El yaguarundí, uno de los felinos pequeños poco protegidos en El Salvador

La gente los suele matar porque los confunde con pumas, también son de las especies que mueren arrolladas en las carreteras

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Esta especie también es conocida como gato moro o gato zonto. La caza de estos animales puede llevar a una pena de 3 a 5 años de prisión, según el artículo 261 del Código Penal de El Salvador. Foto: AFP

Por Susana Joma

2021-06-07 9:45:56

Con un nombre curioso, el yaguarundi (Herpailurus yagouaroundi) es uno de las cuatro especies de pequeños felinos que habitan en el país y que, según la bióloga Andrea Morales, están en una situación vulnerable, sobre todo porque no hay muchos estudios sobre ellos, por consiguiente tampoco programas de protección.

Morales, especialista en conservación con enfoque de mamíferos de la Asociación Territorios Vivos, expuso que el también llamado jaguarundi, luce como gato, es muy alargado, de cola grande, patas cortas, algunos son color gris o marrón, que no pasan de los 5 kilogramos (11 libras).

“Es súper bonito, tienen una carita como de gato tierno, un cuerpo de gato mayor”, comenta.

La bióloga precisa que estos yaguarundi o puma yagouaroundi se han observado en áreas naturales protegidas, también en zonas a las que se denomina “áreas de borde”, es decir en donde termina el bosque y empieza un caserío o asentamiento humano.

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Sostiene que el problema con los yaguarundí es que si bien son felinos pequeños, dado su aspecto alargado, la gente tiende a confundirlo con los pumas y los matan cuando se acercan a las viviendas, a lo que se suma el hecho de que muchos también están muriendo en las carreteras, arrollados por los vehículos.

“(El yaguarundí) se alimenta, sobre todo, de pequeños mamíferos como roedores, conejos, de aves y reptiles silvestres obviamente; y todas son como presas que tienen en promedio como 380 gramos más o menos”, externa.

Según Andrea Morales, los gatos silvestres generalmente son esquivos y lastimosamente muchas veces hay conflictos con los humanos, porque se les adjudica que lleguen a depredar ciertas especies de fauna doméstica en áreas rurales, como pollos y gallinas. Sin embargo, insiste en que también muchas veces esta depredación puede ser causada por los mismos perros u otras especies.

Externa que más allá de los datos generales, la falta de estudios hace que precisamente se desconozca detalles sobre los yaguarundi. Por ello, se desconoce la cantidad de ejemplares que existen en el territorio, qué colores predominan, así como otras pautas de comportamiento.

“A los gatos menores se les da muy poca atención en cuanto estudios y conservación porque la mayoría de fondos y programas se orientan siempre a especies grandes como el jaguar, el puma; entonces se deja muy relegado el estudio de estas especies. De ahí que hay que hacer un llamado para que también podamos atender a nuestros gatos menores”, precisa.

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Sobre la importancia de la especie de felino menor, Morales subraya que precisamente ejerce el papel de controlador de especies, como los roedores, que pueden llegar a convertirse en plagas para los cultivos y las viviendas.

“Mantiene esos balances en la naturaleza. La función de todos los carnívoros es controlar a los (animales) herbívoros, porque los herbívoros cuando no se les controla lo que se da es una depredación muy alta de la vegetación”, detalla.

En la actualidad, el yaguarundí no se encuentra clasificado como en peligro o amenazado, de acuerdo al Listado oficial de especies de vida silvestre amenazadas o en peligro de extinción para El Salvador publicado en 2015; sin embargo, la bióloga advierte que cada vez es más frecuente ver imágenes de ejemplares muertos.

“Siempre es importante saber que se necesita mayor análisis dentro de cada país para saber si una especie se encuentra en peligro, amenazada”, explica, en momentos en que la mayoría de biólogos ha insistido en la necesidad de actualizar los listados.

En el país hay otras dos especies más de gatos moteados: el tigrillo y el ocelote, que son muy parecidos, aunque este último es un poco más grande, más robusto. También tenemos el puma, que viene siendo el mamífero terrestre más grande del país.

La Asociación Territorios Vivos está buscando, en alianza con otras organizaciones, desarrollar actividades para sensibilizar a la población sobre el impacto que los felinos menores tienen en el ecosistema, por qué hay que conservarlos y protegerlos, al igual que su hábitat.

“Tener estos animales, en la situación ambiental en la que se encuentra el país, todavía nos está diciendo que podemos hacer algo para tratar de revertir o detener la pérdida de bosque que estamos teniendo. Pueden ser especies banderas, claves para la conservación no solo de sí mismas sino de todo un ecosistema”, puntualiza la bióloga.

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