El diálogo interior

Las conversaciones internas cumplen varios propósitos y constituyen una definitiva ventaja del cerebro humano con respecto al de las especies inferiores. Una propiedad muy útil es que permite considerar las perspectivas de otros, lo que otros puedan pensar o sentir.

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Foto Pixabay

Por José María Sifontes

2019-12-13 7:00:19

De entre todas las personas con quienes conversamos hay una con quien lo hacemos más comúnmente, más persistentemente: con nosotros mismos. Es una experiencia cotidiana; comienza cuando nos levantamos, sigue ocurriendo mientras comemos, al trabajar, mientras conducimos de regreso a casa. Sólo termina cuando dormimos. Y quien sabe si el soñar también es una forma de comunicación interna. Los psicólogos lo conocen como Conversación Interior (inner speech, por su traducción al inglés). Aunque todos conocemos de esta actividad mental pues la realizamos en todo momento, no es hasta en los años recientes que se ha investigado de dónde viene, qué partes del cerebro intervienen y cuáles son sus propósitos.
Hay dos formas de esta conversación que tiene lugar dentro de nosotros. La que se da de forma audible, con voz sonora, se llama conversación privada; la que se da en silencio es conversación interior. En los niños la que predomina es la primera, y ya hablaron de ella los psicólogos del desarrollo Piaget y, más tarde, Vygotsky. Para Vygotsky la conversación privada en los niños tiene la función de reforzar experiencias exitosas de comunicación con otros y para controlar la conducta. Con el crecimiento este tipo de conversación se internaliza y se produce la conversación interior, más compleja y con más alcances.
La conversación interior puede tener la forma de monólogo o la forma de un diálogo, puede contener imágenes, sonidos y otras sensaciones. Los diálogos internos son más estructurados pues son autorregulados, es decir que no existe una línea clara de pensamiento (como en un monólogo) sino que lo que se dice u opina depende de los que el interlocutor imaginario dice o responde.
Charles Fernyhough, un psicólogo del desarrollo de la Universidad de Durham en Inglaterra, ha realizado estudios con imágenes de resonancia magnética funcional que puede visualizar el cerebro en pleno trabajo. Los resultados, preliminares por el momento, indican que las zonas cerebrales que se activan son diferentes cuando pensamos en forma de monólogo que cuando lo hacemos en forma de diálogo. En la última se activan más zonas, entre estas el Sistema de Cognición Social, el área que permite pensar en lo que los otros piensan. Asimismo se ha determinado que también son diferentes áreas las que se activan cuando se instruye a una persona que piense en algo que cuando se produce una conversación interna de forma espontánea. El simple hecho de pensar y el diálogo interno, aunque relacionadas, son cosas diferentes.
Las conversaciones internas cumplen varios propósitos y constituyen una definitiva ventaja del cerebro humano con respecto al de las especies inferiores. Una propiedad muy útil es que permite considerar las perspectivas de otros, lo que otros puedan pensar o sentir. El tener en cuenta las opiniones o puntos de vista ajenos, incluso si son seres imaginarios, enriquece de muchas maneras.
La creatividad, ese elemento que nos ha permitido a los humanos evolucionar y crear civilizaciones, es estimulado y potenciado por las conversaciones internas. El control de la conducta y las emociones son posibles también por esta capacidad mental. Los contenidos de estos diálogos abren posibilidades múltiples, nos afectan intelectual y emocionalmente. Lo que sucede cuando leemos una novela, cuando conversamos con nuestros padres que ya no están, cuando dialogamos con Dios, es aún difícil de entender pero sin duda tiene un gran valor. Definitivamente la mente humana está llena de misterios y nunca deja de maravillar.

Médico siquiatra