El Sínodo que se acerca

En realidad, el sínodo no es un parlamento, en el que las mayorías se imponen. Es, más bien, un acontecimiento de fe en el que la oración juega un papel preponderante. El Espíritu es el protagonista de esa multiforme asamblea.

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Armando Durán abraza a su secuestrador que le pidió perdón por el daño moral y psicológico que le causó hace 35 años en el marco del conflicto armado. Foto Cortesía Fiscalía

Por Heriberto Herrera

2021-10-15 6:32:27

En el ambiente religioso y no religioso se tiende a pensar que la Iglesia Católica sea una institución rígida, vertical, con el poder de gobierno concentrado en pocas manos. La realidad es otra. El Papa es elegido con voto secreto por una representación cualificada de votantes llegados de todos los rincones del mundo. Cada obispo es elegido previa una consulta minuciosa en la iglesia local a que estará destinado.
La historia de la Iglesia abunda en concilios, tanto mundiales como regionales. En esos encuentros cualificados se tratan temas de urgencia en discusiones libres y con procesos de votación. El ejemplo más reciente es el Concilio Vaticano II, que supuso para la Iglesia una renovación profunda.
Es cierto que el papado tiene un carácter monárquico, pues quien es elegido para ese servicio tiene una autoridad absoluta sobre la Iglesia universal. Eso sí, existe un código de derecho canónico que compila todas las normas y leyes a que atenerse quienes detentan posiciones de gobierno: papa, obispo, sacerdote o simple fiel.
Hay en la Iglesia Católica una instancia de gobierno poco conocida por el común de sus miembros. Se trata del sínodo. Esta asamblea se reúne ocasionalmente ya sea a nivel universal, regional, nacional o diocesano, generalmente para dilucidar algún problema de fe o de gobierno.
El papa Francisco ha convocado un sínodo universal que ya echó a andar. Es un sínodo totalmente fuera de los esquemas conocidos. Tomando en cuenta el significado del término “sínodo” (caminar juntos), el papa ha abierto la participación al mismo a todo fiel bautizado. Por supuesto que no todos iremos a las sesiones en Roma. Pero se ha creado un itinerario de reflexión desde la más humilde parroquia hasta las diócesis, naciones y continentes, y que desembocará en la sesión final en Roma.
Otro rasgo novedoso es la apertura a las mujeres a todos los niveles. De hecho, ya han sido nombradas algunas de ellas en funciones organizativas en la sesión final.
Hablando con propiedad, este histórico encuentro tiene una enorme fuerza democrática, si por democracia entendemos que el pueblo decide su propio destino. Los países llamados democráticos ordinariamente reducen ese ejercicio al voto individual. Una vez elegidas las autoridades, estas tienden a concentrar el poder en pocas manos. Conocemos casos penosos en nuestro continente latinoamericano.
Volviendo al próximo sínodo, el papa Francisco está subrayando algunas líneas que deben impulsar ese gigantesco esfuerzo de reflexión mundial: escuchar y discernir. Escuchar a todas las iglesias locales sin prerrogativas clasistas. Discernir en clima de oración los nuevos caminos que el Espíritu señala a su Iglesia. Se tratará de auscultar las fatigas y deseos de la humanidad.
Visto así el sínodo, se espera que toda la iglesia salga favorecida en dos dimensiones: comunión y misión. La comunión como un fortalecimiento de los lazos internos, puesto que la iglesia universal es un cuerpo vivo. Misión, que es llevar el Evangelio a todos los pueblos de forma más dinámica y enriquecedora.
Se hizo mención arriba de democracia. En realidad, el sínodo no es un parlamento, en el que las mayorías se imponen. Es, más bien, un acontecimiento de fe en el que la oración juega un papel preponderante. El Espíritu es el protagonista de esa multiforme asamblea.
El fruto esperado será la conversión pastoral en clave misionera. Y nuestro aporte individual, la oración fervorosa.

Sacerdote salesiano.