China y su expansión geopolítica

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Por Luis Enrique Contreras Reyes

2018-07-19 8:14:03

Napoleón Bonaparte dijo: “Cuando China despierte el mundo temblará”. El conquistador francés predijo acertadamente el futuro del gigante asiático. En los últimos años China ha logrado un rampante crecimiento económico y geoestratégico en el mundo, despertando las alertas de la primera potencia mundial: Estados Unidos.

EE. UU. tiene la mayor economía del planeta con US$ 20.4 billones, según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), seguido por China, con US$14 billones. El gigante asiático ha iniciado una etapa de desarrollo financiero, social y político, pero para ello necesita recursos para su propio consumo; de ahí la importancia para Pekín de lograr la seguridad alimenticia y energética (de hecho, es el país que más centrales nucleares está construyendo). China necesita incrementar su poder financiero y lanzó una campaña para introducirse en el flujo de capitales en Europa, América y África para lograr penetrar en los tejidos empresariales de estas regiones.

De África, Oriente Medio y América Latina importan materias primas para su consumo como petróleo y gas para la energía y minerales para acumulación estratégicas a través de las compañías chinas que fabrican dispositivos tecnológicos por cuenta propia y para suministrar a las compañías extranjeras cuyas fábricas están situadas en China. Para asegurar el flujo de materias primas desde África hasta su territorio ha creado una base militar en Djibouti y su mayor proyección es mantener una ruta segura por el Índico; de ahí la renovación de su flota, para que patrulle este océano.

El Foro para la Cooperación entre China y África permitió al gigante asiático en 2009 convertirse en el principal socio económico del continente africano, desplazando a EE. UU. pero el poderío chino no se limita a este continente; la geopolítica del presidente chino Xi Jinping ha ideado una renovada ruta comercial por tierra y mar que llega a Mongolia y Rusia; Asia Central y Pakistán; Myanmar, Bangladesh y a la India; al sureste asiático, pero también a Corea del Sur y Japón; al Golfo Pérsico, Oriente Medio, norte de África y la Unión Europea.

Este megaproyecto de expansión geopolítica, denominado “La ruta de la seda”, ya se presume como la primera fuente de proyectos de infraestructuras en el mundo. Se quieren construir nuevas líneas de ferrocarril y puertos; oleoductos, gasoductos y centrales eléctricas; carreteras y toda clase de infraestructuras de apoyo con miles de millones de inversión. El otro nombre de la Ruta: “ One Belt One Road ” (Un Cinturón, Una Ruta). Una franja que sobre el mapa incluirá a más de 60 países. El 75 % de las reservas energéticas conocidas al mundo, el 70 % de la población mundial y generaría el 55 % del PIB mundial. El gobierno comunista chino tiene previsto invertir unos 1,4 billones de dólares. Se trataría de un cinturón económico, incluyendo un ferrocarril que llegaría hasta Madrid, España.

¿Y América? Una semana después de la elección de Donald Trump, el presidente Xi Jinping viajó a Latinoamérica para enviar un claro mensaje: “China quiere ser el principal aliado de la región”. EE. UU. está en retirada del plano internacional, cuestionando alianzas y rompiendo acuerdos en América Latina y el recrudecimiento de la política antinmigrante. También sus fuertes críticas a la Unión Europea (UE) debilitan sus lazos geopolíticos y geoestratégicos. China, que desde hace más de 10 años es un importante socio comercial de América, aumenta ahora su influencia política, económica, para ocupar el vacío creado por la falta de una amigable política internacional estadounidense.

En El Salvador ya se escuchan voces que confirman el interés de China por invertir en nuestro puerto de La Unión, otro magistral movimiento de expansión, en el tablero geopolítico del gigante asiático.

Analista Político y Escritor
@LuisSaxum