¿Y si nos tomamos en serio la pandemia…?

La tercera etapa, en donde se han acelerado los contagios en rangos mayores, esperamos que llegue a su pico o culmen el 18 de mayo; luego podremos vislumbrar el descenso y la vuelta a la normalidad.

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Todo el proceso se realizará en línea para evitar aglomeraciones. Foto EDH / Archivo

Por Óscar Picardo

2020-05-13 9:10:22

Con politiquería y comunicación ambigua no vamos a ningún lado; no se puede utilizar la pandemia como un instrumento político o electoral. Los países que van administrando bien esta crisis y son modelo para el mundo: Nueva Zelanda, Taiwán, Corea del Sur y Singapur, han utilizado tres criterios: a) Las tecnologías; b) la disciplina social de la sociedad; y c) la ciencia.
Sabemos muy bien —y nadie puede aducir ignorancia— que las medidas de distanciamiento social para aplanar la curva epidémica tienen un impacto de correlación negativa con la economía; es decir, a mayores medidas de aislamiento, mayor impacto económico. Sobre todo, en un país como el nuestro con una arquitectura productiva y empresarial tan frágil, las decisiones sanitarias tomadas están afectando a muchísimos microempresarios y comerciantes informales que viven al día y no tienen reservas financieras.
Quienes estamos trabajando con información, datos y modelos matemáticos, sabemos muy bien que estos quince días son cruciales; en número reproductivo básico (llamado RO) en las ecuaciones del Modelo SEIR (W. O. Kermack y A. G. McKendrick, 1927) explica la dinámica y velocidad de contagio con el SARS-Cov2 o COVID-19. Este parámetro teórico explica a cuántas personas puede contagiar un sujeto al día, actualmente, en nuestras estimaciones el RO es de 1.33, y puede subir a 2, 3, 4 o más; si el RO es de 4, una persona puede contagiar a otras 4, y éstas 4 a 16 y así sucesivamente.
La dinámica de nuestra curva de contagio ha pasado por tres etapas desde el paciente “cero” el 18 de marzo; primero, los contagios importados —que fueron contenidos con los centros de aislamiento—; luego los primeros contagios comunitarios que se manejaron en un rango razonable, entre el 20 de marzo y el 1 de mayo; y así ingresamos a la tercera etapa en donde se han acelerado los contagios en rangos mayores, la cual esperamos que llegue a su pico o culmen el 18 de mayo; luego podremos vislumbrar el descenso y la vuelta a la normalidad, pudiendo llegar el ciclo a agosto o septiembre. En este proceso, los modelos señalan que podemos oscilar entre 966 a 5175 casos…
Pero el escenario anterior dependerá de lo que suceda en estos 15 días; el presidente Bukele ha tomado la segunda buena decisión en la gerencia de la crisis (la primera fue el cierre migratorio y los centros de aislamiento); en efecto, si no se logra una disciplina en el aislamiento la pandemia ingresará en una escala ascendente de mayores proporciones y no veremos la vuelta a la normalidad progresiva a finales de mayo o principios de junio; podría ser mucho después, y esto sería desastroso para la economía.
La decisión presidencial fue la correcta, pero estoy convencido de que fue muy mal comunicada; no fue claro en la cadena nacional, divagó, utilizó malos ejemplos, dejó por fuera lo esencial —transporte público— y perdió un tiempo valioso para poder explicarnos con datos y ciencia por qué era importante cerrar lo más posible el país.
Ninguna medida de distanciamiento social es popular, y tampoco es bienvenida para los asuntos económicos; la doble curva entre el aislamiento y el impacto económico es como la alegoría del niño y la vacuna: Al ver la jeringa hay miedo, pero ese dolor del pinchazo sabemos que traerá salud.
Esta “pseudocultura del decretismo” que hemos vivido, que nadie la entiende, que esconde intereses y caprichos, ha sido nociva y representa el lado más oscuro de nuestra democracia; ya vivimos décadas y lustros de guerra, desencanto, de corrupción y ahora entramos en una nueva etapa de deterioro de la institucionalidad; hay mucho que mejorar y cambiar, pero se debe hacer desde lo razonable.
Al parecer el daño epidémico no será tan grave, ojalá; pero el tejido social y económico del país sí quedará desgarrado y debemos intervenir a tiempo con seriedad; efectivamente, “seamos un poco más serios”. Intentemos salvaguardar el Estado de Derecho, tengamos un poco de paciencia con los intereses financieros, económicos y empresariales, seamos solidarios con los que necesitan e intentemos empujar todos para el mismo lado del destino correcto y de las buenas oportunidades para El Salvador.

Investigador Educativo.