Prohibido olvidar la historia

Muchos tuvimos la suerte de no vivir directamente o no recordar los estragos que generó la guerra en nuestro país; sin embargo, en honor y respeto de los que sufrieron y lucharon por sus ideales durante esa época, no podemos repetir la ignorancia que le resta valor a la historia, al acto que marcó el cese de la violencia y el inicio de la construcción de una sociedad un poco más democrática para todos

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Foto: AFP / Captura de pantalla.

Por Erika Saldaña

2021-01-17 6:20:42

El sábado se celebraron 29 años del histórico 16 de enero de 1992, cuando El Salvador dio por finalizado un sangriento capítulo de su historia y los pasos más firmes hacia la reconstrucción de su futuro. El aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz trae mucha nostalgia a El Salvador, pues cerró un ciclo de doce años que dejó cerca de ochenta mil muertes, miles de desplazados internos y comunidades sumidas en la destrucción y pobreza. Si bien como sociedad tenemos numerosas deudas pendientes, es insensato minimizar o desacreditar este momento histórico para el país.
Muchos tuvimos la suerte de no vivir directamente o no recordar los estragos que generó la guerra en nuestro país; sin embargo, en honor y respeto de los que sufrieron y lucharon por sus ideales durante esa época, no podemos repetir la ignorancia que le resta valor a la historia, al acto que marcó el cese de la violencia y el inicio de la construcción de una sociedad un poco más democrática para todos. La situación del país no es perfecta y está lejos de serlo; desde 1992 se han dado diversos hechos cuestionables, sobre todo por parte de la clase política. Pero el cese del conflicto armado y la toma de decisiones por la vía dialogada y civilizada siempre valdrán la pena.
Hoy en día los problemas de la sociedad salvadoreña han cambiado y las dificultades a las que nos enfrentamos son distintas. Actualmente el problema principal es la incapacidad de reconocer el valor y la opinión de los demás, sobre todo de los que no piensan igual. Las reiteradas y poco espaciadas elecciones han fijado una discusión vacía permanente y escueta entre las fuerzas políticas principales en el país, donde los políticos siempre actúan con miras a la siguiente elección. Es así que han basado sus acciones en la emoción y no en la razón, procurando conseguir un voto y no la solución de los problemas de los salvadoreños.
Aunque existan diferentes ideologías y desacuerdos en la política salvadoreña, el problema actual es que no se ha hecho nada para construir las bases de un debate público decente sobre los temas fundamentales de la nación, tales como políticas educativas, salud, seguridad pública, pensiones, entre otras cuestiones que afectan al país. No existe una cultura política de respeto a las opiniones y propuestas del adversario, y las acciones se toman siempre en clave electoral. El país cuenta con las instituciones y la normativa suficiente para impulsar un mejor proceso democrático; sin embargo, falta voluntad política de que estos funcionen como deberían.
A los Acuerdos de Paz hay que darles el valor que se merecen. Lograr el cese al fuego, una salida negociada de manera pacífica y la implementación de una nueva institucionalidad en temas de defensa, seguridad, sistema judicial y electoral, son algunos de los grandes logros post conflicto. Hay que tener en cuenta que las distintas generaciones hemos enfrentado los problemas propios de cada época; unos tuvieron que iniciar la lucha por sus ideales, otros sobrevivir a una guerra cruel, otros buscar la forma de terminar el conflicto, otros reconstruir un país después de la guerra e impulsar el desarrollo económico, otros superar los desastres naturales y muchos estamos hoy aquí intentando recuperar la institucionalidad resquebrajada.
A las distintas generaciones de ciudadanos que conformamos la sociedad salvadoreña se nos han presentado retos distintos. El único punto en común entre los verdaderos ciudadanos de las distintas épocas ha sido la intención de dejar a las nuevas generaciones un país mejor. Asumamos el reto de seguir mejorando nuestra sociedad, con miras hacia un mejor futuro, sin dejar a un lado el valor de la historia.

Abogada constitucionalista.