Es una palabra fea, pero parece que los politólogos, los que comentan eventos electorales y los partidos de oposición que se quejan de ella en todas partes no encuentran otra mejor para definir el uso y abuso de los recursos del Estado por parte del partido oficial en cualquier proceso electoral.
En El Salvador siempre el partido de gobierno usó dineros, vehículos, instalaciones, comunicaciones oficiales, programas clientelares y otros recursos para competir con ventaja frente a sus adversarios. Lo hizo el PCN y el PDC antes de la guerra, y ARENA y FMLN después, pero lo que estamos viendo ahora en la campaña de la N es el siguiente nivel.
Desde el Acuerdo de Paz no habíamos visto una campaña electoral tan desnivelada por el abuso de poder del presidente en favor del partido oficial. Comenzó a tomar ventaja en los cuatro meses largos de cuarentena domiciliar, en la que dirigentes y cuadros de todos los partidos estaban encerrados mientras el gobierno y sus activistas partidarios hacían su agosto en colonias y barrios con repartos que violaban por completo los protocolos de distancia social.
El ventajismo se acentuó con la exclusión de los gobiernos municipales en la emergencia sanitaria y durante las inundaciones, en abierta contravención a la ley y al interés general de la nación. Peor aún, en esa deriva demencial de desprecio al poder municipal, privó a las alcaldías del dinero del FODES al que tenían derecho para obras y servicios a la comunidad. Ocho meses sin darles un centavo, con el único fin, completamente cínico y en cierto modo criminal, de que los partidos que gobiernan los municipios no pudieran hacer obras de beneficio comunal.
Esto no lo hizo nunca algún otro presidente, pero este ha resultado peor que los mismos de siempre. Mucho peor, porque tampoco vimos antes a gobierno alguno creando un periódico, pagando infraestructura, equipo, más de cien empleados, con fondos de entidades públicas, sin rendir cuentas a nadie, para fabricar un panfleto que no es un recurso comunicacional de beneficio social, sino un órgano de propaganda gubernamental.
También ha sacado el gobierno ventaja de las canastas alimenticias, recurso que otros usaron antes jugando con la miseria de la gente, pero esta vez a un nivel sin precedente, tanto en el costo como en el sesgo político en la distribución, al entrar con emblemas partidarios a colonias que obviamente no necesitaban esa donación.
La retención ilegal de la deuda política fue la guinda del ventajismo electoral. Privó a todos los partidos del financiamiento público que es una garantía constitucional. Bueno, a todos no, porque “Nuevas Ideas” ha gastado millones en publicidad. Antes otros también gastaban cualquier cantidad. Lo nuevo ahora es el abuso de poder que ha producido una diferencia abismal entre el partido de gobierno y todos los demás. La pregunta es si tanta ventaja les va a alcanzar.