¿Hacia dónde vamos?

Con legítimo temor, esperamos la propuesta de reformas de las Cláusulas Pétreas de la Constitución, para permitir la reeleción indefinida de Bukele, ya no como presidente constitucional sino como dictador permanente. Y la amenaza de apropiarse de lo que queda de los fondos de pensiones de las AFP, para intentar llenar otro hueco más en el desfinanciado Presupuesto 2021.

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La árbitra de fútbol playa Hillary Morán. Foto / Cortesía Indes.

Por Teresa Guevara de López

2021-07-17 4:33:48

Los salvadoreños amanecemos preguntándonos cuál es la última novedad que se le ha ocurrido al presidente Bukele, publicada en tuit elaborado en la madrugada, enviado a la Asamblea, aprobado automáticamente, publicado de manera exprés en el Diario Oficial y convertido en ley de la República, sin que nadie, ni siquiera los que la aprobaron la hayan leído, entendido y discutido si beneficiará al pueblo o causará serios los daños a la economía, la salud y el medio ambiente. Nos preguntamos con temor, ¿hacia dónde vamos?
Bukele está demostrando que sus promesas de campaña, de honradez en el manejo de los recursos (el dinero alcanza si no se roba) y de un estilo de gobierno diferente y transparente (los mismos de siempre) fueron el anzuelo para convencer a una masa ingenua que votó por él de manera abrumadora, dándole el control de la Asamblea, sin importarles si los diputados tenían la capacidad para desempeñar tan delicado cargo.
El 1M se quitaron la careta mediante la destitución de magistrados de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General, y el nombramiento de nuevos funcionarios, sin importarles la inconstitucionalidad de tales decisiones. Las acciones de los tres poderes del Estado, sumisos a los caprichos presidenciales, son un indicio de que nuestro país va a la deriva, como un vehículo de gran potencia conducido por un ciego en estado de ebriedad.
Bajo la decisión de no rendir cuentas declarando reservada toda información y destrozando el IAIP, uno de los grandes avances de nuestra democracia, surge una ley con efecto retroactivo que quita toda responsabilidad a los funcionarios que hicieron mal uso de recursos durante la pandemia. Se silencia a la prensa independiente y se humilla a los periodistas, sin permitirles acceso a conferencias de prensa permitiéndose un inspector de la PNC abofetear a un periodista.
Se abusa de propaganda gubernamental escondiendo verdades y propagando mentiras en medios de comunicación oficiales pagados con nuestros impuestos.
Se establece el Bitcoin como moneda oficial, decisión calificada por reconocidos economistas de estupidez, que destruirá un sistema monetario estable dolarizado, y se ofrece exonerar de impuestos a los interesados en la minería bitcoin. Un alza inconsulta del salario mínimo, sin considerar que llevará a la quiebra a muchas pequeñas empresas, luchando por levantarse tras la pandemia y aumentará el desempleo. Mientras el Ministro de Trabajo declara con toda prepotencia: “Que solo entrega cuentas a Dios, al Presidente y al Pueblo”.
La tan esperada Ley del Agua, proyecto que la Asamblea anterior entregó con 111 artículos discutidos y aprobados, fue enviada al archivo anunciando que solo se considerará el Proyecto presidencial, pero tendrá reserva por siete años, aunque considerarán las propuestas de las diferentes organizaciones: una mentira más a las muchas que se gestan en CAPRES. Así se entregó la Lotería Nacional de Beneficencia a una empresa israelí, que la ha convertido en una casa de apuestas, contraviniendo totalmente la Ley de Creación de la Lotería.
Con legítimo temor, esperamos la propuesta de reformas de las Cláusulas Pétreas de la Constitución, para permitir la reelección indefinida de Bukele, ya no como presidente constitucional sino como dictador permanente. Y la amenaza de apropiarse de lo que queda de los fondos de pensiones de las AFP, para intentar llenar otro hueco más en el desfinanciado Presupuesto 2021.
El enfrentamiento con EE.UU. y la burla a la Lista Engel no presagian nada bueno, así como la insensata aprobación de $2,000 millones más de deuda en los primeros 75 días de la AL, que ha despertado las alarmas de las calificadoras de riesgo, complicando el tan esperado acuerdo con el FMI. Los últimos créditos concedidos por el BCIE no constituyen garantía de la confianza de esta institución en la capacidad de pago del gobierno, como ingenuamente lo afirmó un diputado del PCN. El panorama de este pobre país, sin rumbo fijo, se pinta verdaderamente tenebroso. Dios se apiade de El Salvador.

Maestro.