Asuntos irrenunciables en una república

Estoy lejos de defender la manera en que partidos políticos como ARENA, FMLN, PCN y PDC se han manejado durante décadas. Pero no se puede perder de vista que darle el poder político absoluto a una persona o movimiento tampoco es la solución, sobre todo cuando sus credenciales democráticas aún están en dudas

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Foto de referencia/ Archivo/ EDH/ Francisco Campos.

Por Erika Saldaña

2019-04-29 4:30:09

Hay asuntos que son irrenunciables en una república, como el derecho a la libertad de expresión y la pluralidad de pensamiento. Todavía no conocemos muchos de los detalles del gobierno del presidente electo Nayib Bukele, por ejemplo su gabinete, planes de trabajo y medidas inmediatas para tratar los problemas que ya existen en el país. Pero sí vamos conociendo su hipersensibilidad a la crítica, lo cual resulta preocupante.

En el ámbito político y en el manejo de la cosa pública, lo primero que salta a la luz ante una acción de cualquier persona son las críticas. Estas podrán ser fundadas o carecer de todo sentido, pero bajo el abrigo de la libertad de expresión toda persona tiene derecho a manifestar lo que piensa siempre que no le haga daños a los demás.

En un plano más estructurado, la libertad de expresión y la crítica funcionan como un mecanismo de control de las decisiones que toman las personas que ostentan el poder político. Poner en duda una medida no solo es un acto personal de libertad de la persona que lo hace, también funciona como una alerta para poner los ojos en una decisión que podría ir en contra de la Constitución y las leyes.

Es por eso que los funcionarios del Estado están sometidos al escrutinio público y deberían estar abiertos a la crítica; al final sus decisiones nos afectan a todos y su palabra no puede tomarse como verdad absoluta. Los funcionarios y líderes políticos son humanos y se pueden equivocar. La idea de la crítica también debe ser corregir la toma de malas decisiones que afectan el ámbito público.

Por ello, resultan preocupantes las reacciones del presidente electo ante las críticas a su aun no iniciado gobierno. Bukele manifestó que él también tiene derecho a criticar a los medios de comunicación, “porque la libertad de expresión no es solo para periodistas o plumas pagadas, sino para todos. Y esa palabra: ‘todos’, incluye al presidente”. Tiene razón si habla como ciudadano, pero con el título de presidente de la república esto se percibe como una confrontación por las críticas que se le realizan. Si de verdad quiere respetar la libertad de expresión, debería ser más tolerante y abierto a la crítica.

Otra de las manifestaciones que resultan preocupantes es la intención de lograr el poder absoluto mediante las elecciones de 2021. Ni siquiera ha empezado el periodo presidencial ni han hecho el intento de entablar diálogos entre los distintos poderes del Estado, pero ya existen voces enfocadas en obtener poderes absolutos en las elecciones.

Promover su partido político y movimiento no está mal. Pero es erróneo hacer creer o pensar que la única vía para poder hacer un buen gobierno es que Nuevas Ideas obtenga la mayoría de diputados en la Asamblea Legislativa en 2021. El trabajo debería empezar el 1 de junio de 2019, pues los problemas del país a ser resueltos existen desde hace décadas y para ello se necesita madurez política inmediata de quienes toman decisiones, además de un consenso de todas las instituciones estatales sobre la manera en que debe abordarse las dificultades. Urge el diálogo.

Estoy lejos de defender la manera en que partidos políticos como ARENA, FMLN, PCN y PDC se han manejado durante décadas. Pero no se puede perder de vista que darle el poder político absoluto a una persona o movimiento tampoco es la solución, sobre todo cuando sus credenciales democráticas aún están en dudas; el descontento debería abrirnos a la oportunidad de crear nuevas opciones y obligar a los partidos existentes a cambiar. Estos últimos tienen una gran responsabilidad: cambian o ustedes serán cómplices de la decadencia de nuestra democracia.

Abogada