¿Cuántas "Beatrices" son suficientes para cambiar una ley?

Con el mejor de los intereses de la salud pública la literatura relata el porqué es necesario inducir un aborto en situaciones excepcionales, como cuando está en riesgo la salud (incluida la tan olvidada salud mental) y la vida de una mujer;

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Fachada de centro judicial Isidro Menéndez. Foto EDH/archivo

Por Guillermo Antonio Ortiz Avendaño

2021-10-01 6:30:10

El 2013 fue el año que cambiaría la percepción sobre un tema difícil de hablar: hablar de aborto era casi prohibido e incluso considerado como una apostasía para otros; si hay una palabra que incomodaba ahora menos a los salvadoreños es “aborto”. Fue una joven humilde, de pocas palabras, a quien la vida le pagó mal, condenándola a padecer una enfermedad incurable de carácter crónico degenerativa: fue “Beatriz” quien le puso cara a la retórica, quien le dio vida a los textos, quien rompió ese “establishment “ social. Los embarazos con esta enfermedad, Lupus, son muy complejos y en algunos casos pueden tener resultados fatales; a ella no le teníamos que explicar esto, pues lo sabía: en su primer embarazo casi pierde la vida. En su siguiente embarazo, la vida le vuelve a pagar mal: su hijo no desarrolló cerebro, no sobreviviría después de nacer; fue una noticia devastadora para ella. Se preguntarán ¿cómo otro embarazo? Casi les escucho: “si ya sabía, ¿porqué se embarazó?”; solo puedo argumentar que ningún método contraceptivo es ciento por ciento seguro y lo que a lo mejor a algunos les costará más entender, la voluntad de la mujer no siempre es respetada por su pareja. Para algunos, el camino a seguir era por demás evidente; era imposible no tener empatía para apoyarla, pero para otros, por cuestiones morales o religiosas, el tema no tenía ni siquiera que ser discutido y hacerse los sordos con ella; al margen de esto, “Beatriz” sí estaba decidida; quería comenzar su duelo, seguir adelante y vivir por su otro hijo; pero ahora no solo lucharía contra una moral, sino contra una ley que prohíbe salvar su vida y cuidar su salud; corríamos el riesgo, tanto ella como los médicos de ser procesados judicialmente.
Ninguna consulta realizada apoyaba una excepción sin la garantía de no enfrentar un proceso judicial. Se llegó hasta la Corte Suprema de Justicia; en la audiencia pidieron la presencia de “Beatriz”, fue intimidante para ella, interrogada casi como a una criminal, cuestionada sobre la veracidad de su enfermedad; fue un sacrificio en vano. Semanas después su petición fue denegada por el máximo tribunal.
Con el mejor de los intereses de la salud pública la literatura relata el porqué es necesario inducir un aborto en situaciones excepcionales, como cuando está en riesgo la salud (incluida la tan olvidada salud mental) y la vida de una mujer; como parte de la atención existen opciones de manejo: la primera es continuar con el embarazo, asumir sus riesgos y las posibles consecuencias; la segunda, continuar el embarazo para luego darlo en adopción (importante en casos de violación); y por último, luego de vasta información y completa autonomía, poder interrumpir el embarazo (ninguna mujer disfruta ni se embaraza para este fin). El personal de salud debe no solo respetar su decisión, sino apoyarla con el mejor de los conocimientos, evidencia científica y la mejor tecnología; será obligación del Estado poner a disposición todos los medios que hagan posible cualquiera sea la decisión tomada por la mujer.
Esto en Bioética se llama “autonomía”; para que esta exista , debe tener el individuo capacidad de razonamiento y toma de decisión. Es por eso que en algunos casos de muerte cerebral o de menores es la madre o familiares quienes toman la decisión; no es ético, desde ningún punto de vista, imponer un tratamiento sin base científica o sesgado por la moral o religión del personal de salud.
Se nos hace difícil entender por qué este tema puede seguir siendo “espinoso” aun después de las discusiones surgidas desde varios ámbitos de la sociedad salvadoreña en el 2013; la reforma legal, con amplia participación con un debate liderado por mujeres, el escuchar argumentos científicos y posiciones basadas en derechos humanos; hoy por hoy más que una necesidad, es una urgencia, pues tal y como está redactada la ley es un completo atropello a la salud y vida de las mujeres del país.
¿Cuántas mujeres más deberán ir a la Corte para ser intimidadas? ¿O quiénes son esas otras “Beatrices” que no podrán dar la batalla y no porque no quieran, sino porque ya están muertas?

Ginecólogo y Obstetra

Gestión Sanitaria y Epidemiología