El lado social y emocional de la educación

Por el momento, si los espacios escolares están lejanos o ausentes, los padres y madres deberían preocuparse y diseñar una solución social –garantizando las medidas de bioseguridad-; incorporar a los pequeños en algunas actividades sociales, sean deportivas, culturales, artísticas o hasta religiosas.

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Los cuatro cuerpos fueron llevados aye a Medicina Legal luego de las diligencias correspondientes donde fueron hallados. Foto EDH / Francisco Rubio

Por Oscar Picardo Joao

2021-07-16 9:57:17

El médico holandés Mandeville y su “fábula de las abejas”, el economista escocés Smith y su “mano invisible” y el filósofo prusiano Kant y su “bosque ordenado” comparten un mismo diagnóstico: Estamos programados desde el individualismo, pero necesitamos convivir con los demás (parafraseando a Beth Daley, 2020).
También Jaques Delors en “La educación encierra un tesoro” nos planteó los pilares de la educación: aprender a conocer, a hacer, a ser y a convivir con los demás; equiparando la importancia de cada uno.
Existe un lado emocional y social de la educación que está, generalmente, en el “currículo oculto”; no hay materias específicas, pero todos sabemos que en la vida escolar uno de las metas más importantes es la socialización.
Entonces, ahora en el marco de la educación alternativa por la pandemia de Covid-19, sobre todo en los modelos de educación online nos preguntamos ¿estamos haciendo algo para suplir el gran vacío de esta educación individualizada y virtual?
Pensemos en niños y niñas de pre-escolar, primero y segundo ciclo; en dónde se están configurando en su cerebro los modelos de relaciones y sociabilidad. Agreguemos algo mucho más profundo y preocupante ¿a qué juegan y qué imitan?
En los modelos pedagógicos online los niños (as) no sólo pasan muchas horas frente a un ordenador o Tablet, sino que además juegan en el mismo escenario virtual o digital.
Sin lugar a dudas, y si no hacemos algo, todo esto nos pasará factura. Tendremos una sociedad más egoísta, aislada, desconfiada, imaginaria, irreal, egocéntrica e insensible…
No debemos olvidar, desde la neurociencia, que en la edad pre-escolar se están configurando la sintaxis neuronal y los constructos en su cerebro: atención, memoria, sistema lingüístico, ordenación espacial y secuencial, sistema motor, pensamiento superior y social.
La plasticidad cerebral se va moldeando con el juego, el juguete, el dibujo y la imitación. La interiorización de la motricidad es clave para comprender las funciones de pensamiento. Para que un individuo actúe correctamente debe procesar y comprender con facilidad y rapidez las señales externas por los sentidos; luego, esta señal es transformada en respuesta motora para conectarse nuevamente con la realidad externa. Para ello el cerebro crea representaciones de espacios internos equivalentes o relacionados con los externos. Hay diversos principios en las relaciones internas y externas, temporales o espaciales, a lo que se ha llamado “geometría funcional”; esto implica un conjunto de representaciones inimaginables.
Desde el punto de vista ontogénico, las emociones juegan un rol clave en la educación, no sólo como factor estimulador o empático que facilita el proceso educativo, sino también como modos de adaptación o respuesta frente a personas, lugares, objetos, etcétera. Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y este proceso también se desarrolla, estimula y consolida en la socialización.
Por el momento, si los espacios escolares están lejanos o ausentes, los padres y madres deberían preocuparse y diseñar una solución social –garantizando las medidas de bioseguridad-; incorporar a los pequeños en algunas actividades sociales, sean deportivas, culturales, artísticas o hasta religiosas.
La idea es que los niños (as) interactúen, jueguen e imiten a otros fuera de su círculo familiar convencional. No basta con la experiencia de socialización familiar, es muy limitada y reducida.
Consideremos que actualmente la virtualidad y transformación digital ya está afectando muchísimo a sus hijos pre-adolescentes. Prefieren que les regalen un traje virtual de Fortnite a una pelota; o comprar una propiedad virtual en EarthTwo a algo real o tangible; y pronto, ya no le pedirán efectivo sino una Wallet…
Enfrentar a los niños (as) a la realidad, a la sociedad y a otras personas fuera de su círculo familiar es una necesidad. Los estamos educando para la vida, para relacionarse con otros, y esto implica un entrenamiento sistemático con la alteridad.
Así como hay una sociedad educadora, también hay una virtualidad educadora, en dónde los problemas se solucionan dando reset, en donde prevalecen identidades distorsionadas, el anonimato y el mayor esfuerzo se reduce a teclear. Mucho cuidado, cuando educamos trabajamos con el futuro.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu