En memoria del Prof. Dr. Pedro Nikken, en el 71o. Aniversario de la DUDH/ONU

Hoy la comunidad de derechos humanos está de luto por la muerte de un personaje clave para consolidar y fortalecer la democracia y la defensa de la dignidad humana con convicciones firmes, muy social y cristiano. Que descanse en paz Pedro Nikken

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Foto Por EDH-AFP

Por Roberto Cuéllar

2019-12-12 7:27:18

Pedro Nikken (QEPD) fue mi maestro como juez progresista, brillante jurista y crítico de la política ante la preeminencia de los derechos humanos por delante de cualquier legalidad que recortara ideas y dignidad, justicia social y libertad de las personas y los pueblos de América. En el sistema interamericano, tanto en la Corte como en el Instituto —del que fue su presidente de 1992 al 2007 y del que yo fui director de 1999 al 2013— me enseñó a contextualizar siempre los derechos de la gente desde su realidad social, económica, política y educativa.
Estratega en articular medios, procedimientos y mecanismos para ejercer una defensa legal eficaz y efectiva de las víctimas de infames violaciones de sus derechos humanos y la impunidad que las ofendía, nos llevó de su mano a trazar perspectivas claras en la ruptura y continuidad que supone enfrentar a agentes de estados opresores.
Con valentía y dignidad, jamás dudó en renovar el pacto social en su natal Venezuela; pero nunca le tembló ni el puño ni el honor al actuar y señalar lo que ocurre cuando hay gobiernos mediocres que desprecian el clamor por el cambio real, el diálogo constructivo y la justicia social para los sectores más desvalidos.
Su honestidad política impactó la dimensión del sistema interamericano de derechos humanos al insistir en la degradación de un esquema democrático relajado, complaciente y reducido; incluso a las puertas de una descomposición de sus elementos esenciales en lo electoral, en el derecho a la participación y en lo que acontece con el control de la institucionalidad en democracias maquilladas, pero recortadas e inútiles.
Pedro Nikken fue incapaz de utilizar atajos para hablar en serio del estado de los derechos humanos en cualquier condición política o ideológica; para él, la ley por encima de todo no tiene sentido y puede aplastar la dignidad de la gente. Así, fue precursor de la revitalización de la función constitucional con nuevos parámetros e ideales para garantizar realmente —y sin tanta retórica— los derechos de las personas ante la justicia, sobre todo de las excluidas.
En el Instituto Interamericano de Derechos Humanos confió en nuestras posibilidades para responder a las interrogantes críticas y desafiantes de monseñor Romero formuladas a inicios de 1980: ¿Quién acompaña a los más vulnerables y quién responde por los pobres ante los quebrantos que les genera una viciada administración judicial?
Y Pedro, enérgico e irreverente como él solo, respondió a las mismas con su mente y su noble práctica ante la ignominia de la extrema pobreza como la mayor afrenta a los derechos humanos. Ante esta se plantó y se mantuvo inquebrantable, firme desde su cimbrada conciencia latinoamericana.
El doctor Nikken fue un leal hacedor de acuerdos de paz y comisiones de la verdad en varios países de la región, iniciando por nuestro país. Habilidoso para abrir espacios hasta en Cuba, su mente lúcida, ágil, punzante y tolerante junto a su ser jovial contrastaba con su altura física que intimidaba a cualquiera, sobre todo a mediocres “defensores o promotores de derechos humanos”.
Pero todo lo que tiene un extraordinario principio y desarrollo tiene, también, siempre un doloroso final y conlleva una amarga ausencia en la ruta del nunca volver. Hoy no cabe duda de que nuestro Pedro Nikken —ejemplar servidor a la paz salvadoreña— con su herencia intelectual, de ilustre jurista y militante humanista ha traspasado la historia de los derechos humanos desde cuando formó parte de esa pléyade singular de jueces que le dieron tanta vida y prestigio a la Corte Interamericana de Derechos Humanos de 1980 a 1988. Su precioso legado hará posible, algún día, que de verdad la justicia esté al alcance de nuestros pueblos.
Hoy la comunidad de derechos humanos está de luto por la muerte de un personaje clave para consolidar y fortalecer la democracia y la defensa de la dignidad humana con convicciones firmes, muy social y cristiano. Que descanse en paz Pedro Nikken, uno de los pocos intelectuales y filósofos del derecho de los derechos humanos de la más pulcra honestidad que he conocido y a quien tuve la dicha enorme de servir en el ámbito interamericano de la defensa y promoción de los derechos humanos durante más de veinte años.

Representante de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.