La historia de la “Sagrada Familia” del cantón Belén, en Ciudad Barrios

La llegada de Jesús Lemus a este mundo no es tan alejado a la historia de la Sagrada Familia de los pasajes bíblicos, su madre María considera que fue un milagro su nacimiento después que recibiera siete balazos durante un asalto.

María Auxiliadora, su esposo José de Jesús y su hijo Jesús, viven en Belén, en San Miguel y cuentan la responsabilidad de llevar los nombre de la sagrada familia.

Por Jonatan Funes

2020-12-23 9:00:08

Una mujer llorando suspira profundo mientras está sentada en un banco de madera, pintado color rosa, que se tambalea. Su falda y chaqueta verde combinan con los colores de la fachada de su casa, lila y naranja. Ella recuerda el milagro que fue poder concebir a su último hijo.

Ella es María Auxiliadora Lemus y está casada desde hace 20 años con José de Jesús Ramos con quien tiene tres hijos, dos niñas y el más pequeño que se llama también José de Jesús que ahora tiene nueve años.

La familia vive en el cantón Belén de Ciudad Barrios, San Miguel, a más de 160 kilómetros de la capital, unas cuatro horas de camino de paisajes acentuados cuando amanece o atardece entre las montañas.

El matrimonio se siente identificado con la vida de los pasajes bíblicos de la Natividad, quizás vivir en Belén y llevar el nombre de María, Jesús y José sea parte de algún misterio o simplemente una de las casualidades de la vida porque nunca pensaron en ello.

María Auxiliadora Lemus de Ramos de 42 años. Foto EDH/Jonatan Funes

“Yo me comparo con lo que pasó la Virgen, me identifico con el matrimonio de ella. Varias personas me dijeron que no iba a poder tener a Jesús por lo que me había pasado”, dice María y luego guarda un silencio rotundo.

Ese silencio se apodera del lugar. El viento dejó de sentirse, las ramas de los árboles no se tambalean más, el bullicio de las gallinas y perros no se escucha, es como que sí el tiempo se hubiera congelado. María toma un gran suspiro y continúa.

“Es una gran operación que llevo en mi cuerpo que está marcado por todos lados. Tal vez nosotros no hemos tenido que sufrir tanto como María y José, pero me siento identificada porque llevamos sus nombres y por esa tragedia que me pasó”, declara con los ojos hechos agua.

Y es que María sufrió un ataque armado durante un asalto a un familiar en el año 2003. Recibió siete disparos mientras intentaba huir, su cuerpo cayó al suelo que se llenó con un charco de sangre que derramaban sus heridas. Sus familiares lograron trasladarla al hospital con un pronóstico a simple vista desalentador. De todas las personas que sufrieron el asalto, ella fue la única que resultó herida.

“Llegaron unas personas de mala conciencia a la casa de una tía, cuando escuche los primeros disparos sentí miedo. Agarre a mi niña chiquita pero al darme cuenta que mi hermano se encontraba ahí, agarre valor para correr. Mi mamá iba adelante pero los disparos fueron para mí. Uno al recordar esas cosas se siente muy triste”, afirmó y ya no quiso detallar más sus recuerdos del trauma.

Para María no fue fácil regresar a una vida normal, pero las personas que la aman le inyectaban las esperanzas de vivir. Le motivaba el consuelo de su madre, sus dos pequeñas hijas que eran su todo y su esposo José, quién entonces radicaba ilegalmente en Estados Unidos y de donde regresó después de la tragedia que pasó María.

José de Jesús Ramos Lemus de 9 años. Foto EDH/Jonatan Funes

“Mi mamá dice que realmente fue un milagro. El niño vino después de diez años y fue un regalo de Dios y la Virgen”, reafirma con entusiasmo María que también considera un milagro que Jesús haya nacido a pesar de todas las lesiones de bala que dañaron su cuerpo. Mientras tanto, su hijo juega con sus amigos y una bicicleta fuera de la casa, la casa bonita que José construyó con sus propias manos y el dinero que ahorró trabajando durante tres años en el norte.

Jesús es delgado, sonriente, de piel blanca, usa lentes y se muestra de pocas palabras, quizás sea el afán de querer volver a jugar y no hablar con un extraño reportero o es la herencia de su padre José que también es tímido. Cursa el tercer año, le gusta leer, colorear y escribir cuentos que le han contado. A pesar de su corta edad quiere servir en la iglesia de Belén, que es una pequeña y pintoresca ermita colonial de 1792 que tiene aspecto de estar abandonada, como en ruinas.

José de Jesús Ramos de 44 años. Foto EDH/Jonatan Funes

“Cuando este grande quiero ser sacerdote. Me gustan mucho como predican y quiero ser uno de ellos”, y además comenta que “Jesús es aquel que nos cuida, el que nos sostiene y el que nos protege de todas las cosas”, dice el niño.

