"Ni la refri me quedó", lamenta Marta Consuelo al recoger las ollas donde hacía el fresco de horchata y cebada.
Marta recuerda que ya estaba por dormirse cuando una vecina llegó a su casa para contarle que el Mercado Regional de Usulután se estaba quemando.
"Una vecina me dijo el mercado se está quemando niña Conchita, y yo padezco de la presión me puse bien mal, lo único que podía pensar era cómo voy hacer".
Conchita hace memoria de sus 31 años vendiendo en el mercado y que nunca había pasado un incendio.
De acuerdo al registro de Bomberos, el fuego se prolongó por más de dos horas, y para controlarlo fue necesario el apoyo de las estaciones de Zacatecoluca y San Miguel. Al inicio la emergencia fue atendida solo con una motobomba.
Más de 16 son los locales quemados que estaban ubicados en el Pabellón Centro, entre los accesos de la 4a. calle Oriente.
Roberto Beltrán, empleado de la alcaldía de Usulután dice que antes del incendio se escuchó una explosión y luego se empezaron a propagar las llamas. Preliminarmente las autoridades manejan la versión que un tambo de gas pudo haber explotado, causando estragos en uno de los pasillos del mercado.
Entre lágrimas, Conchita comenta que el único apoyo económico que tiene es el de un hijo y que por esa razón vendía para también ayudar con los gastos en la casa "hace dos años perdí un hijo por una enfermedad y eso hizo que mi salud empeorara y por eso estoy bien delgadita", añade.
Conchita mueve de entre los escombros sus ollas y muestra una refri que había cuidado con mucha dedicación que esta totalmente quemada, "si la tenía casi nueva" pues le había costado hacerse de ella.
Sonia Elizabeth Torres Mejía también es vendedora en el mercado Regional de Usulután. Su puesto, una venta de calzado y artículos varios, fue uno de los más afectados por el siniestro pues toda su mercadería fue reducida a cenizas.
Torres quien tiene tres años de vender en el mercado dice que ella se enteró de todo lo sucedido hasta la mañana después del incendio, cuando una amiga le llamó para avisarle. "Lo primero que se me vino a la mente fue: se me quemó el puesto, dicho y hecho", lamenta.
Recuerda que al llegar y ver su puesto se sintió muy preocupada. "Me entró una desesperación y lloré porque tanto sacrificio y hoy todo quedó en la nada", dice.
La joven vendedora explica que para tener su puesto en buenas condiciones, con luz y pintura, ella había sacado un crédito. En el puesto de Sonia Torres solo quedan láminas, cenizas y la estructura de su antiguo puesto.
Una de sus preocupaciones es que su madre y su hija dependen económicamente de ella pero ahora no tiene forma de llevar el sustento a su hogar.