Luis Hernández, el profesor con insuficiencia renal que ayuda a otros enfermos en Acajutla

Luis Hernández padece insuficiencia renal desde hace cuatro años. Al ver la necesidad de otras personas con la misma enfermedad decidió ayudarlos realizando diálisis ambulatorias en su casa. Ahora está por abrir una clínica para el tratamiento en Acajutla, lugar donde reside. Comenzará a funcionar con ayuda de algunos cooperantes.

Luis tiene insuficiencia renal y a raíz de que es muy complicado practicarse las hemodiálisis en en el hospital de Santa Ana, decidió realizarlas en su casa.

Por Violeta Rivas

2019-04-03 8:00:18

Luis Hernández, de 36 años, residente de Acajutla, Sonsonate, es un profesor de matemáticas y estudiante de psicología, quien padece de insuficiencia renal desde hace cuatro años.

Luis cuenta que siempre fue saludable y se realizaba chequeos generales para mantenerse bien, pero nunca se imaginó que unas pruebas de laboratorio reflejarían los impensable: insuficiencia renal.

El profesor dice que al principio le realizaban hemodiálisis en el hospital de Santa Ana, pero era muy invasivo y le causaba varios efectos secundarios que le afectaban su calidad de vida.

Foto EDH/Lissette Monterrosa

Fue poco después que conoció las ventajas del tratamiento de la diálisis ambulatoria y se le ocurrió la idea de realizárselo en su casa, donde adecuó un cuarto especial.

“Yo pensé que si a mí me funcionaba el tratamiento a otras personas también les podía funcionar. El hospital no tiene los recursos o el tiempo como para estarle explicando a cada paciente las ventajas del tratamiento, y a muchas personas les da miedo la diálisis ambulatoria; pero esta es una alternativa para la enfermedad, que puede mejorar su calidad de vida”, asegura.

De acuerdo a este paciente, la ayuda a personas de Acajutla que padecen insuficiencia renal inició con María de los Ángeles Flores, quien llegaba al hospital de Santa Ana para que le realizaran diálisis peritoneal.

Luis la veía en la fila de espera para el tratamiento en el sanatorio y en una ocasión que la vio en Acajutla, muy débil, y le propuso que compartieran un taxi que los llevara al hospital. Fue así como le contó que podía ayudarle con las diálisis ambulatorias, que le podía enseñar cómo se realizaban y que se las podía hacer en su casa, ya que contaba con una habitación adecuada para realizar el tratamiento.

María contó que Luis Hernández le ha ayudado a mantenerse estable con la enfermedad, ya que eran muchos los síntomas que la afectaban, entre ellos mareos, náuseas, cansancio, falta de apetito, desmayos, reducción de peso, y que con el tratamiento que el realiza le cambió la vida.

“Yo tengo seis años de padecer de insuficiencia renal y viajé tres años a Santa Ana para que me hicieran las diálisis. A mí me detectaron lupus y el doctor me dijo que eso me iba a ir dañando los órganos, pero gracias a Dios aquí estoy. Luis me ha ayudado, yo le agradezco mucho a él porque me animó a venir acá”, dijo con agradecimiento María.

Cuando la paciente se dio cuenta de lo beneficioso del tratamiento, les contó a otros pacientes la ayuda que le brindó Luis y poco a poco fueron llegando otras personas a que les realizara la diálisis ambulatoria.

“Al ver a la gente con la necesidad, es como empatía, yo sé lo que se siente llegar en mal estado al hospital y que le digan a uno ‘mire, no lo vamos a poder atender porque no hay cupo’, y hay pacientes que les cuesta mucho reunir los recursos para poder llegar al hospital porque eso implica no solo pagar el bus, sino comprar comida, insumos y a veces hasta las medicinas, porque en ocasiones no hay”, explicó.

Foto EDH/Lissette Monterrosa

El profesor indica que para poder conseguir los insumos y medicamentos lo hace a través de personas se que los donan.

