El día apenas empieza, pero Virgilio del Cid ya se encuentra en uno de sus oficios favoritos: escribir. Está sentado en una hamaca, debajo de un árbol que le da sombra en su jardín. Su casa está ubicada en el caserío La Laguna, sitio colindante a los caseríos Jocote Amarillo y El Mozote, sitios arrasados entre el 11 y 12 de diciembre de 1981 por el ejército salvadoreño. A casi 40 años de esas masacres, el Estado salvadoreño sigue negando justicia a las víctimas y sobrevivientes.
Virgilio tiene entre sus manos un cuaderno de espiral y un lapicero azul. Dentro de ese cuaderno ha plasmado decenas de historias relacionadas a la masacre de El Mozote y sitios aledaños.
Esta vez, Virgilio, de 81 años de edad, tiene una nueva intención: agradecerle a Jorge Guzmán, el exjuez del caso de lesa humanidad que en 2020 recorrió varias bases militares para solicitar los archivos que sirvieran como prueba en el proceso judicial.
El presidente de la República, Nayib Bukele, aseguró en cadena nacional que ellos mismos enviarían los archivos y que no podían dar acceso al juez Guzmán, a los archivos de la Fuerza Armada (FAES), por motivos de seguridad.
Sin embargo, esa promesa fue una verdad a medias. Enviaron archivos a los cuales el juzgado de San Francisco Gotera ya había tenido acceso, como comunicados de prensa. El juez buscaba incorporar otros elementos, como registros administrativos, que probaran la responsabilidad de la FAES en esa masacre.
Esa negativa del gobierno salvadoreño fue del conocimiento de Virgilio. También lo fue el decreto inconstitucional por el cual Guzmán fue destituido.
Transcripción del fragmento de la carta de don Virgilio del Cid al juez Jorge Guzmán
“Dónde quiera que surja una luz, el hombre, cegado por el egoísmo y la pretensión, trata de apagarla”. Víctor Hugo
Honorable señor juez, evaluando la historia de tan difícil profesión, y por ende, si se trata de una compleja investigación que trae en sí un cúmulo de dificultades, pero, usted, con nobleza, valentía y buena voluntad pudo enfrentar esas dificultades.
Al cabo de varios años de lucha por hacer una verdadera justicia, como ese juramento patriótico que usted deseaba cumplir, fue anulado por las medidas absurdas de poderes autoritarios, quería, con su ejemplo y actuación, recuperar la restauración de la justicia y acabar con la impunidad en nuestro país. Más, si se tratare de horrendos crímenes como fueron los de El Mozote y lugares aledaños.
Admiro su valentía de querer hacer una verdadera justicia en nuestro país y dejar ese legado histórico de sus antecesores, de que sus antepasados no tuvieron el valor”.
Un agradecimiento a puño y letra
La abrupta destitución del juez conmovió a Virgilio. “Es como cuando una persona tiene un buen propósito y sale alguien con el egoísmo y la pretensión y que quiere ser el mejor de todos y entonces, le quita valor a esta luz”.
Para este octogenario, el exjuez de San Francisco Gotera se ganó la admiración de los sobreviente de la masacre con su trabajo, por su trato respetuoso, no solo a las víctimas, sino también a los victimarios.
“Por eso me ha dado el ánimo como de querer hacer una carta y, tal vez, enviársela a él por todo lo que él ha hecho en cuanto a derecho, en cuanto a justicia, en cuanto a valentía de enfrentarse a este problema porque no es cualquier juez que ha querido enfrentar este problema. Porque un problema de lesa humanidad es muy grave”.
Un hombre comprometido con la ética
Jorge Guzmán estaba destacado como juez de instrucción de San Francisco Gotera, hasta el pasado 26 de septiembre. Ese día, cesó sus funciones debido a que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) le destituyó por no apegarse al decreto 144 de la Asamblea Legislativa.
Ese decreto, obligaba a jueces de la República que fueran mayores de 60 años o tuvieran más de 30 ejerciendo, a que renunciaran a cambio de un bono de 24 meses de salarios.
Guzmán cumplirá 62 años en 2022, pero según declaraciones de Óscar López Jerez, magistrado presidente de la CSJ, Guzmán podía aplicar a un régimen de disponibilidad para quedarse en el cargo. Guzmán decidió no aplicar a la medida por considerar que, seguir ejerciendo, significaba avalar el decreto promovido por los diputados oficialistas y las ilegalidades que el actual gobierno salvadoreño ha promovido.
El juez Guzmán, en cambio, envió una carta a la Corte Suprema de Justicia pidiendo una derogatoria e inaplicabilidad del decreto legislativo 144, como condición para seguir ejerciendo su cargo. Esa derogatoria nunca se dio y, por ello, Guzmán fue removido de su cargo el 26 de septiembre de este año.
Sin embargo, según el juez, antes de ese decreto ya habían intentos por separarlo de su cargo “hubo un antejuicio ante la sala de lo constitucional, tres recusaciones en mi contra; todo esto para separarme de mi cargo. También me comentaron defensores que esto lo estaban negociando políticamente”, declaró el último día del Foro Centroamericano de Periodismo (CAP) organizado por El Faro.
Virgilio, deja de escribir y empieza a platicarnos sobre el duro camino por lograr justicia, ese que aún no termina, pero que San Francisco Gotera, Morazán, ha sido cortado por el retiro de Guzmán, quien renunció, por ética, a un bono de 24 meses de su salario.