Desde hace algunos meses, los titulares del MINEDUCYT han venido presentando el Plan TOROGOZ, Plan Estratégico Institucional (PEI) 2019-2024, ante organismos internacionales, embajadores, cooperantes, gremiales magisteriales y funcionarios del mismo ministerio. Van a marcha forzada porque, como lo indican en la introducción del documento, debido a la pandemia del COVID tuvieron que hacer readecuaciones al proyecto inicial que debió haber sido presentado en el segundo semestre del 2019.
No deja de ser un tanto curioso que hayan escogido como mascota al torogoz, ese bello pájaro, ave nacional de El Salvador, más propio de vuelos cortos y de vida solitaria que aparece de repente en los traspatios de las casas.
Los observadores de aves señalan dos interesantes características del torogoz: es inadaptable al cautiverio; es decir que el torogoz del MINEDUCYT puede rebelarse o, incluso, morir, si alguien quiere aprisionarlo o someterlo a presiones de cualquier especie, ya que “cuenta con lo suficiente para iniciar una transformación integral del sistema educativo”; y, además, dicen los especialistas, esta ave se puede considerar un símbolo de la unidad familiar por la participación, en pareja, en el cuido de sus pichones. Gran trabajo y alta responsabilidad del Torogoz del MINEDUCYT lograr la unidad de su diversa familia para que funcionarios y técnicos caminen por la misma ruta. Recuerdo cuando, allá por el 2008, lanzaron los programas de estudio con la novedad de trabajar por competencias y no por objetivos de contenido. Las indicaciones y su aplicación tardaron años para convertirse en realidad. Bueno, hay casos en donde todavía no se logra entender bien el asunto. Tanto que este mismo Torogoz-PEI ha retomado la bandera de las competencias (o habilidades) como parte de sus metas.
En no pocas ocasiones se ha dicho que una de las áreas más débiles del sistema educativo son las direcciones departamentales porque, por un lado, no alcanzan a “bajar”, con celeridad, las novedades provenientes de “arriba” a cada centro educativo y, por el otro, casi nunca retornan las inquietudes de maestros y estudiantes desde las escuelas o si las envían, “no les hacen caso”. El torogoz, quizás por eso, con su pareja, no sueltan a sus crías hasta que aprenden a volar.
Los ornitólogos reconocen la sabiduría de este pájaro: “el movimiento de su cola semeja un péndulo”; es decir, que parece ir marcando el tiempo en el que lleva a cabo su tarea formadora. Además, sus nidos no los construyen en los árboles, sino en la tierra firme; son realistas, pues. En un plan es indispensable el cronograma para ver si dan los tiempos y si la realidad ($) lo permite. El PEI tiene los meses contados (aunque plantea metas hasta 2030) para caminar hacia la “transformación integral del sistema educativo” que incluye: Aprendizajes de calidad y significativos, profesionalización docente, Ciencia, tecnología e innovación, infraestructura educativa suficiente con estándares de calidad y seguridad que darán al final una institución transformada que responde a las necesidades del “territorio educativo”. Además, la transformación del currículo nacional y una reforma institucional, la educación multimodal y la lucha contra la brecha tecnológica.
En lo que va del presente siglo ya van cinco mega proyectos que buscan mejorar la educación de este país: Plan decenal de educación y Desafíos de la Educación en el Nuevo Milenio (1996 – 2005), Plan Nacional de Educación 2021 (2005-2009), Programa Social Educativo (2009 – 2014) “vamos a la escuela”, Plan El Salvador Educado (2015-2019) y el plan TOROGOZ (2019-2024). ¿Hará la diferencia este pájaro de bellos colores que llega con dos años de retraso y una enorme carga de trabajo en sus espaldas?
Profesor, Licenciado en Letras y Maestría en Política y Evaluación educativa