Nuestro querido Padre Cosme Spessotto

El Padre Cosme sembró una viña, la regó con su sudor, pero la vid que cuidó fue su pueblo. Preparó la tierra, la cultivó, supo tener paciencia y al final obtuvo una gran cosecha. Esa gran cosecha somos todos los que fuimos impactados con su mensaje

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Jugadores de Alianza FC se lamentan luego de la derrota ante Isidro Metapán por la fecha 1 del Clausura 2022 en el Estadio Cuscatlán de San Salvador. Foto EDH / Jonatan Funes

Por Roberto Edmundo Zelada

2022-01-16 5:52:41

Nació en Mansué (Treviso, diócesis de Vittorio Veneto) el 28 de enero de 1923. En la fuente bautismal recibió el nombre de Sante (Santos).

El 25 de septiembre de 1935 entró en el colegio Seráfico de Lonigo (Vicenza). El 16 de septiembre de 1939 vistió el hábito franciscano. Hizo su primera profesión religiosa el 17 de septiembre de 1940. Fue ordenado sacerdote el 27 de junio de 1948 en la Basílica de la Madona della Salute, en Venecia.

Salió de Génova el 9 de marzo de 1950 con destino a El Salvador. Llegó al Puerto de La Unión el 4 de abril. El 30 de abril de 1950 fue destinado a la parroquia de San Pedro Nonualco.

El 18 de octubre tomó posesión de la parroquia de San Juan Nonualco, donde permaneció por 27 años.

El 14 de junio –sábado- de 1980 entrega su vida al Señor al ser abatido a balazos frente al altar mayor.

Sirvió durante 30 años a nuestra nación y al pueblo de Dios. Tres años en San Pedro y 27 años en San Juan Nonualco. Treinta años sirviendo al más humilde, al más necesitado y a todo aquel que así lo declarase. Don Juan Francisco Landaverde, ciudadano de San Juan Nonualco, lo resume así: “Fue un alma que vivía para acercar las almas a Dios y que éstas se salvaran, encontrando en es esto su mayor alegría”. Su vida fue una ofrenda agradable al Señor.

En ocasión del Gran Jubileo del año 2000, la Iglesia nos pidió “no olvidar el testimonio de nuestros mártires y seguir el ejemplo de su vida”. La Iglesia del Primer Milenio nació de la sangre de los mártires: “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”. Al terminar el Segundo Milenio la Iglesia nuevamente ha vuelto a ser la Iglesia de los mártires.

Pero, ¿qué es ser mártir?
Mártir es aquella persona que ofrece su vida a Dios en el silencio, en la oración, en el servicio desinteresado al prójimo, en el trabajo desempeñado como oración “Ora et labora” –ora y trabaja- o, como decía el Padre José Contrán, “es esa luz de la vela que mientras alumbra se va desgastando en El Señor. Ese desgastarse en El Señor”. El Padre Cosme es un sacerdote que se desgastó en el ejercicio de su ministerio sacerdotal. Levantó un templo, construyó una iglesia y edificó la comunidad. Sus manos eran inmensamente grandes porque eran las manos de un labriego (la persona que cultiva, ara la tierra).

El Padre Cosme sembró una viña, la regó con su sudor, pero la vid que cuidó fue su pueblo. Preparó la tierra, la cultivó, supo tener paciencia y al final obtuvo una gran cosecha. Esa gran cosecha somos todos los que fuimos impactados con su mensaje: los Contreras, los Barahona, los Ayala, los Aguilar, los Minero, los Zepeda, los Guardado, etc. Cultivó la vid y encontró dos variedades que se adaptan a nuestras condiciones. Construyó la Escuela Juan XXIII, donde una interminable cantidad de niños pasarían por sus aulas -incluso yo-. Se interesó muchísimo por todos los movimientos religiosos: Renovación Carismática, Cursillos de Cristiandad, Piadosos Varones, etc. En la predicación de las 40 horas no podía faltar el P. Filiberto Dal Bosco para hacernos un llamado a la conciencia.

Una de las celebraciones que a las que mayor empeño le ponía era Corpus Christi. Junto a él iban los niños como un cortejo celestial por las calles empedradas de San Juan. Nunca le faltaron manos y brazos cuando pidió colaboración para un llenado o para un plafón, a todos nos daba nuestro reconocimiento.

Es un testimonio que no hay que olvidar. Nadie debe olvidar su forma de vida, su forma de ser.

Maestro.