"¿Cómo llegué aquí? Nunca imaginé esto": Marlon sueña cambiar al mundo con la música de su violín

El joven violinista, de 19 años, conoció la música a temprana edad y, desde entonces, las notas de su violín se han vuelto una extensión de su voz y palabras. Con ellas, quiere generar transformaciones positivas.

Marlon proviene de una familia de sólidas bases religiosas y está convencido que todo su trabajo siempre estará enfocado en agradecer las bendiciones que él y los suyos han recibido a lo largo de estos años. Video: EDH

Por Marvin Romero

2022-01-08 9:58:57

Cuando sube al escenario de un teatro lleno de personas, lo primero que Marlon hace es identificar entre la multitud de sombras a su madre: la fortaleza y el pilar que le permite controlar la emoción.

“Mis padres, a parte de Dios, son todo, la herencia que me han dejado es el camino y siempre me han dado la oportunidad y me han dicho: adelante”, relata el joven músico de 19 años de edad.

Apasionado por el violín y por los ensambles orquestales, Marlon Fernández tuvo, desde muy pequeño, su primer acercamiento a la música cuando, durante una reunión en la iglesia a la que su familia asistía, observó a un tecladista interpretar una alabanza en piano. “Me llamó siempre la atención el hecho de poder tocar un instrumento”, recuerda.

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Desde entonces, ocupó todas sus fuerzas en conseguir que sus padres lo incluyesen en clases de música instrumental y fue así como, con el paso del tiempo, llegó a formar parte de la Orquesta Sinfónica de Compassion International: fundación que vela por el desarrollo integral de niños y jóvenes salvadoreños, provenientes de comunidades en riesgo por todo el país. Marlon reside en Soyapango.

Foto EDH/ Lissette Monterrosa

Compassion no solo ha permitido que Marlon explore y desarrolle sus habilidades para la música; también lo ha hecho con otro centenar de niños que conforman el ensamble orquestal.

“Compassion es una segunda escuela, su ayuda es inmensa y si no los hubiese conocido, mi vida fuera diferente”, describe el joven violinista, visiblemente emocionado. “La fundación ha sido fundamental para mí, me ha dado las puertas”, explica y agradece el apoyo y la confianza depositados en él.

Un trabajo para Dios

Marlon proviene de una familia de sólidas bases religiosas y está convencido que todo su trabajo siempre estará enfocado en agradecer las bendiciones que él y los suyos han recibido a lo largo de estos años.

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“Dios lo ha permitido y me siento contento de hacerlo”, dice con la convicción de quien sostiene sus palabras en algo que lo fortalece. “Cuando toco, siento que le doy la gloria a Dios”, añade y su madre, que lo observa desde cerca, sonríe.

El joven violinista es consciente que el camino que ha decidido tomar no es sencillo y menos en un país como El Salvador, en donde la apuesta por las artes es escasa; sin embargo, reconoce que son esas dificultades las que ayudan a los soñadores, como él, a alcanzar cualquier meta que se propongan.

“Ha sido difícil, es un camino de mucha disciplina, es de tiempo y frustraciones”, confiesa Marlon al recordar las dificultades que ha sobrellevado y las metas que ha conseguido cumplir.

Foto EDH/ Lissette Monterrosa

La principal, expresa, ha sido la falta de recursos económicos y de un ambiente en donde el desarrollo de las artes musicales sea fluido y las oportunidades se presenten.

A pesar de ello, el joven músico no pierde las esperanzas que un día conseguirá cumplir su sueño de liderar un ensamble orquestal, en donde incluso él haya formado a los nuevos talentos y con ello, cambiará el mundo.

“Disfruto lo que hago, cada melodía, cada acorde”, expresa Marlon, con el latente deseo de que todo mundo escuche lo que quiere expresar a través de la música.

Dice que cuando interpreta una pieza, con su arco y violín, el sonido que emana no es otra cosa que sus pensamientos y sentimientos más profundos y auténticos.

“La música me ha permitido visitar lugares y conocer mucha gente que está pendiente de mi”, relata Marlon. “He estado en teatros y me pregunto ¿cómo llegué aquí?, nunca me imaginé esto”, agrega y su madre lo observa con ojos de cristal.

Foto EDH/ Lissette Monterrosa

El joven violinista describe que su familia siempre lo apoyó y su madre estuvo a su lado en los ensayos, presentaciones y durante todo el proceso de su preparación académica.

Para él es importante que sea la familia quien apoye las habilidades y destrezas de los jóvenes de las comunidades de escasos recursos, pues ese el motor y combustible de los sueños, expresa.

Marlon quiere seguir creciendo musicalmente y enseñar a otros, bajo la idea de regresar a su comunidad un poco de lo que él recibió.

Estudió un técnico en producción audiovisual y espera que 2022 sea el año en que se cumpla sus deseos de cursar la carrera en música y acercarse a su mayor anhelo: convertirse en interprete y compositor de sus propias piezas.

Foto EDH/ Jessica Orellana