El fantasma de la segunda oleada acecha a Francia

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El actor asegura que secuaces del capo colombiano de la droga lo buscaron para ofrecerle una millonaria propuesta. Fotocaptura Youtube

Por Pascal Drouhaud, politólogo francés, presidente de LATFRAN

2020-09-27 12:28:52

Son 15,797 los nuevos casos de contaminación por la COVID-19 que registró Francia viernes pasado. Un récord, cuando en las últimas 24 horas, fueron 14,412.

Con un total de 527,446 contaminaciones, 31,700 decesos desde en principio de la crisis sanitaria en marzo pasado, Francia está enfrentando un aumento de casos, obligándola en tomar nuevas medidas para esta tendencia. La tasa de positivos sigue aumentando, llegando a unos 7.2%, es decir 0.3% más que la semana pasada. 1183 núcleos nuevos están investigados.

Con nuevas restricciones para intentar romper con el círculo vicioso del aumento de la epidemia, Francia intenta evitar la perspectiva de una nuevo confinamiento cuyas consecuencias económicas están muy impactantes como en todos los países afectados.

Cuando Francia salió progresivamente del periodo de confinamiento el 11 de mayo pasado, dos meses después de haber aplicado esta medida el 17 de marzo de 2020, reinaba una atmósfera de alivio bajo control. La perspectiva del verano que anunciaba , la reanudación social, alimentaba una atmósfera de regreso gradual a “la normal”, pensando que ya se podía hablar de COVID 19 al pasado.

Las medidas económicas del gobierno, entre ellas un acceso a créditos garantizados por el Estado, la reapertura de los espacios festivos como los bares, a pesar de medidas de precaución, aumentaron este sentimiento de fin de un episodio dramático. A pesar de todo, esta ilusión no lograba ocultar interrogantes sobre el porvenir de varios sectores de actividad: ¿qué pasará con los profesionales del turismo tanto como de los transportes, especialmente los del sector aéreo? ¿Cómo reactivar los sectores que participan del comercio exterior del país, donde 20% de los empleos dependen de las ventas en el exterior ?

Los planes de reactivación de la economía, tanto nacionales tanto como europeos, permitieron aplazar las respuestas al otoño, es decir, hasta ahora . El 21 de julio pasado, llevar las máscaras en sitios cerrados se volvió obligatorio. A finales de agosto, el organismo Salud Pública Francia emite un boletín de alerta hablando de una nueva propagación “exponencial”. En varios departamentos, como en el de la ciudad de Burdeos, el nivel de contaminación aumentó en apenas 2 semanas, de 9 en una categoría de la población que no había sido tan impactada durante la primera ola: personas cuya edad varía de 20 hasta 30 años.

Obviamente, en septiembre, el regreso a las clases (el ano escolar empieza en el principio del mes), facilitó la emergencia de los núcleos de contaminaciones : 22% sobre el total. La tasa en las empresas es de 25%.

Aunque la vida intenta regresar a una forma de normalidad con el regreso de las bodas, de las fiestas privadas, las cenizas de la primera ola quedaban calientes. La respuesta del gobierno ha sido desde el principio del mes, diferente de la de marzo : se privilegió una “territorialización” de las respuesta de prevención para evitar un nuevo confinamiento general cuyo costo económico y social es tan elevado. En París se generalizó el uso de la mascarilla obligatorio. Esta medida se repitió en otras ciudades importantes como Marsella, Lyon o Burdeos.

Unas de las consecuencias consisten, por ejemplo, en un principio de “deprogramación” de operaciones quirúrgicas.

¿Cómo Francia llego a esta situación de tensión ? Se privilegió los exámenes. Pero no se podía aplicar medidas de seguimiento y obligación en aislarse por un tiempo definido, de las personas positivas. La población no se mantuvo en estado de alerta mientras la comunicación oficial advirtió claramente hasta estos últimos días la persistencia del peligro.

La alerta sanitaria llega bien tarde, provocando preocupación, frustración, cólera de unos sectores, incomprensión para otros cuando no se trata de desesperación. “Zonas de alerta reforzada” para unos departamentos en el país acompañándose de nuevas medidas de cierre de los bares y restaurantes, teletrabajado de nuevo privilegiado, preocupación y cansancio de los profesionales de la salud.

Francia reacciona, pero esta vez puede ser demasiado tarde. Horas sombrías parecen anunciarse para el otoño que está llegando.