Salida paulatina del distanciamiento social: lecciones de otros países

A más de un mes de iniciadas las medidas de aislamiento en nuestro país es necesaria una discusión transparente con expertos de diferentes disciplinas de los criterios que deben cumplirse para una reapertura paulatina y ordenada

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Foto EDH/ Mauricio Castro

Por Carmen Aída Lazo

2020-04-21 8:33:35

Hace unos días, el Fondo Monetario Internacional fue categórico: “Es falsa la disyuntiva de salvar vidas o preservar los medios de vida”, y aportaba elementos para tratar de desmontar este falso dilema que se ha planteado entre salvar vidas y salvar la economía en la actual crisis generada por la pandemia del covid-19.
Sin embargo, hay quienes han querido hacer creer que hablar de medidas para mitigar los impactos económicos necesariamente implica adoptar acciones que aumentan sustancialmente el riesgo de contagio. Algunos han llevado tal narrativa a un nivel de eslogan del tipo “si usted habla de economía es porque no le importan las vidas”. Es así que se ha convertido en tabú hablar de los efectos económicos de la pandemia, dándoles la espalda, omitiéndolos, como si éstos no existiesen y no fuesen palpables desde hace varias semanas, sobre todo para la población más vulnerable y para quienes han visto reducidas o eliminadas completamente sus fuentes de ingreso.
Y el problema de convertir la economía en una temática políticamente incorrecta es que, al hacerlo, postergamos una discusión –que debería haber iniciado hace semanas– sobre cómo nos preparamos para mitigar los predecibles impactos económicos en las familias, en las empresas, en la macroeconomía del país.
Ahora bien, ¿por qué resulta una falsa dicotomía elegir entre salud y medios de vida (economía)? Lo es pues al contener el contagio de la enfermedad –mediante medidas de distanciamiento social y preparación del sistema de salud– se salvan vidas y hacerlo permite la reanudación progresiva de la actividad económica. Por ello, las medidas de contención de la enfermedad y de reinicio paulatino de la economía van de la mano.
En varios países se están discutiendo e implementando planes para salir de manera controlada del confinamiento generalizado. Repito, este es un debate aún muy incipiente en El Salvador, por lo que resumo algunos de los elementos comunes de las diferentes propuestas, con el afán de propiciar tal discusión:
1. Lo que define la decisión de relajar las medidas de distanciamiento social es el cumplimiento de importantes criterios de salud. Para el caso de los Estados Unidos, el American Enterprise Institute sugiere a los distintos estados que se haya observado en los últimos 14 días una reducción significativa en los casos reportados, que los hospitales locales tengan la capacidad para atender a los pacientes que requieren hospitalización y que exista la capacidad de conducir monitoreo activo de los pacientes que han sido confirmados positivos . Con ello, es posible pasar de la actual fase I (confinamiento generalizado) a una fase II (reapertura gradual con aislamiento de población vulnerable).
2. Las pruebas, en el corazón de la estrategia. El paso a una segunda fase de apertura controlada parte de la premisa de que se cuenta con la capacidad de realizar pruebas y de contar con mecanismos de seguimiento (nexo epidemiológico) de los casos positivos. Los diferentes estudios varían en la cantidad de pruebas necesarias, pero todos parten del hecho de que son fundamentales para superar la fase actual (fase I) de confinamiento generalizado . Solamente con pruebas se pueden identificar los casos positivos y/o vulnerables y, por lo tanto, aislar y/o dar seguimiento a la población afectada.
3. Se asume que las medidas de distanciamiento pueden duran un año o más. Hasta que no se encuentre una vacuna y/o un tratamiento efectivo, es difícil pensar que retornaremos al mundo pre-coronavirus. Entendámoslo así: al salir de la actual cuarentena (fase I), muy probablemente se mantendrá por varios meses la prohibición a reuniones de más de 50 o 100 personas y se limitará la movilidad o se mantendrán aisladas a poblaciones vulnerables (adultos mayores). Ir a un cine lleno o a un estadio es impensable aún en esta segunda fase, la cual podría durar entre 12 o 18 meses hasta que se encuentre una vacuna y/o tratamiento efectivo que permita pasar a una tercera fase de apertura completa. En la fase posterior a la cuarentena (fase II), se reanudaría la operación de restaurantes, pero muy posiblemente se aplicarían medidas de distanciamiento al interior de ellos, las aerolíneas pondrán en marcha protocolos para demostrar que un pasajero no ha estado en contacto con casos positivos, etc. La segunda fase es, por ende, un nuevo normal. Las empresas adoptan protocolos sanitarios para minimizar los riesgos de contagio, se incentiva el teletrabajo, se mantienen y refuerzan prácticas de higiene (uso de mascarilla, lavado frecuente de manos, etc.).
En definitiva, la revisión de las diferentes propuestas elaboradas por expertos en salud pública sigue una estructura común: escalar testeo (pruebas), seguimiento a casos (nexo epidemiológico), asegurar capacidad en el sistema de salud. Todo ello permite relajar paulatinamente y de manera controlada las medidas de distanciamiento social, sin descuidar la vigilancia de posibles nuevas olas de contagio.
Las estrategias también enfatizan que, una vez se identifica un caso positivo, se rastrean los contactos, se aíslan y vigilan a los potenciales contagiados. Corea del Sur se ha convertido en el ejemplo a nivel mundial para identificar potenciales contactos, pero también países como Chile han sido exitosos en llevar a cabo testeos masivos (más de tres mil pruebas al día) y así identificar los contagios de forma temprana.
Esta semana, Alemania ha reanudado una serie de actividades, pero la canciller, Ángela Merkel, señaló que “debemos estar conscientes que la epidemia continua, por lo tanto, no podemos regresar a la vida que teníamos previo a la pandemia. Debemos, por ende, aprender a vivir con esta epidemia por mucho tiempo”.
Hace unos días señalé que era impostergable el análisis y conocimiento de los efectos económicos para diseñar medidas que mitiguen estos impactos. Un plan económico para atender esta crisis debe tener al menos los siguientes componentes: a) apoyo a familias vulnerables, para evitar que se profundice la pobreza, b) medidas para evitar la pérdida masiva de empleos, c) focalización del gasto público en las prioridades de emergencia, d) desarrollo de una estrategia de reapertura ordenada atendiendo a criterios claros.
A más de un mes de iniciadas las medidas de aislamiento en nuestro país es necesaria una discusión transparente con expertos de diferentes disciplinas de los criterios que deben cumplirse para una reapertura paulatina y ordenada. El hacerlo mitigará simultáneamente los impactos en la salud y en la economía.