Al maestro con cariño

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El entrenador de la selección de El Salvador, Carlos de Los Cobos. Foto/EFE

Por Jorge A. Castrillo

2019-06-22 9:42:50

Habiendo asistido por una década cuando menos a una institución educativa, solemos pensar que todos debemos haber tenido un maestro realmente bueno a quien recordamos con cariño. Pero… ¿y si esta proposición (universal afirmativa) no fuera cierta? Recuerdo una ocasión, varios años atrás, en la que atendía a un próximo bachiller (senior) del más antiguo de los colegios bilingües del país. Después de escucharlo por minutos describir la relajada dinámica de sus clases (parecía que iban a la Escuela a perder el tiempo), no pude más y le pregunté: “Viendo para atrás, ¿Cuántos de tus profesores sentís que han ejercido una influencia positiva en vos y se esforzaron por enseñarte?” Giró sus ojos hacia la izquierda, vio hacia arriba, se tomó para pensar más tiempo del que yo habría creído, al cabo del cual me miró fija y directamente a los ojos y respondió decidido, con un tono mezcla de tristeza y resignación: – “Una. La miss de literatura. Era yuca pero me hizo aprender a leer, escribir bien y sin faltas de ortografía”. – “¿Sólo una?” -reaccioné con asombro- “Usted preguntó por quienes se habían esforzado en enseñarme: solo ella. Los demás daban clases, a lo mejor incluso que buenas, pero sin interés por si yo aprendía o no”. Cuestionados, los adolescentes saben hacer distingos finos: “Los demás daban clases, pero sólo ella se esforzaba por enseñarme”. Nunca lo he olvidado.

Los buenos profesores, con toda razón, se quejan que la profesión docente no tiene el reconocimiento social que debería tener dada su importancia para la sociedad; pero se preguntan poco cuántos de sus colegas se esfuerzan verdaderamente por enseñar. Mientras el país espera lo que las nuevas autoridades de educación habrán de escoger como el foco principal de sus esfuerzos (hay tanto por hacer que o priorizan bien los objetivos por lograr, o tendremos los primeros funcionarios sufriendo del síndrome del quemado (burn out) en menos de dos años) comparto algunas reflexiones que pueden servir para entablar un diálogo franco en relación a nuestros maestros.

1. No sólo en la escuela (instituto, universidad) se aprende, pero sólo allí se va con la intención y/o esperanza de aprender. Igual, no sólo en los restaurantes se come, pero si va a un restaurante es para comer ¡bien!.

2. El aprendizaje académico exige esfuerzo sostenido (no aprenderá inglés oyendo lecciones mientras duerme) e inteligente (la sola repetición no es suficiente, hay que desafiar intelectualmente al aprendiz).

3. Al final del día, el aprendizaje siempre es individual. La experiencia de aprendizaje puede ser social, pero el que aprende, o no, es cada individuo. Los caminos (métodos, procesos) que llevan al aprendizaje son múltiples. Sirven sólo si el caminante los camina ¡y llega a su destino!

4. Con tanto conocimiento acumulado históricamente, la enseñanza debe ser razonablemente dosificada (curriculum). El buen maestro debe esforzarse para que el estudiante aprenda lo que se supone que debe aprender en ese período de tiempo asignado (año escolar, ciclo universitario, curso técnico); de lo contrario, perjudica el futuro del estudiante (le costará más aprender) y complica el de sus colegas docentes (les costará más enseñar).

5. Se dice que, en estos tiempos, el conocimiento está a la disposición del que quiera tomarlo. Esto siempre ha sido así: ahora está sólo más cerca y es de más fácil acceso. El trabajo del maestro, hoy más que nunca, es acercar y presentar atractivamente ese conocimiento al estudiante.

6. Difiero de Sócrates en cuanto a los aprendizajes académicos: no es verdad que los alumnos ya sepan muchas cosas y que sólo haya que ayudarlos a que se den cuenta que lo saben mediante preguntas (la mayéutica). Los profesores deben tomarse en serio su rol de enseñantes, lo que significa que deben: a) conocer bien su asignatura, b) enseñar bien los procedimientos, c) explicar los contenidos haciendo relación con otros temas de la vida diaria, d) evaluar los aprendizajes de los alumnos (no todo lo que se enseña es aprendido por todos de la misma manera) y e) insistir en los temas que no hayan sido bien aprendidos por los alumnos.
…si así lo haces, querido maestro salvadoreño, que la Patria y tus alumnos os lo reconozcan; pero si no, que la Patria te lo demande. FELIZ DÍA DEL MAESTRO.

Psicólogo