Doña María hace escobas con palmas de coco en Sonsonate

Son accesorios que los compran principalmente personas que residen en las zonas rurales del país.

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a María  Hilda, de 71 años, vende las escobas a $1.50. Foto Gerardo Orellana

Por Gerardo Orellana

2021-01-19 2:01:02

Doña María  Hilda, de 71 años, convierte las palmas de coco y recipientes metálicos, en útiles escobas de jardín. Con el humilde trabajo e ingenio ha podido sobrevivir en los últimos 25 años; tiempo que lleva de dedicarse a la elaboración de escobas de palma de coco.La fémina reside en una humilde vivienda de horcones y láminas, ubicada en el caserío Apancoyo, cantón Salinas de Ayacachapa, de Sonsonate.

Relató que lleva más de 25 años elaborando este útil utensilio que “para muchos podría ser insignificante, pero yo utilizo más de dos horas para elaborarlo, siempre y cuando tenga a la mano palmas de coco seca, palos de caulote y recipientes de sardinas, todo esto es lo que utilizo”.

El palos de caulote es conseguido en la zona costera. Foto Gerardo Orellana

Agregó que debido a muchas necesidades que enfrentó en su vida se vio en la necesidad de tener un ingreso propio.

Recordó que hubo un tiempo en que solo se alimentaba de guineos  debido a la pobreza que enfrentaba, hasta que su hijo menor comenzó a elaborar las escobas para poder ganar dinero y así comer dignamente.

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Después su hijo emigró a San Salvador a estudiar bachillerato; por lo que los pocos clientes que preferían estas escobas de jardín obligaron a doña María a aprender a fabricarlas.

Doña María pasa dos horas diarias elaborando este utensilio. Foto Gerardo Orellana
El oficio lo aprendió de su hijo menor. Foto Gerardo Orellana

Pero también aprendió a utilizar los utensilios necesarios para su elaboración, como un cuchillo, corvo, aguja capotera y la paciencia necesaria para estar sentada en un “taburete” para elaborar las escobas.

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“Mientras tenga la habilidad de usar el corvo seguiré haciendo este trabajo”, dijo la señora mientras pelaba un palo de caulote que servirá para este producto y que es conseguido en la zona costera.

Los vecinos también ayudan a la fémina ya que algunos le regalan latas de sardina que se convierten en el cincho que presiona las varas de palma de coco.

Actualmente los encargos son hasta por docenas. Algunas personas se las compran para revenderlas principalmente en el área rural a $2 y $3. Aunque la septuagenaria las vende a $1.50 cada una.