(Nota: la siguiente crítica excluye a quienes respetan las leyes tránsito y la vida humana). La muerte al volante recorre calles y autopistas. “¡No es un animal a quien han matado!” exclamaba transida de dolor y desesperación la madre de Esmeralda. Esmeralda, una joven del occidente del país, con ocho meses de embarazo, atropellada mortalmente por un vehículo a gran velocidad que se dio a la fuga. Los cafres que conducían el automotor iban ebrios y endemoniados. Es el luto diario de las carreteras de nuestro país. País de calles sin ley -como la antigua “Calle sin Ley” del mismo pueblo de Sonsonate- donde antaño imperaba libremente el crimen y la impunidad. Desalmados, prepotentes, inconscientes y potenciales homicidas -poseídos por el fantasma de la tragedia- se desplazan en las vías, cobrando a diario vidas inocentes, cuya muerte normalmente queda en la impunidad. “No fue un animal a quien mataron” -diríamos como la madre de Esmeralda. Fue un animal quien le mató. Hasta que las leyes de tránsito operen eficientemente en nuestro país, el crimen vial seguirá enlutando a los silenciosos corderos de la población, en un claro desprecio a la vida y a la paz. <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C. Balaguer-Amazon>
“No es un animal a quien mataron”; es un animal quien lo mató…
2021-01-07 7:13:18