La pandemia ha dejado una tragedia a su paso y, a la vez, una falta de información verídica para que la población sepa la realidad de lo que se vive.
Desde el inicio de la pandemia la información no era completa. ¿Qué objetivos se perseguían? Y a pesar de las enormes diferencias existentes por parte del MINSAL como de otras instituciones que vieron la necesidad de exponer la realidad ya sea en el número de contagios, ingresados, altas y fallecidos, lo que pudo ser un ejemplo de transparencia no fue más que una manipulación de datos.
Tanto la desinformación epidemiológica como en el manejo de los casos ha golpeado a una población cada día más vulnerable. Poco se comenta sobre el altísimo número de contagios que hay diariamente. Será octubre un mes con más casos diarios, lo que redundaría en un colapso del sistema de salud.
Hay un marcado desinterés en crear una política de toma de pruebas de fácil acceso y gratuidad y cambiar de una vez la política de curar y vacunar; tratar los signos y síntomas ya no es suficiente. Deben las universidades y todos aquellos que practican la investigación luchar por ir un paso adelante del virus. Tal parece que solo la UES está hablando de investigaciones y en el caso del Ministerio de Salud lo primero que debe hacer es desclasificar la información. Se percibe el incremento de casos pero no existe país del mundo que pueda curar a cada enfermo. La población parece segura de lo que escucha o ve en las redes sociales cuando sabemos que la pandemia está incontrolable.
Mientras, el salvadoreño está preocupado por el alto costo de la vida, la introducción del bitcoin y el diario vivir, a nadie parece importar lo que es la salud de la población.
La Constitución manda que la salud es el bien más preciado de una sociedad, pero ante la debacle que vivimos en esta pandemia solo demuestra lo poco que importa la vida de un salvadoreño. Fue noticia de primera plana que 42 personas fallecieron a causa del virus y ese es solo un ejemplo de lo que vivimos y viviremos si no se hace algo y en vez de desinformar se habla con la verdad, aunque sea dura pero es mejor saber qué nos espera y no creer que todo está bajo control.
Tristemente esa frase que dice “Sálvese quien pueda” es una realidad demasiado dura que nos toca vivir. Día a día el personal de salud cae y a nadie parece importar. ¿Y qué decir de la población? Sufriendo en carne propia la muerte de sus seres queridos cuando es imperativo que se le dé el valor que la vida del ser humano merece.
El dolor no es personal, es de una nación que sufre embestidas tras embestidas. Necesitamos un Estado que respalde, no uno que desinforma, por lo que se debe tener claro todo conocimiento desde #Educacion, #Prevencion, #Promocion, tratamiento, medicamentos, vacuna contra el #COVID_19.
Cada persona vacunada debe estar enterada de los pro y los contra. ¿Cuántos vacunados se han enfermado y han muerto en algunos casos estando vacunados?
La misma Asociación de Pediatría fue muy cuidadosa en cuanto a informar sobre la vacunación en menores de edad y así deberían haber más asociaciones que respalden al pueblo con el conocimiento.
Decir la realidad parece que es malo cuando es lo único que debe procurar decir una persona y en este caso es un Estado el que debe aclarar por qué tanta desinformación; ¿cómo es posible que se permita realizar un partido de fútbol con miles de aficionados cuando sabemos el altísimo riesgo?
Llegó el momento de dejar atrás la maquila de datos y aunque sea una realidad demasiado dura, es preferible a que la población siga desinformada. Ya no más, el número de contagios y de fallecimientos es altísimo y deben las autoridades responsables informar no desinformar la tragedia que vivimos. Lo dije antes: lo peor es la falsa seguridad, pero creo que se pone a la par la desinformación.
Médico.