Transformación digital educativa

Cada institución, en función de sus capacidades y necesidades deberá transitar su camino de transformación digital; no hay vuelta atrás. No podemos seguir haciendo educación con modelos industriales del siglo XIX

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Organizaciones feministas protestan en la Plaza Cívica, en San Salvador, el 8 de marzo pasado para denunciar violaciones de sus derechos y una alza en los incrementos de los feminicidios durante la cuarentena. Foto: EDH Archivo

Por Oscar Picardo Joao

2021-04-03 9:16:41

Desde mediados de los Noventa, con el surgimiento de internet, los sistemas educativos comenzaron a diseñar soluciones para incorporar las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en los procesos pedagógicos y didácticos (Picardo, O; Pedagogía informacional, 2001).
La pandemia de COVID-19 forzó la migración de la mayoría de instituciones y sistemas presenciales a las modalidades online a través de diversas manifestaciones y herramientas: Plataformas Sakai, Blackboard, Moodle, virtualización de cursos, improvisación digital utilizando programas de videoconferencia, Zoom, Teams, Jitsi, Google Meet, hasta el uso de redes sociales: grupos de Facebook, WhatsApp, etcétera.
Este contexto de incertidumbre ha llevado a diversas instituciones educativas a plantearse la necesidad de una verdadera “transformación digital”, exigida por la propia necesidad de los cambios de paradigmas; en efecto, pasamos de la sociedad del conocimiento y de la economía de la información a la Industria 4.0 o sociedad y economía digital.
Ejemplos de transformación digital en organizaciones y empresas hay muchos: Airbnb, Uber, Netflix, Amazon, eBay, etcétera; es decir, cambios profundos en los modelos de negocios en hotelería, servicios de taxis, entretenimiento o comercio, que se gestionan a través de plataformas y telefonía móvil.
Transformación digital no es simplemente digitalizar procesos o incorporar algoritmos en la operación de los servicios, se trata de algo más complejo y profundo; tampoco es sinónimo de adquirir más infraestructura tecnológica o tener más presencia en la web.
Un proceso profundo y serio de transformación digital implica al menos cuatro componentes: 1) Gobierno o dirección digital; 2) Cultura y organización digital; 3) Arquitectura e infraestructura digital; y 4) Modelo de gestión digital.
En este contexto, tres definiciones nos pueden ilustrar a qué nos referimos: 1) La transformación digital es el proceso asociado a cambios –organizacionales, culturales, productivos, académicos, empresariales, económicos- con la aplicación de tecnologías digitales en todos los aspectos de las organizaciones o sociedad. 2) La transformación digital es la aplicación de capacidades digitales a procesos, productos y activos para mejorar la eficiencia, mejorar el valor para el cliente, gestionar el riesgo y descubrir nuevas oportunidades de generación de ingresos. Y 3) La transformación digital se puede definir como la integración de las nuevas tecnologías en todas las áreas de una empresa u organización para cambiar su forma de funcionar. El objetivo es optimizar los procesos, mejorar su competitividad y ofrecer un nuevo valor añadido a sus clientes.
En el campo educativo tenemos que realizar algunos ajustes conceptuales y procedimentales, que superan la visión de virtualizar programas o dar clases online. La transformación digital de una organización educativa implica la valoración del núcleo esencial de su misión institucional, enfocada en la regularidad, en las excepciones y en el pensamiento futuro, es decir preparar el equipaje para múltiples situaciones.
Las preguntas esenciales y prospectivas son: ¿Cómo será la educación del futuro? ¿Cómo será la docencia o la investigación? ¿Qué necesidades tendrán nuestros estudiantes y el mercado laboral? ¿Todo migrará a la telefonía móvil Smart y a modelos de IoT?, entre muchas otras.
No se trata de abandonar el modelo tradicional y presencial, pero sí de ir incorporando herramientas digitales para actualizar y mejorar el modelo. Por ejemplo, a nivel de gestión académica debemos contar con un sistema de flujos de información que suprima la papelería, fotocopias, sellos, etcétera. Aplicar a una institución, ser admitido, inscribirse, etcétera, debería ser un trámite 100% en línea; es más, toda la burocracia típica académica y financiera debe migrar a aplicaciones móviles. Cada usuario, docente, estudiante o padres de familia, debería contar con una plataforma online para los servicios recurrentes, desde la admisión hasta la graduación.
A nivel académico, la comunicación interna debería estar digitalizada, utilizando plataformas multifuncionales. Los docentes deben estar alfabetizados digitalmente y capacitados para dar una clase presencial u online, sin mayores problemas, contando con recursos didácticos físicos y digitales. Las capacitaciones y actualizaciones docentes deberían estar con sistemas múltiples de video, podcast, similar al modelo MOOC (Massive Online Open Courses), con disponibilidad a demanda profesional; esto implica crear un departamento de producción multimedia.
Los servicios asociados, se pueden ir digitalizando; por ejemplo, estacionamientos en dónde pueda verificar a través del teléfono móvil la disponibilidad de espacio con sensores; en biblioteca el acceso a centros de documentación open-source y pdf; la creación de laboratorios digitales y centros de simulación virtuales; entre otras innovaciones.
Por ejemplo, en la plataforma web de servicios académicos de Arizona State University (ASU) “My ASU” cada actor encuentra su propia interfaz de gestión –alumno, docente, administrativo-; en el menú están todos los servicios del campus (salud, transporte, soporte) aplicaciones móviles específicas, trámites de recursos humanos (profile, permisos), trámites administrativos, trámites académicos (inscribir, pagos), consejería académica, calendarios, biblioteca, aulas virtuales, capacitaciones obligadas y programadas, entre muchas otras herramientas. No se necesita ir a una oficina física para casi nada…
Cada institución, en función de sus capacidades y necesidades deberá transitar su camino de transformación digital; no hay vuelta atrás. No podemos seguir haciendo educación con modelos industriales del siglo XIX. No debemos renunciar a los principios esenciales de la relación docente-estudiante, pero sí es importante un aggionamentodigital en coherencia con los grandes cambios de la industria, de las tecnologías y de las ciudades.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu