Derechos vulnerados

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Jugadores de la Selecta Playera

Por José Sifontes

2018-10-19 10:22:33

No hay derecho más importante para un ciudadano que el de la libertad. Es el principal pilar de una democracia. Sin libertad el ser humano se reduce y de ahí que luchar por conseguirla o preservarla es parte de su naturaleza. La Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, que data de 1791, establece que está prohibido crear leyes que interfieran con la libertad de escoger y practicar la religión que se prefiera (o de no tener religión), que reduzca la libertad de expresión y de prensa, y que vulnere el derecho de las personas de reunirse pacíficamente. En esencia, para estas libertades fundamentales, religión, expresión y reunión, está prohibido prohibir.

Las constituciones de los países democráticos han seguido esta línea y solo en las dictaduras estos derechos son restringidos. Venezuela ya tiene años de estar naufragando en una dictadura, y Nicaragua se ha convertido en otra, no menos violenta y maligna. Lo que ocurre en estas dos naciones hermanas sobrepasa cualquier extremo. En Nicaragua los muertos ya llegaron a los quinientos. El pasado domingo una protesta pacífica (cuyo derecho protege la Constitución) fue reprimida con garrotes. Hubo 38 personas arrestadas arbitrariamente, de las que 31 habían sido liberadas para el martes, más por temor del régimen a las consecuencias que por convicción (muchos eran ciudadanos prominentes y líderes de organizaciones). Siete permanecen detenidas, sin que se les permita tener comunicación con sus familiares o abogados. Estos se suman a otros 400 detenidos, o mejor dicho desaparecidos, pues no se sabe qué ha sido de ellos. El régimen ha declarado la prohibición de manifestaciones a menos que cuenten con permiso oficial, disposición tan absurda que solo puede ser concebida en mentes torcidas.

De Venezuela ya nada sorprende, pero la muerte de Fernando Albán debe ser denunciada al mundo. Este miembro de Primero Justicia, ente opositor al régimen de Nicolás Maduro, cometió el terrible pecado de acompañar a Julio Borges en Nueva York durante la reciente Asamblea General de la ONU. No le perdonaron. Al regresar a Venezuela fue capturado por el SEBIN y mantenido en una de sus mazmorras. Poco tiempo después el Gobierno anunció que se había suicidado, saltando del séptimo piso a través de una ventana después de pedir permiso para ir al baño. Lo del suicido no se los cree nadie. La versión oficial es tan torpe que cualquier aprendiz de investigador la descartaría de inmediato. Albán era un ferviente católico y, por tanto, contrario al suicidio. La distancia en la que fue encontrado el cuerpo, que corresponde más a alguien lanzado y no a alguien que se arroja a toda prisa de una ventana, el evitar una autopsia, el hecho de que a los detenidos que son trasladados no se les deja de custodiar ni por un segundo, mucho menos se les permite ir al baño solos, y el pequeño detalle de que en el sitio desde donde supuestamente se lanzó no hay ventanas donde quepa una persona, no dan mucho espacio a la duda. A este buen hombre lo torturaron hasta matarlo. Querían que incriminara a un opositor en el atentado contra Maduro. Fue un valiente, no un suicida. Pero así es el gobierno que rige Venezuela.

Duele conocer este tipo de situaciones, e indigna ver que las personas que nos representan como país apoyen a estos gobiernos. Lo que procede es la denuncia, no el apoyo. No es aceptable estar del lado equivocado.

Médico psiquiatra