Entre la bandera salvadoreña que guarda hecha rollo en un cajón y un rosal que Natividad plantó en el patio de su casa, Herminia prefiere contemplar el puñado de rosas rojas y blancas, para recordar a su hijo. Hasta sonríe al mirar las rosas, en tanto que al ver aquel pabellón nacional, aun llora, a pesar de que este mes se cumplen 15 años de que un militar de alto rango se la entregó el día que sepultaron a su muchacho.
Además de la pena que no la ha soltado en estos 15 años, a Herminia no la abandona la una pregunta: por qué la Fuerza Armada decidió enviar a Natividad a Iraq si un médico del Hospital Militar Central había certificado que médicamente no era apto para ser incorporado en el segundo contingente del Batallón Cuscatlán.
Herminia Ramos aún recuerda aquella mañana de finales de febrero, cuando su hijo llegó apresurado; mientras preparaba ropa y otras cosas, le comentó a su madre que se iba para Iraq. Le dijo que no sabía qué había pasado pero lo cierto es que lo habían incluido. Le habían ordenado que se preparara.