Más de 64 mil bebés nacieron durante la pandemia en El Salvador: la generación “Cuarentenial”

Desde julio se comenzó a acuñar el término cuarentenial para referirse a los bebés que nacieron en medio de los meses de pandemia. En El Salvador, hasta noviembre, eran más de 64 mil.

Los cuidados que exige la etapa de recién nacido se vuelven mayores al procurar protegerlos de coronavirus

Por Moisés Rivera

2020-12-30 6:00:33

“La pandemia nos vino a cambiar la vida, todo el tiempo andamos pensando en desinfectar todo, por ella y por nosotros”, reflexiona Rebeca de Cuchillas, madre primeriza de una niña de cuatro meses de edad nacida en plena pandemia de COVID-19.

Es la hora de la siesta de la pequeña. Su cuna, rodeada de decoraciones infantiles, acoge a la pequeña mientras su madre la acomoda con ternura para que duerma profundamente.

Rebeca, como otras madres, tuvo que iniciar su vida maternal dentro de un escenario atípico e incierto que le agregó mayores cuidados a los que habitualmente conllevan la llegada de un niño a un hogar.

Foto EDH / Moisés Rivera.

De acuerdo a datos del Ministerio de Salud, desde marzo a noviembre de 2020 se registraron 64 mil 701 partos a nivel nacional. A ellos se suman 21 natalicios salvadoreños en Guatemala y 63 en Honduras; es decir, 64 mil 785 nacimientos en total. Desde julio se comenzó a acuñar el término “Cuarentenial” para referirse a este grupo generacional.

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“En marzo, que fue el inicio de la cuarentena, yo tenía 20 semanas de embarazo y la verdad que para mí fue un gran “shock” entrar en cuarentena y no poder salir, pensar que el virus nos podría afectar a la bebé, a mí o a mi esposo”. “Tuvimos solo un baby shower por Zoom”, recuerda la joven madre, una chef profesional.

Las medidas adoptadas en el país para tratar de frenar el coronavirus incluían, por ejemplo, el cierre de establecimientos de artículos para bebés, limitaciones a la circulación en las calles y la reducción de los servicios de salud de persona a persona en clínicas particulares y públicas, entre ellas las de atención prenatal y pediátricas. Fue entonces que la ansiedad de futuras mamás aumentó.

Foto EDH / Moisés Rivera.

“Estando embarazada yo decía: Dios mío, mi hijo va a nacer en un momento en el que el mundo está de cabeza”, relata Andrea Vásquez, una mamá soltera de 19 años, empleada de una tienda de abastecimientos y quien hace cinco meses atrás dio a luz a su primer hijo.

“Dejé de asistir a los controles cuando se declaró la cuarentena, solo tuve contacto con el médico de la Unidad de Salud por vía telefónica”.

En ese mismo sentido, De Cuchillas agrega que “los controles de embarazo se me dificultaron bastante también porque mi ginecóloga es mayor de edad y forma parte de los médicos vulnerables”.

“Yo no tuve mucho problema con los controles, pero sentía mucho miedo de salir y poder contagiarme”. “(Para el parto) me entró más miedo, pasé tres día en el hospital, no había alcohol en gel, usé la misma mascarilla los tres días, había rumores que un doctor se había contagiado”, cuenta Bryseida Flores de Alas, de 26 años, madre de un niño de seis meses de edad.

Por su parte, Andrea recuerda que tras el parto estuvo nada más 12 horas en el área de puerperio; en ese momento, a ella y a otras madres les dieron de alta pues se necesitaba las camas para otras mujeres que estaban por dar a luz y porque se debía evitar aglomeraciones.

Son tres experiencias muy diferentes y aisladas entre sí, pero estas mujeres comparten la misma preocupación y la misma abnegación sobre el cuidado de sus pequeños, un rol de madre que se ha visto complicado debido a la emergencia sanitaria.

Nacimientos y crianza complicados

“Para mí ese momento fue bien emocionante, se me olvidó todo allí”, dice contenta Briseyda al recordar el nacimiento de su hijo y el instante en que vio su rostro, pese a que ese primer contacto visual entre ambos fue mientras ella usaba una mascarilla.

Foto EDH / Moisés Rivera.

En una humilde casa Andrea disfruta de su bebé, pero lamenta que no ha sido nada fácil comenzar la crianza del pequeño: “Ha sido bastante difícil para mí y para el nene, primeramente, por venir a nacer en una época de pandemia y luego tener que crecer en la situación en que vivimos”. El primer control fue hasta 15 días después del parto, para entonces el trabajo estaba paralizado por la pandemia y las lluvias no permitían tener ropa seca suficiente para abrigar al niño.

Extremar los cuidados por cumplir minuciosamente los protocolos de bioseguridad en áreas de trabajo y en casa y hasta exigirle a parientes el uso de mascarilla, alcohol en gel, protector facial y mantener la distancia con los infantes ha sido agotador para los padres, pero todos coinciden en que “vale la pena” con tal de cuidar la salud de sus pequeños.

La tarde está a punto de caer. Andrea carga a su hijo hasta afuera de la sencilla vivienda. Le hace cosquillas y le muestra el mundo desde la comunidad donde viven, sabiendo que se enfrentan a una pandemia y a las dificultades de la vida, pero toma aliento al afirmar que “gracias a Dios mi hijo está sano, es feliz y fuerte”. Palabras que también afirman Rebeca y Bryseida.