“Comencé con las diálisis ambulatorias el año pasado. Se han beneficiado unas 12 personas y recibo a cinco personas a diario. A mí se me ocurrió que, por qué no hacerlo en la casa, enseñarle a la gente los beneficios”, agrega el paciente.

Algunas necesidades que tiene para poder seguir beneficiando a otros personas es de materiales como alcohol, lejía, jabón líquido, material dializante, mascarillas, desinfectante gel, alcohol, bolsas para la basura, papel toalla e insumos con los que pueden darle un buen tratamiento a los pacientes.

En el caso de los medicamentos, el joven cuenta que recibe donaciones de personas que no se toman las medicinas debido a que las interrumpen o porque se las cambian, eso le permite a Luis entregarlas a otros pacientes que las necesitan.

“Yo les pido a los pacientes las recetas para poder darles los medicamentos que necesitan, si tengo. Por ejemplo, en el hospital (de Santa Ana) ahorita no hay para la hipertensión, no hay lodipina, no hay valsartán, una gran gama de medicamentos, y en el caso de los hipertensivos cuestan entre $30 y $40. Han habido casos en que no hay calcio y lo tenemos que tomar, o eritropoyetina, hierro, medicinas básicas, hay que comprar vitaminas también, hierro intravenoso que cuesta $25; enterex, que tampoco lo provee el hospital. Es un gran gasto”, indica el profesor.

Otras donaciones que recibe son de la parroquia de Metalío, quien le ayudan con alimentos para los enfermos renales y Luis les entrega una canasta básica para su sustento, debido a que son personas de muy escasos recursos.

“En algún momento, si el paciente necesita dinero para un tratamiento, también hacemos campañas a través de redes sociales para ayudarlo”, dice.

Una clínica de diálisis

Con la ayuda de unas personas, que trabajan en organizaciones sin fines de lucro, han iniciando el proyecto para abrir una clínica y realizar diálisis ambulatoria.

“Nace la idea de crear un espacio para que las personas de la comunidad ya no tengan que ir hasta Santa Ana, pero primero tienen que capacitarse en el hospital para que después puedan hacer uso de las instalaciones, y el hospital se comprometería a darme los insumos para los tratamientos, todo coordinado con la unidad de salud”, explica Luis.

Rafael Batres y Ovidio Lemus son dos de los beneficiarios que están colaborando con la adecuación de las instalaciones de la clínica de diálisis ambulatoria en Acajutla, proyecto que nació con la iniciativa de Luis y Carlos Zamora, otro paciente con la enfermedad, quien también es originario de Acajutla.

Batres y Lemus comentan que vieron la necesidad de las personas con insuficiencia renal del municipio que son de escasos recursos, por lo que no pensaron mucho en echar a andar el proyecto.

La clínica estará en un local que se encuentra dentro de las instalaciones del Sindicato de Trabajadores de la Industria Portuaria de El Salvador (Stipes), al que pertenece Ovidio Lemus, un local que cuenta con el espacio adecuado.

“Ya tenemos algunas donaciones, unos sofás, nos han ofrecido unos canapés, el resto va a ser de fondos propios con los que vamos a comprar otro equipo. Me reuní con el jefe de nefrología del hospital de Santa Ana y nos ha ofrecido los insumos y la certificación de la clínica, de cumplir los requisitos”, dice Batres.

Los dos pacientes esperan que la clínica comience a funcionar en abril, donde van a poder atender un promedio de 10 a 15 personas todos los días.

Luis, por su parte, comentó que está en proyecto el crear una clínica de diálisis en Metalío, Sonsonate, con el apoyo de la parroquia de la zona.

Agrega que la ayuda que necesitan para continuar con los proyectos es para mantener el funcionamiento de la clínica, entre ellos el pago de servicios como agua y electricidad.

Para comunicarse con Luis Hernández, los interesados pueden llamarle al teléfono 7385-4867.