El fracaso comunicacional de convertirse en meme

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Foto: AFP

Por Cristina López 

2019-12-02 6:54:14

Quizás lo obvio del asunto le quita novedad a la lección pero por lo visto aún hay opinadores y operadores de relaciones públicas que necesitan el recordatorio: en una crisis de comunicaciones no hay peor fracaso que convertirse en meme. Y que el viceministro de Justicia y Seguridad Pública y director de Centros Penales Osiris Luna, sus viajes en avión privado y el magnético misterio de quién patrocina dichos lujos se hayan convertido en un meme que aún no encuentra su fecha de expiración no sólo es un fracaso comunicacional para la administración Bukele (y uno que deja en evidencia la falta de transparencia y oscurantismo de alianzas del nuevo gobierno) sino también un triunfo para la sociedad civil.

Cientos de miles de piezas de contenido digital que hacen uso de la etiqueta #quienlepagoelviajeaOsiris han conseguido que el tema continúe en la agenda mediática y ni las distracciones que la aplanadora propagandística que es la publicidad gubernamental han logrado opacar el tema, que continúa reinando en las tendencias en redes sociales. Semejante hazaña no parece ser el trabajo de trolles políticos (o por lo menos, no exclusivamente).

Un estudio breve de las tendencias indica autenticidad y la participación de usuarios de redes sociales que no suelen participar en temas políticos. Las razones son varias, quizás la principal sea la pésima reacción por parte del protagonista del meme, Osiris Luna, que aún después de semanas de ser cuestionado no se digna a dar una respuesta concreta.

Pero gran parte del motivo por el que el tema ha capturado la atención de la sociedad civil es el hartazgo con lo mismo de siempre. Porque los viajes de Luna a muchos les han causado una sensación innegable de deja vú, un recordatorio directo del estilo de hacer política de Mauricio Funes, Tony Saca, y varios de los villanos de administraciones anteriores. Porque si algo aprendimos de las administraciones anteriores es que vivimos en un mundo en el que sobran los Enriques Rais interesados en usar sus flotillas personales a cambio de favores personales de parte de servidores públicos vulnerables a los atractivos de una vida de lujos.

Y sin embargo, la administración y sus fanáticos defensores han decidido responder a la pregunta válida de la proveniencia de los fondos que financiaron los viajes de Luna tratando de esquivar el tema mencionando los robos y despilfarros de la administración de Funes (como si no fuera posible la existencia de corrupción y tráfico de influencias a lo largo de varias administraciones), o contextualizando el problema de la manera equivocada, con el funcionario pidiendo disculpas por la foto que tildó de desafortunada porque, según él, el problema es que hacía resaltar las inequidades económicas que existen en el país. Como si el meollo del asunto se encontrara en la ofensa a quienes no circulamos en transporte aéreo privado y no en el hecho de que en lo que se refiere a las relaciones público-privadas, ni existen los almuerzos gratis, ni quien paga el mariachi deja a otros escoger la tonada.

Cualquiera esperaría que la actual administración, obsesionada como está con su imagen y con las narrativas que circulan en redes sociales, cambiaría de estrategia y adoptaría, por primera vez, una de transparencia que permitiera al público auditar y conocer una respuesta a la que tenemos derecho. Pero “cualquiera” probablemente pecaría de ingenuidad.