Apuntes para el 28F: Discurso de odio

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Salvador Samayoa

Por Salvador Samayoa

2021-02-01 9:12:17

El asesinato de dos activistas del FMLN en San Salvador es, sin duda, el hecho más grave de violencia política de los últimos 30 años. Lo es por varias razones, pero sobre todo porque fue perpetrado por matones al servicio de un alto funcionario del gobierno y en contra de personas identificadas por la bandera de su partido, configurando así un crimen típico de odio y desprecio a otro grupo social.

Que los sicarios hayan sentido que tenían licencia para matar y hayan creído que tendrían impunidad, solo agrava el significado político del incidente letal, porque indica o confirma una situación de prepotencia extrema en los círculos del poder, en sus figuras más prominentes, en sus gendarmes y en sus fanáticos que pululan por doquier.

Que el presidente haya reaccionado de manera tan irresponsable, sugiriendo que se trataba de una maniobra desesperada de la oposición, tal como en su momento hizo la Fuerza Armada al culpar al FMLN del asesinato de los jesuitas, solo evoca los caminos del pasado, caminos de encubrimiento y bendición a los sicarios desde lo más alto del poder.

Hace pocos meses, un empleado de tercer nivel, Secretario de Cultura Ciudadana —qué ironía— en una dependencia del Ministerio de Gobernación, fue detenido por realizar disparos desde un vehículo sin placas en las proximidades de un centro comercial de la ciudad capital. Estos y otros incidentes similares son señales de prepotencia y matonería que no debemos ignorar.

Los disparos a la caravana del FMLN son la consecuencia lógica de escuchar todos los días los insultos y las amenazas del presidente, de varios de sus ministros y de los que incendian las redes sociales de apoyo a “Nuevas Ideas” con el fuego de la intolerancia y el odio a los opositores políticos. ¿Qué se puede esperar de los seguidores si el líder habla de quemar a todos los políticos, como hizo en febrero del año pasado en la Asamblea de Gobernadores del BID?

En un clima similar de odio a los opositores nacieron y crecieron los escuadrones de la muerte…y los comandos urbanos, porque tampoco pueden esperar los que detentan el poder que los otros soporten sus afrentas sin remilgar.
La más dolorosa violencia para la gente y los peores crímenes raciales, religiosos y políticos en tantos países, fueron hijos de la intolerancia, los delirios supremacistas, la descalificación de los opositores, el fanatismo y el discurso del odio. Y francamente, vemos todos esos elementos hoy en El Salvador.

A pocas semanas de las elecciones, será crucial que la violencia no nos gane la partida otra vez. En este empeño, no apelamos a la sensatez del presidente porque es obvio que le falta sabiduría y madurez. Para frenar la prepotencia y la violencia apelamos a la conciencia ciudadana, y como último recurso del Estado al Fiscal General, porque la Policía parece que ya está en modo de complicidad con las fuerzas del mal.