El éxito no se encuentra en las redes sociales

La cultura digital está dolorosamente basada en un planeta lleno de problemas, heredados desde hace más de 8 mil años de nuestra historia, que deben resolverse primero.

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La fila de furgones es de 12 kilómetros. Foto EDH: Insy Mendoza

Por Eleonora Escalante

2021-03-25 7:40:53

La seducción del uso de plataformas digitales ha acrecentado el valor de la popularidad no necesariamente con base en contribuciones positivas para la humanidad, sino porque están fundamentadas en audiencias que ofrecen números de seguidores/likes/suscriptores de sus cuentas en redes sociales. Nada que sea bueno es gratis, o se consigue fácil o a la velocidad de la luz. Lamentablemente la cultura digital de nuestra era pareciera que regala ofertas de éxito inmediato entre los más jóvenes, quienes, seducidos por historias de otros recientes famosos a causa de las redes sociales, creen que el laurel de la cima se encuentra en la notoriedad y en la rapidez con la cual suben.

El disparate de confiar en ser celebridades pagadas por patrocinadores, quienes los valoran por la cantidad de seguidores, es solo una ilusión momentánea. El error más grave es engañar a una generación tan incipiente y en formación a que conciba el trofeo de la fama digital como medida fundamental de vida. Ni el éxito verdadero se mide en términos de redes sociales ni es como la espuma ni se alcanza de manera viral.

La cultura digital, la cual defino como la utilización de las nuevas tecnologías disruptivas cuya columna vertebral de comunicación es el Internet, comenzó a masificarse desde el advenimiento del I-Phone en la década pasada. Es muy poco tiempo el que ha pasado desde entonces. Menos de 13 años. Cuando se decide darle rienda suelta a la utilización de todos los nuevos inventos tecnológicos que vemos en los eventos de CES en Las Vegas, nos hemos dejado embelesar por la fantasía de que dichas tecnologías son lo mejor, son la perfección, y poco a poco se ha ido destruyendo lo que tradicionalmente hacíamos bien; no solo para hacer nuestras actividades, sino también para pensar, para decidir, y para implementar. Como todo lo nuevo, los primeros que utilizan las primicias digitales han logrado aquilatar no solo millones de millones de dólares, sino también cautivan a los más chiquitos (los nacidos después del año 2000), que caen en la trampa sin ningún discernimiento. Sin embargo, nadie les explica a los que vienen entrando al mercado laboral que la masificación digital, al hacerse tendencia utilizada por todos, no solo poco a poco va a abaratar los precios de los productos de estas industrias digitales, sino que todo su desdén y rechazo a la cultura de alta calidad artesanal,será su propia auto inmolación en el futuro.

Ni la popularidad es una medida de éxito, ni el sentido de la vida se fundamenta en esclavizarnos a hacer todo con las tecnologías emergentes. Que personas se hagan notorias en base a una cantidad máxima de suscriptores en Youtube como Pew Dew Pie (con más de 108 millones de suscriptores), o que a Barak Obama lo sigan más de 130 millones de personas en Twitter, o que Facebook haya atraído más de 27.2 billones de dólares en ingresos publicitarios en el último trimestre del 2020; no significa que ese sea el apropiado camino al triunfo. Especialmente cuando hay tantos problemas a resolver en el planeta que hacen de este modelo económico digital, un sistema frágil y profundamente vulnerable, ante cualquier amenaza que surja de las mismas tecnologías que los han creado. La cultura digital está dolorosamente basada en un planeta lleno de problemas, heredados desde hace más de 8 mil años de nuestra historia, que deben resolverse primero.

“Nadie remienda un vestido viejo con un retazo de tela nueva, porque el remiendo fruncirá el vestido y la rotura se hará peor”. (Mateo 9:16).

MBA-MEng
CEO-Fundadora de Eleonora
Escalante Strategy.
www.eleonoraescalantestrategy.wordpress.com