Foto EDH/Lissette Monterrosa
El profesor indica que para poder conseguir los insumos y medicamentos lo hace a través de personas se que los donan.
“Comencé con las diálisis ambulatorias el año pasado. Se han beneficiado unas 12 personas y recibo a cinco personas a diario. A mí se me ocurrió que, por qué no hacerlo en la casa, enseñarle a la gente los beneficios”, agrega el paciente.
Algunas necesidades que tiene para poder seguir beneficiando a otros personas es de materiales como alcohol, lejía, jabón líquido, material dializante, mascarillas, desinfectante gel, alcohol, bolsas para la basura, papel toalla e insumos con los que pueden darle un buen tratamiento a los pacientes.
En el caso de los medicamentos, el joven cuenta que recibe donaciones de personas que no se toman las medicinas debido a que las interrumpen o porque se las cambian, eso le permite a Luis entregarlas a otros pacientes que las necesitan.
“Yo les pido a los pacientes las recetas para poder darles los medicamentos que necesitan, si tengo. Por ejemplo, en el hospital (de Santa Ana) ahorita no hay para la hipertensión, no hay lodipina, no hay valsartán, una gran gama de medicamentos, y en el caso de los hipertensivos cuestan entre $30 y $40. Han habido casos en que no hay calcio y lo tenemos que tomar, o eritropoyetina, hierro, medicinas básicas, hay que comprar vitaminas también, hierro intravenoso que cuesta $25; enterex, que tampoco lo provee el hospital. Es un gran gasto”, indica el profesor.
Otras donaciones que recibe son de la parroquia de Metalío, quien le ayudan con alimentos para los enfermos renales y Luis les entrega una canasta básica para su sustento, debido a que son personas de muy escasos recursos.
“En algún momento, si el paciente necesita dinero para un tratamiento, también hacemos campañas a través de redes sociales para ayudarlo”, dice.
Una clínica de diálisis
Con la ayuda de unas personas, que trabajan en organizaciones sin fines de lucro, han iniciando el proyecto para abrir una clínica y realizar diálisis ambulatoria.
“Nace la idea de crear un espacio para que las personas de la comunidad ya no tengan que ir hasta Santa Ana, pero primero tienen que capacitarse en el hospital para que después puedan hacer uso de las instalaciones, y el hospital se comprometería a darme los insumos para los tratamientos, todo coordinado con la unidad de salud”, explica Luis.
Rafael Batres y Ovidio Lemus son dos de los beneficiarios que están colaborando con la adecuación de las instalaciones de la clínica de diálisis ambulatoria en Acajutla, proyecto que nació con la iniciativa de Luis y Carlos Zamora, otro paciente con la enfermedad, quien también es originario de Acajutla.
Batres y Lemus comentan que vieron la necesidad de las personas con insuficiencia renal del municipio que son de escasos recursos, por lo que no pensaron mucho en echar a andar el proyecto.
La clínica estará en un local que se encuentra dentro de las instalaciones del Sindicato de Trabajadores de la Industria Portuaria de El Salvador (Stipes), al que pertenece Ovidio Lemus, un local que cuenta con el espacio adecuado.
“Ya tenemos algunas donaciones, unos sofás, nos han ofrecido unos canapés, el resto va a ser de fondos propios con los que vamos a comprar otro equipo. Me reuní con el jefe de nefrología del hospital de Santa Ana y nos ha ofrecido los insumos y la certificación de la clínica, de cumplir los requisitos”, dice Batres.
Los dos pacientes esperan que la clínica comience a funcionar en abril, donde van a poder atender un promedio de 10 a 15 personas todos los días.
Luis, por su parte, comentó que está en proyecto el crear una clínica de diálisis en Metalío, Sonsonate, con el apoyo de la parroquia de la zona.
Agrega que la ayuda que necesitan para continuar con los proyectos es para mantener el funcionamiento de la clínica, entre ellos el pago de servicios como agua y electricidad.
Para comunicarse con Luis Hernández, los interesados pueden llamarle al teléfono 7385-4867.