María fue catequista en esa misma iglesia ya también en ese espacio conoció a José.

José es nativo de Belén, se dedica a la agricultura o en sus palabras, a “peinar la tierra”. Trabaja todos los días en lo propio y en otras ocasiones en lo ajeno. Su nombre le fue dado por las creencias de su padre, abuelos y los ancestros de estos. “Me pusieron José porque nací para las fiestas patronales, el día del Corazón de Jesús. Uno se siente orgulloso porque es un nombre sagrado”, expresa.

El párroco José David Torres, de la parroquia San Oscar Arnulfo Romero de Ciudad Barrios, visita el cantón para dar misa unas dos veces al mes. Para él, Belén es una población muy cristiana y los nombres de María, Jesús y José aluden al misterio que reina en el nombre del cantón, al nacimiento de Jesús.

“Esto mismo obedece a un espíritu religioso y a un conocimiento de las sagradas escrituras pues es la que nos inspira a muchos nombres religiosos y es así como estos surgen de mucha vivencia espiritual, evangélica y del conocimiento mismo, por eso es el nombre de estas personas. No son casualidades sino que son vivencias de fe, identidad con el evangelio que les permite identificarse como familia de cara al evangelio”, explicó el párroco en relación a la familia de Belén.

Algo similar cuenta María, mientras realiza el oficio en su casa. “Quizás se dio por pura casualidad que él se llame José de Jesús y yo María Auxiliadora y mi niño chiquito lleve el mismo nombre del papá. Pueda que el señor haya querido que nosotros formáramos parte de la Sagrada Familia”, expresó.

Vivienda de la familia Lemus Ramos. Foto EDH/Jonatan Funes

El religioso ve una relación contradictoria entre el Belén donde nació Jesús de Nazaret y Belén de Ciudad Barrios. “El Belén aquel, sabemos que es una comunidad de primer mundo desarrollado y bastante paganizada en cierta forma, convertidas prácticamente en un camino turístico religioso. Este Belén (el de Ciudad Barrios) vive ese misterio desde la sencillez, desde la humildad de un pueblo, donde el valor de un niño, el nacimiento de un niño es muy grande para la gente”, comenta el sacerdote.

El día se va terminado para esta familia. María descansa en su hamaca después de terminar las tareas del hogar y su mirada se pierde en dirección a una puerta abierta hacia el paisaje con toda su vegetación y al fondo el volcán de Chinchontepec de San Vicente. “Como padres siempre les inculcamos nuestros hijos el respeto y ellos van siguiendo los pasos de uno. Es un reto muy grande del que puedo dar testimonio y fe”, recalca.

José también descansa en una hamaca, sus dos hijas observan un teléfono móvil en una habitación, el pequeño Jesús se ha subido a la hamaca junto a su madre y ella inesperadamente replica: “¡Imagínese! María, José y Jesús son las tres divinas personas”.

Sobre Belén

El cantón está a unos 45 minutos de Ciudad Barrios por una calle que parece que nunca ha conocido un trabajo vial.

La promotora de salud de Ciudad Barrios, Sandra Flores, recorre desde hace tres años los caminos de Belén. Ella ha recolectado datos demográficos del cantón, información valiosa que no tienen los funcionarios de la Alcaldía Municipal.

Según Flores, Belén cuenta con 267 viviendas, tiene una población de 862 habitantes divididos entre 440 hombres y 422 mujeres, con un total de 108 niños menores de cinco años.

Iglesia de Belén que tiene más de 200 años de construcción en el cantón de Belén de Ciudad Barrios, San Miguel. Foto EDH/Jonatan Funes

La profesional de la salud describe a Belén como un lugar seguro y humilde. “Lo que más me gusta es la calidez de la gente, personas que le dan la bienvenida sin saber de usted, que le abren las puertas de sus casas, que le ofrecen sus cosas. Una de las fortalezas de Belén es que todo mundo se conoce, tienen conocimiento de todo. Pero una de las carencias es el difícil acceso, la calle principal es un desastre en tiempo de invierno y de verano”, describe Flores.

El sacerdote José David Torres denuncia que tanto Belén como todo el municipio de Ciudad Barrios carece de acceso a la educación.

Los jóvenes que logran ir a la universidad son privilegiados, no porque tengan dinero, sino que hacen un esfuerzo doble para seguir sus estudios. “Si tienen para una tortilla no tienen para pagar una moto taxi o el transporte. Hay muchos que desean seguir sus estudios pero no lo logran por la carestía económica. La delincuencia ha aumentado grandemente, son grupos organizados que provocan todo este descontrol social en que vivimos”, manifiesta.