La tierra en la que viven es propiedad privada de un ciudadano asiático y su estadía ahí es incierta, pese a que algunos nacieron ahí. Muchos de los habitantes de la isla Perico, en el Golfo de Fonseca, optan por vencer la pobreza viajando ilegalmente a Estados Unidos, aún con los peligros e incertidumbres que esto significa.
Los que se quedan también colocan en la embajada de EE. UU. la esperanza de que sus condiciones de vida en la isla mejoren, a través de los programas de la Agencia de Los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
La comunidad, formada por 35 familias, ha recibido visitas de funcionarios importantes de la sede diplomática, sin embargo es la diplomática Jean Manes a quien más recuerdan y en quien depositan sus esperanzas.
A ella la conocieron cuando los visitó como embajadora, y ahora esperan de nuevo su visita en su rol de encargada de negocios interina de la embajada.
“Nos alegramos cuando la vimos en la televisión cuando estaba llegando al aeropuerto, queremos que nos visite de nuevo en la isla para que nos siga apoyando”, dijo don Dolores Martínez, lugareño.
Cuando Manes visitó la isla el 8 de mayo de 2019, los pobladores recibieron medicamentos, libros, víveres y diversión para los niños.
También fueron beneficiados con el proyecto de los paneles solares financiado por USAID.
El 17 de marzo de 2021, visitaron la isla el entonces encargado de Negocios, Brendan O’ Brien, y el oficial superior de Defensa de la embajada, el coronel Blackstone, quienes llevaron filtros en donación a cada una de las familias, para purificar el agua que usan para el consumo.
Marisol Fuentes, profesora de la escuela y residente de la comunidad, dijo que antes de la llegada de Manes, en la isla se estaba trabajando con el grupo de apoyo de los militares de la embajada, quienes entregaron paquetes escolares a los estudiantes.
Según Fuentes, durante la visita del Brendan, la comunidad le pidió apoyo para la construcción de una cocina en la escuela, “vinieron las inspecciones de los técnicos y confirmaron que el proyecto se ampliará con un área de dirección, reparación del sistema de captación de aguas lluvias y mejoras en los paneles solares”.
En la isla Perico hay un aproximado de 30 viviendas donde residen al menos 40 familias con una población de 115 personas entre adultos, niños y adolescentes. Sobreviven con la pesca artesanal, la extracción de moluscos, la pequeña agricultura, y pocos que se benefician con remesas familiares.
La Base Naval de La Unión se encarga de abastecer de agua cada 8 días para el consumo en el hogar y la preparación de sus alimentos.
A partir de 2004, se empezaron a ver las mejoras en las viviendas de la isla. De acuerdo con los lugareños, por años la isla Perico ha sido considerada como una comunidad de extrema pobreza debido a que no cuentan con los servicios básicos, a la falta de trabajo, y a pocos recursos económicos. La mayoría de sus viviendas eran entre bahareque, láminas y plásticos.
Pese a las limitaciones económicas, las familias han luchado por mejorar sus viviendas, en poner una pequeña tienda, un taller de fábrica y reparación de lanchas. Otros dejaron sus botes de madera por lanchas de fibra.
En el 2004 empezaron a irse ilegalmente varios isleños a Estados Unidos, en busca de trabajo para mejorar las condiciones de vivienda de los que se quedaron en el islote.
La maestra Fuentes dice que en el 2004 que se empezaron a ir varias familias al extranjero se empezó a ver los cambios, hay varias tiendas, y muchos mejoraron sus ranchos que ahora son casas de concreto.
Fuentes es originaria de Usulután, llegó a la isla en 1999. Recuerda que todas las casitas eran de parales, varas y palmas; luego las cambiaron a láminas, y hoy tras años de esfuerzo, muchos las mejoraron haciéndolas de concretos, piso de cerámica y más detalles.