No todo lo que brilla es oro, versa el dicho, pero pareciera que por naturaleza humana nos sentimos atraídos hacia aquello físico y visualmente bello. También, somos apresurados y nos gustan las cosas inmediatas. Por tanto, no es de extrañar que ante nuevos proyectos de edificación e infraestructura, muchos celebren decisiones políticas como estas, aunque otros no tanto. Surge, pues, la necesidad de abordar la temática sobre la pertinencia y ejecución de políticas de mejoramiento de infraestructura.
En primer lugar, el 2022 nos sorprende con la noticia de la creación de un nuevo estadio nacional, la cual propone su construcción donde ahora se encuentra la Escuela Militar Capitán General Gerardo Barrios. Para su edificación se contará con ayuda monetaria china y aspira albergar a 50,000 personas. Sin embargo, su localización es un punto en conflicto con organizaciones ambientalistas que observan con preocupación un drástico cambio climático en el país o una emergente contaminación hídrica. Tampoco se ha revelado el tiempo estimado de construcción o un estudio sobre la asignación de recursos exclusivamente salvadoreños. En cualquier caso, siempre se nos dará la cara bonita del proyecto, mientras que aquella que puede ocultar deudas o promesas políticas con la nación asiática, se esconde.
En segundo lugar, ya se inició la construcción de una nueva Biblioteca Nacional, frente a la Plaza Barrios, con ayuda de nuestra reciente y cercana amiga China. El costo del inmueble ascenderá a $54 millones de dólares y ha comenzado la demolición de la estructura antigua. Pese a ello, se reportaron denuncias de trabajadores de violaciones a sus derechos laborales: no reciben el pago correspondiente por horas extra y no hay un servicio de seguridad o salubridad contra accidentes.
Por último, también se vislumbra la ejecución de nuevos pasos a desnivel y ampliación de carreteras, siendo el viaducto de Los Chorros uno de los proyectos con mayor relevancia. Y esto, sin duda, alcanzará el propósito de agilizar el tráfico vehicular en las zonas propuestas, pero de forma momentánea, a menos que exista un plan de descentralización urbana. La capital está congestionada de habitantes, mientras aumenta el precio de las viviendas y la cantidad de automóviles en circulación. Ante esto, lo idóneo es contar con el respaldo de un plan de organización territorial a largo plazo, pero al ciego no se le preguntan direcciones.
Al final, lo bueno es que tendremos obras, visibles e inmediatas, que es lo que nos gusta y como se ha hecho durante los últimos treinta años de supuesta democracia en el país. Las que no son tan visibles, como la educación o el bienestar social, pueden estar en segundo plano hasta que en tierra de ciegos, al menos el tuerto sea el rey. En conjunto con la pandemia, enfrentamos una creciente violencia criminal, caracterizada por desapariciones, que deberá ser tratada con medidas con mayor efectividad a las anteriores. En particular, espero que el lector reconozca la modalidad satírica en mis palabras y que la prosperidad de una nación no se distingue primordialmente por sus edificaciones, sino por su calidad humana.
Estudiante de Economía y Negocios
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)