La peligrosa corriente del animalismo

El error más común del animalismo es confundir las responsabilidades éticas del ser humano para con los animales, con derechos para los mismos.

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Por Guillermo Zaragoza

2022-01-18 9:24:02

Como toda ideología de consecuencias nefastas, el animalismo se presenta a sí mismo como lo primero que lógicamente imaginamos al escuchar el término, pues qué persona sensata podría estar en contra de “la defensa de los animales”. Pero, tras reflexionar detenidamente en las premisas que son necesarias para llevarlo a su ejecución, el animalismo no puede otra cosa que ser repudiado.

El animalismo es una visión ética que se propone a equiparar la dignidad humana a la de los animales en general, o a una parte de ellos. Solo el anterior postulado sería suficiente para advertir a una mayoría razonable que esta no es una buena idea. Sin embargo, la misma ha desarrollado formas sutiles de estar presente en la opinión popular, y todas parecen estar motivadas por un desprecio de la condición humana, ya sea subliminal o explícita.

Se dice, pues, que el animalismo, pese a su naturaleza aversiva, se disfraza con apariencia noble, porque el mismo se publicita por medio de causas sociales que dicen tener intenciones buenas y sensatas como “luchar contra el maltrato animal”, “combatir las causas del cambio climático”, etc. Pero, si analizamos con mayor cuidado el contenido de cada discurso, encontramos que detrás de cada premisa hay una perspectiva constante de antihumanismo. No es difícil encontrar en estos contextos aseveraciones como: “El ser humano es un cáncer y sería bueno que muriera”, “La vida de mi mascota es más importante que la de una persona que no conozco”.

Dicho así, la humanidad en sí misma se deja de ver como el verdadero bien que protege la dignidad y la reduce a un mero producto del arbitrio de nuestros sentimientos, los cuales son perfectamente corruptibles por una infinidad de factores subjetivos, que son contrarios a la pretensión objetiva de las consideraciones éticas. Esto tiene consecuencias nefastas como el rechazo implícito a la condición humana.

El error más común del animalismo es confundir las responsabilidades éticas del ser humano para con los animales, con derechos para los mismos. Un derecho se crea para proteger la dignidad intrínseca de alguien. Convengamos en que es un pilar fundamental para la sociedad la comprensión del ser humano como un bien en sí mismo, absolutamente irrenunciable, porque la humanidad es el deber ser de la sociedad, un sujeto de derecho.

Una objeción común de los animalistas es alegar que tener consideración moral del derecho exclusivamente para el ser humano es una visión arbitraria (pese a que hay buenas razones para concluir la necesidad humana de protegerse a sí misma, desde distintas perspectivas). Pero, aunque fuese cierto, de esto no se sigue que sea necesario dar la misma consideración hacia los animales, ya que del mismo afán por igualar ambos grupos se puede concluir que los seres humanos no deberían tener derechos, porque tal afirmación es equivalente a decir que la moral es arbitraria.

Es necesario advertir la presencia cada vez mayor del animalismo en la actualidad, porque identificarle, nos hará darnos cuenta de la verdad implícita detrás de sus postulados, y cómo los mismos sólo son consecuentes en detrimento de una concepción de dignidad para el ser humano.

Guillermo Zaragoza,Estudiante de Economía

Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)