norteamericanos de la zona fronteriza entre Turquía y Siria. Esta impresión de abandono empezaba a crear un malestar hacia Washington y los Aliados.
De verdadero apellido Ibrahim Awad al-Badri, Abou Bakr al-Baghdadi habría nacido en 1971 cerca de Bagdad. Hijo de una familia pobre, intentó volver abogado, militar, pero el fracaso a los exámenes lo llevó a estudiar teología y dedicarse a crear un grupo yihadista después de 2003, año de la intervención estadounidense en Irak. Estando encarcelado en la cárcel de Bucca, conocida bajo el sobrenombre de “la universidad de la Jjihad”, se enlazó con varios miembros de grupos terroristas que le permitirán, años después, crear un movimiento de guerrilla sunnita, aliado un tiempo con Al Qaeda de Osama Bin Laden, antes de crear su propio grupo, Estado Islámico.
Por cierto, la cadena de mando del Estado Islámico está, en parte, integrada por ex-miembros de los servicios secretos iraquíes en la época de Saddam Hussein, lo cual le permite crear una estructura secreta, operacional. Al nivel político, después de haberse instalado en Siria en 2013, Al Baghdadi atrae miles de seguidores delante de los cuales se proclama “califa” de un estado en formación, el Estados Islámico.
En 2013-2014, el Estado Islámico, después de operaciones militares en Siria e Irak, podía contar con regiones de Mosul, en el norte de Iraq, Idlib, Raqa en Siria. Fueron ellos los que destruyeron los sitios antiguos de la mítica Palmira, matando centenas de civiles, entre ellos el emblemático director de las antigüedades de la ciudad mítica, Khaled Al Assad, asesinado de manera infame a sus 82 años. Palmira fue un culmen y a la vez pérdida del Estado Islámico, que desde entonces registró derrotas sobre el terreno.
Varios terroristas en el mundo, tanto como organizaciones como Boko Haram en Nigeria, se reividicaron del Estado Islámico (Isis/ Daech) realizando atentados en 20 países de África, Europa y Asia: 83 atentados perpetrados en nombre de EI/ Daech/Isis, dejando más de 1600 muertos. Pensamos por supuesto en los atentados y en las víctimas, en Francia, de París y alrededores en noviembre de 2015 ( 131 muertos, 413 heridos), tanto como de Niza, en julio de 2016 ( 86 muertos, 458 heridos).
Declarándose Jefe, “califa” de este “proto-Estado”, Abu Bakr Al Baghdadi llama a la guerra. Lo hizo en su única aparición pública en 2014 en una mezquita de Al Nouri en el norte de Mossul en Irak. Allí llamó a la lealtad a todos los musulmanes.
Desde entonces, EI conoció derrotas repetidas : el hecho de que Al Baghdadi haya muerto en el pueblo de Barisha, cerca de Idlib, en una banda de unos kilómetros en la frontera siria-turca, demuestra además que los últimos combates militares contra EI se llevaran en esta región.
La guerra que libra Damas contra EI se acabará allá, probablemente con la victoria siria y su aliado ruso. Por cierto, ha sido interesante oír los agradecimientos que hizo el presidente Trump a Rusia, Siria, Turquía, Iraq y los kurdos. Si quiere mostrar que los Estados Unidos siguen en el juego militaro-diplomático regional, recuerda quiénes son los nuevos actores. Unos grandes ausentes : los europeos que jugaron un papel hasta 2013 pero que desaparecieron de este región mientras la presencia rusa y turca se reforzaba.
Hoy en día, a nivel geográfico el Estado Islámico está viviendo sus últimas horas. Pero la ideología sigue, tiene audiencia. Puede resurgir un fervor que refuerce la amenaza terrorista. El nivel de alerta, dentro de Europa, está elevado y sigue vigente.
¿Cuáles son las nuevas cartas diplomáticas regionales del Presidente norteamericano? Con su declaración tan bien realizada en términos de dramaturgia, sabe que sus ciudadanos son más aislacionistas. Les debe satisfacer pero conoce los desafíos en término de seguridad pero también económicos que deben enfrentar los Estados Unidos. Será la razón por la cual dijo también que sus fuerzas militares estarán concentradas en las zonas de producción de petróleo? Existe un contradicción estratégica que puede beneficiar a una voluntad de congelar las posiciones de los actores contemporáneos ahora que el peligro del grupo terrorista Estado Islámico se deshace. Pero hace también política interna, a 12 meses de las elecciones presidenciales: quiere mostrar que no dejó a los kurdos, a quienes saludó en su mensaje del 27 de octubre. Y está diciendo: ¡estamos cumpliendo! Poco importa que se refuercen otros actores como Rusia o Turquía. Lo esencial es la definición de objetivos que los Estados Unidos siempre alcanzan. Es el mensaje que aparece a través de esta declaración que quiere ser histórica.
El Presidente Trump, a través de su anuncio, quiere demostrar que nunca dejó su objetivo anunciado en la Casa Blanca en enero de 2017: liquidar al EI/ Isis/ Deach y seguir en la erradicación de los movimientos terroristas islamistas.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN).