La tortuosa búsqueda de los padres de Cecilia, desaparecida hace seis meses en Suchitoto

Cecilia Yamilet Orellana Rodríguez, de 23 años, desapareció el 22 de abril de este año. Fue vista por última vez cuando abordó un vehículo frente al Centro Escolar Las Moras, cantón El Zapote.

La tortuosa búsqueda de los padres de Cecilia, desaparecida hace seis meses en Suchitoto. Vídeo /EDH

Por Lissette Lemus

2021-10-13 4:00:49

Paula no puede evitar llorar cuando recuerda que el sueño de su hija Cecilia, era ser enfermera. Esa era desde niña su ilusión, sin embargo, su anhelo comenzó a frustrarse, cuando la joven finalizó sus estudios de bachillerato y sus padres no tuvieron los recursos económicos necesarios para pagarle, una carrera técnica o universitaria.

Paula y su hija lucharon por conseguir una beca yendo desde su modesta vivienda en la comunidad Celina Ramos, en el cantón Platanares, de Suchitoto, a diferentes centros de estudios en Chalatenango y San Salvador, pero tampoco tuvieron suerte.

Una de las últimas fotografías que Cecilia se había tomado. Foto/ Cortesía familia

Ante eso, Cecilia Yamilet Orellana Rodríguez decidió buscar un empleo, de manera incansable fue llevando curriculums de un lugar a otro, sin lograr una oportunidad, lo que había provocado en ella cierta frustración y tristeza.

“Yo me siento impotente por no poder trabajar” le había comentado con tristeza a una de sus hermanas.
Mientras mantenía la esperanza de conseguir el empleo que tanto añoraba, Cecilia le ayudaba a su madre en los quehaceres del hogar.

La última vez que la vieron

La noche del 21 de abril, la joven le dijo a su madre que al siguiente día le ayudaría yendo a traer los uniformes que iban a recibir sus hermanos en el Centro Escolar Las Moras, localizado a unos dos kilómetros de la casa de la familia.

La madre al principio le dijo que no, pero ante la insistencia de la joven, Paula aceptó la ayuda de su hija, sin sospechar que eso cambiaría la tranquilidad de la familia.

Al siguiente día, por la mañana, Cecilia se mostró ansiosa y muy pendiente de tu celular, por lo que su madre le preguntó con quién chateaba. “Estoy preguntándole al profesor hasta que hora van a estar en la escuela” se limitó a contestar la joven.

Después del almuerzo, Cecilia se vistió con ropa y zapatos cómodos. A la 1:30 de la tarde, la joven llevando solo una cartera de mano y su celular salió con rumbo al Centro Escolar Las Moras, en el cantón El Zapote, y desde entonces se desconoce su paradero.

Según comentan algunos testigos, la joven desde que llegó a la escuela estuvo pendiente de su celular pues al parecer tenía una conversación vía mensajes, luego recibió una llamada y fue entonces cuando se retiró.

A pesar que su madre le había dado dinero para los pasajes del bus, afuera del centro escolar la esperaba una camioneta roja en la que ella se subió de manera voluntaria.

Desde su graduación la joven había emprendido una búsqueda incansable por un empleo. Foto/ Lissette Lemus

Manuel Orellana, el padre de Cecilia, un agricultor de años, regresó de su jornada laboral pasadas las cinco de la tarde e intentó en varias ocasiones llamar a su hija, pero el celular estaba apagado.

La preocupación por Cecilia fue aumentando en la familia, por lo que a las siete de la noche llamaron a la policía.

Un grupo de agentes llegó más tarde a la casa de la familia Orellana en la comunidad Celina Ramos para indagar sobre el caso, pero no se pudo hacer una búsqueda esa misma noche, porque los policías tuvieron que moverse a atender otra emergencia en la zona.

Al día siguiente, Manuel salió muy temprano desde el cantón Platanares para ir hasta la delegación más cercana, a unos siete kilómetros, en el municipio de Suchitoto, desde ahí los agentes lo trasladaron hacia una unidad de investigaciones en Cojutepeque, un grupo de personas lo entrevistó y luego le indicaron que se había activado el protocolo de búsqueda.

Mensajes extraños

El 24 de abril, dos días después de la desaparición, una tía de Cecilia recibió un escueto mensaje desde la cuenta de Facebook de su sobrina en que le expresaba que se había ido a trabajar a Guatemala.

Al día siguiente, una hermana de Cecilia recibió un mensaje en WhatsApp desde el número de ella, era una foto de un mapa de Google Maps de Tuxtla Gutiérrez, ciudad del sur de México. Curiosamente la imagen fue enviada sin ningún texto.

“¿Pero que nos comprueba que ella haya mandado esos mensajes?”, se pregunta el padre, quien explica que su hija tenía confianza suficiente como para decirles si había tomado la decisión de irse de casa.

Manuel comenta que a raíz de eso él pidió a los investigadores rastrear el GPS del celular de su hija, pero le contestaron que es complicado y que hay que hacer un montón de trámites.

Algunos peluches y zapatos de Cecilia colocados en una repisa de la vivienda en el cantón Platanares. Foto/ Lissette Lemus

Un mes después, ante la desesperación y la incertidumbre de no saber nada, Manuel llamó al investigador para que le informara si había un avance en el caso de su hija. “Lo que él me contesta es que si no me ha llamado ella, le digo que no, y entonces me dice que yo a quien tengo que llamarle es al fiscal” relata con indignación el padre de Cecilia.

Como en un peregrinaje sin fin, Manuel fue tres días después a la Fiscalía, pero no lo recibió el fiscal asignado al caso, sino otra persona que delegaron en ese momento, por lo que le volvieron a tomar datos. Esa persona le sugirió al padre de Cecilia, que llegara a preguntar por lo menos una vez por semana.

Han pasado seis meses desde la desaparición de Cecilia y su padre comenta que lo único que le han dicho hasta ahora, es que están trabajando en la investigación.

Piden a autoridades usar la tecnología

Manuel dice que una de las peticiones que ha hecho a las autoridades es que revisen las bitácoras de llamadas y la mensajería de WhatsApp que su hija recibió ese día.

“Yo he visto en algunos noticieros que el fiscal general, el director de la policía y el ministro de seguridad, salen diciendo que ellos utilizan la tecnología para darle respuesta inmediata a todos esos casos, pero ya van casi seis meses, y hasta la fecha no tengo una respuesta” reclama entre la tristeza y la indignación.

El 26 de agosto Cecilia cumplió 23 años, lo cual agudizó la tristeza de sus padres y sus cinco hermanos.

“Es difícil soportar el dolor de no encontrarla, y lo peor no saber si la secuestraron, si la sacaron del país, engañada, si la están prostituyendo” dice Manuel mientras permanece sentado en el pasillo de la casa de adobe y piso de madera, en la que sobresalen varias imágenes católicas.

Varias imágenes religiosas adornan la vivienda de la familia Orellana. Foto/ Lissette Lemus

Cecilia es integrante del coro de la iglesia católica de la comunidad Celina Ramos y grupos juveniles del cantón Platanares. Los padres de Cecilia sospechan que su hija pudo haber sido víctima de un engaño, bajo la promesa de una oportunidad de trabajo.

“Ella era una hija bien apegada a mí, si estuviera acompañada o se hubiera ido del país, ya se hubiera comunicado conmigo”, concluye su madre.