Cisma democrático

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Virgina Roberts afirmó que fue forzada por Epstein a mantener relaciones sexuales con el príncipe Andrés, lo que este niega. Foto/ AFP

Por Andy Failer

2021-12-30 6:00:41

El año 2021 representó para El Salvador el punto clave de su cisma democrático. Muchas veces escuchamos que la democracia corría peligro o que estaba en crisis, ahora, simplemente se derrumba y algunas personas tratan de recoger los escombros para luego tratar de hacer algo y poder levantarlos. Shawn W. Rosenberg, un profesor de la Universidad de California, publicó el año pasado un artículo llamado “La democracia devorándose a sí misma”, este texto describe muy bien los orígenes, síntomas y consecuencias por los que nuestro país está atravesando una deriva autoritaria y populista que ahora controla a todas las instituciones del Estado salvadoreño.

Este cisma democrático se desarrolla a nivel mundial, el auge populista se plantó, sin escatimar, en los Estados Unidos, Inglaterra, Hungría, Brasil, Turquía, Francia, España, entre otros más, pero en esta columna me enfocaré en El Salvador.

Los populistas autoritarios, como Bukele, son un síntoma del cisma democrático pero no el origen, según Rosenberg, el origen recae en nosotros mismos, la ciudadanía. No estamos ejecutando ni asumiendo el compromiso cívico que la democracia requiere; en un país como el nuestro, donde la basura se tira a la calle, donde el maltrato animal es causa de humor, donde los prejuicios se imponen ante tantas complejas realidades, donde los Derechos Humanos no valen nada y donde la injusticia es la regla y la justicia sorpresiva, sí, un país como este, poco empático, altamente polarizado y muchas veces cruel con sus propios conciudadanos, posee a la gente perfecta para apoyar a ciegas un proyecto populista como el de hoy en día.

Si queremos que la democracia verdaderamente funcione, es necesario que la ciudadanía participe activamente de esfuerzos de contraloría, activismo social o filántropo y de una estimulación constante del debate de ideas sólidas, con base en el respeto a la diversidad que caracteriza a cada sociedad.

También es necesario que los liderazgos políticos dejen de ser cómodos, que vean más allá de su metro cuadrado y que no evadan los conflictos y la confrontación, más bien que sepan construir sobre ello, promoviendo deliberaciones públicas que pongan al interés colectivo por encima de cualquier interés personal.

Pero lamentablemente, muy pocos en El Salvador, dimensionan en todo su sentido la carga que hay detrás de la palabra democracia. Por otra parte, desde la trinchera de la oposición política, el talón de Aquiles es y sigue siendo la homofilia, que responde a la acción de solo relacionarse entre quienes piensan igual sin tener la capacidad de pensar en el bienestar colectivo. Conocemos de que padecemos y lo que eso ha desencadenado, pero no terminamos de asumir la genuina voluntad para cambiar esa realidad.

El 2022 inicia en un par de días y poco ha pasado para que realmente se geste un verdadero cambio político y social, si no asumimos un rol más audaz ante lo que tenemos de frente, siempre habrá un político ofreciendo soluciones simples a problemas complejos y siempre habrán votantes respaldando a esas figuras populistas.

¿Y qué podemos hacer? Para mí, el 2021 me dejó un 15S con mucha esperanza, de ahí debe surgir un esfuerzo colectivo que se haga a un lado de la homofilia y sepa atrincherarse en un futuro progresista para instalar los cimientos de un Estado de Bienestar.

Pero lo más importante, las personas que no están articuladas, deben dejar de ser expectantes y empezar, como mínimo, a educar y compartir con sus vecinos, colegas y familiares. Es necesaria una ciudadanía que aborde con seriedad los problemas profundos de este país.

Estamos entrando a una realidad, en donde si no la debatimos y la reformulamos entre todas y todos nosotros en diferentes espacios, imposiblemente unas pocas personas nos sacarán de ella. Hay que pensar, resistir y construir en colectivo y, para ello, hablar sobre política debe ser la base esencial para educarnos. No tengamos miedo. ¡Hagámoslo!