El prestigio internacional

El Presidente Bukele apenas cumplirá los primeros cinco meses de su mandato el próximo 1 de noviembre. Tiene la posibilidad de dinamizar la economía, de impulsar políticas públicas para el progreso social y de fortalecer las instituciones. Podría cambiar el rumbo del país y hacer sostenibles los resultados en el ámbito que más preocupa a los salvadoreños, el de la inseguridad.

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Por Luis Mario Rodríguez

2019-10-10 6:28:36

La “selfie” del Presidente en Naciones Unidas puso en boca de miles el nombre de El Salvador. Ciertamente su discurso debió incluir algunos de los temas que más afectan a la región. Sin embargo, está claro que el objetivo del mandatario era otro. Buscaba portadas o una mención de la nota en los medios más importantes del mundo.

A pocos días de la Asamblea General de la ONU, el Presidente fue invitado a la U.S. Chamber donde hizo un vehemente llamado para invertir en nuestro país. La Unión Europea, los Estados Unidos y México han ofrecido importantes sumas de inversión. La reducción del nivel de alerta de viaje que el gobierno norteamericano informó a sus ciudadanos, con lo cual se esperaría un flujo más vigoroso de turistas, confirma el estrecho vínculo entre Donald Trump y Nayib Bukele.

Recién electo dijimos que el “halo” de legitimidad en el extranjero le permitiría al mandatario tocar las puertas de los organismos financieros internacionales, de las agencias de promoción de inversión más importantes, de relevantes centros de pensamiento en América Latina, Estados Unidos y Europa, todo con la finalidad de mantener el interés de los países amigos.

En un mundo en el que las relaciones internacionales se han vuelto por vez primera auténticamente globales, nadie puede actuar como si todo dependiera de decisiones locales. En el siglo XXI quienes pretendan atender los problemas nacionales sin tener en cuenta que las comunicaciones ahora son instantáneas, que la economía mundial opera de manera simultánea en todos los continentes, y que la defensa de la democracia ahora es internacional, habrán fracasado en su intento por dirigir a la Nación.

En aquel momento, apenas celebradas las presidenciales del 3 de febrero, afirmamos que si el Presidente se desgastaba prolongando más allá de lo razonable el regocijo de la victoria, restregándosela a sus opositores sin considerar el sitio que estos ocupan en un sistema democrático, donde junto a los frenos y contrapesos se equilibra el poder, amenazándolos con perder sus cargos si no aprueban los proyectos de ley que vengan del Ejecutivo, y no se sirve del enorme capital político que le otorgaron los votantes en las urnas para reanimar el diálogo con todos los sectores, la oportunidad de “hacer historia” se irá diluyendo poco a poco.

El reconocimiento internacional del que goza el mandatario debe persuadirlo para que el respeto a los medios de comunicación, el cumplimiento del Estado de Derecho y el diálogo con el resto de actores políticos sean una consigna durante su quinquenio.

La mera tensión entre el Presidente y los medios de comunicación es tolerable, mientras no llegue a ruptura ni continúen los límites a la libertad de expresión restringiendo el ingreso a las conferencias de prensa y la intimidación a través del terrorismo digital. En su última resolución, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) exigió a presidentes de siete países americanos, entre ellos Estados Unidos, Venezuela, México y lamentablemente El Salvador, que dejen los ataques a los periodistas y a los medios que “incentivan” la violencia de sus seguidores. Esta nota no tendrá tanta difusión como la #UNSelfie pero quedará registrada en un grupo nada despreciable de analistas de riesgo e intelectuales alrededor del planeta.

La escena más reciente la protagoniza el cierre de varios de los establecimientos de una cadena de comida rápida. El Gobierno ha exigido al empresariado el apego irrestricto a la ley y el pago puntual de sus impuestos. No podía ser de otra manera. En la medida que los sujetos obligados cumplan con sus deberes y responsabilidades de la misma forma se irá robusteciendo la cultura de la legalidad. Lo preocupante en este caso es la sospecha de una presunta “vendetta política”, que en su momento fue pública y notoria, como la causa de la acción estatal en contra de las empresas de un “viejo adversario”. Para que esa especulación no tome fuerza y se instale como una peligrosa intimidación a los críticos, es necesario que cese la exposición mediática con “la que se acompaña la ejecución de los procedimientos administrativos”, como bien lo solicitó el Centro de Estudios Jurídicos, y que se prueben los señalamientos de los Ministerios de Salud y Trabajo en las instancias judiciales.

El Presidente Bukele apenas cumplirá los primeros cinco meses de su mandato el próximo 1 de noviembre. Tiene la posibilidad de dinamizar la economía, de impulsar políticas públicas para el progreso social y de fortalecer las instituciones. Podría cambiar el rumbo del país y hacer sostenibles los resultados en el ámbito que más preocupa a los salvadoreños, el de la inseguridad. Para conseguirlo debe promover y aceptar la crítica, vigilar la adhesión de sus funcionarios al principio de legalidad y adoptar como aliado de su gestión a la sociedad civil organizada.

*Doctor en derecho y politólogo